2007-03-27.
Asdrúbal Caner Camejo
Hoy en Madrid, está prevista la presentación del Informe de la Fundación
para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), por el ex Presidente
José María Aznar. Según los reportes de prensa, el Informe dedica un
capítulo al futuro de Cuba y alerta "del papel imprescindible" que debe
jugar Estados Unidos y llama a dialogar con ciertos sectores del
Ejército y el Partido Comunista, sobre su participación en el futuro de
Cuba.
Habrá que esperar a la publicación completa del Informe, para
comentarios más profundos, sobre el enfoque y la estrategia que plantea
el FAES sobre Cuba. Sin embargo, la sola alusión al "papel
imprescindible" de EE.UU. en la transición cubana, me pone en guardia.
La nación cubana guarda un amargo recuerdo de la intervención de los
EE.UU. en la Guerra de 1895, y la imposición de condiciones inaceptables
para la soberanía nacional del país. Después de 30 años de lucha contra
el dominio español, los Estados Unidos firmaron el Tratado de París, sin
la participación del Gobierno de la República en Armas, dejando en pie
los decretos de Valmaceda sobre la distribución de las propiedades
cubanas entre los españoles de la isla. La llamada "Creciente de
Valmaceda" y luego la Reconcentración de Weyler produjeron una enorme
devastación en todo el país y un verdadero genocidio de la población de
Cuba. Estos hechos no recibieron la más correcta atención y compensación
que merecían.
Las tropas estadounidenses abandonaron Cuba en 1902, pero se exigió a la
nueva república que otorgara bases navales a Estados Unidos. Asimismo se
prohibió a Cuba suscribir tratados que pudieran atraerla a la órbita de
otra potencia extranjera, y también se garantizó la capacidad de
intervención de Estados Unidos en el nuevo estado, a través de la
Enmienda Platt, vigente hasta 1934.
La entrada del coloso del norte en la guerra, abrió completamente el
camino del dominio norteamericano en la economía cubana y en su política
e hirió el orgullo nacional del país. Al final, los verdaderos
vencedores de esa larga guerra, fueron los españoles y los empresarios
norteamericanos, que mantuvieron el grueso de las propiedades sobre la
industria azucarera, la industria tabacalera, el comercio y la
agricultura latifundista. Para 1940 esas propiedades abarcarían la
minería, la banca, la telefonía, electricidad, etc.
El Ejército Libertador, su cuerpo de Generales, Oficiales y soldados,
después de 30 largos años de lucha, no recibieron nada. El grueso de los
soldados de esta armada, eran negros. Ellos aportaron extraordinarios
generales y oficiales, que fueron simplemente olvidados. Su rebelión en
1912 contra un estado racialmente discriminatorio, fue masacrada a
mansalva y el número de muertos aún no se conocen.
La intromisión de los EE.UU. en la República de Cuba entre 1898 a 1959,
estuvo plagada de graves errores, que fueron el caldo de cultivo para
las posiciones radicales comunistas y el surgimiento del más devastador
de los dictadores de Cuba, Fidel Castro, aunque debo reconocer que, los
peores errores fueron de los propios cubanos, incapaces de lograr
gobiernos decentes, estables y solidarios con el bienestar de todos los
cubanos.
Expreso también que, la intervención norteamericana transformó
tecnológicamente a todas las ramas de la economía cubana y llevó a Cuba,
a uno de los niveles más altos de desarrollo económico y social de
América Latina para 1959. Pero sus errores políticos, la intromisión en
los asuntos cubanos, el apoyo a las dictaduras y los gobiernos
corrompidos, nos convirtió casi, en un pueblo de segunda y en un títere
de sus pretensiones expansionistas.
Toda esa historia está absolutamente documentada y demostrada por
académicos cubanos, norteamericanos y de otras partes del mundo. Por
ello, no me extiendo más. Simplemente considero, que el futuro de Cuba
sólo depende del pueblo cubano y no queremos ningún papel
"imprescindible" de las grandes potencias. Sé que alguien pudiera
considerar estas afirmaciones utópicas e irrealistas. Lo sé. La actual
situación económica, política y social del país, es de absoluta
bancarrota y nos pone en la más despiadada vulnerabilidad frente a los
enormes intereses que se mueven en el escenario internacional, para,
llegado el momento crucial, asaltar al país desde todos los flancos.
La decisión sobre las fases y la estrategia de la transición, sin
embargo, debe recaer sobre un gobierno democrático y soberano, capaz de
resistir todas las presiones y, poner los intereses del pueblo de Cuba,
por encima de cualquier consideración económico-financiera o de
coyunturas políticas. Al final, hemos pasado bajo el castrismo, lo peor
que puede pasar y resistir un pueblo. Y estamos aquí, en la isla y el
exilio, para hacer lo que haya que hacer por una patria, independiente,
soberana y respetada y no un país marioneta de las potencias mundiales.
Tenemos la madurez, la capacidad intelectual, la educación y la férrea
voluntad de transformar nuestro país y devolverlo al lugar que le
corresponde, en el concierto de las naciones libres del mundo Ayudas sí,
pero sin condiciones. Solidaridad internacional sí, pero sin
prerrequisitos y gabelas. El desarrollo de Cuba dará espacio a un
mercado, que podrá ser compartido. Pero, los primeros que entrarán, son
los cubanos. Esa es una tarea de primer orden: darle a los perdedores de
la Guerra de 30 años, lo que se merecen. Reparar esa injusticia
histórica, será la base de la estabilidad y el bienestar de toda la nación.
Lo digo con toda firmeza: Es mejor estar solo, que mal acompañado.
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