El carnaval de la tristeza
Yolireidi Herrera, APLO
SANTIAGO DE CUBA, Cuba - Julio (www.cubanet.org) - El tradicional
carnaval santiaguero ha sido bautizado este año como el carnaval de la
tristeza. Las calles están prácticamente vacías y las personas deambulan
como zombis, como si les faltara la voluntad para expresar lo que llevan
por dentro.
Las bebidas no tienen precios populares. La cerveza dispensada, o sea,
la que se distribuye en pequeños recipientes comprimidos, tiene un
precio de seis pesos el vaso desechable de seis onzas. La cerveza
embotellada cuesta lo mismo pero apenas se consigue, pues generalmente
se desvía al mercado negro.
Los carnavales santiagueros siempre fueron amenizados con las orquestas
y agrupaciones nacionales. Este año sólo se han visto grupos locales.
Las regulaciones sobre la venta de comida son estrictas: no se puede
vender producto alguno que contenga mayonesa casera. La carne de res, de
caballo, y el pollo brillan por su ausencia. También el pescado.
Los establecimientos estatales apenas tienen que ofertar, sólo una
cajita de cartón con una ración de arroz congrí y una posta de dos onzas
de pollo, 6 pesos sesenta centavos. Los comerciantes privados venden el
plato generalmente a 20 pesos, pero la calidad y la cantidad es muy
superior a la que vende al Estado. El plato lleva arroz congrí, viandas,
ensalada de vegetales y la correspondiente y la carne, más abundante.
Durante el día venden pizzas y bocaditos de puerco asado, pero la carne
apenas se distingue dentro del minúsculo pan.
A pesar del desánimo popular, el despliegue policial ha sido grande. El
menor disturbio es reprimido de inmediato con violencia, utilizados
gases y tonfas.
Las autoridades justifican las fiestas desabridas con una frase ya
clásica: no hay recursos. La población opina que es preferible no
organizar los carnavales hasta que aparezcan los recursos.
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