SOCIEDAD
Como un escritor americano
Shelyn Rojas
LA HABANA, Cuba - Septiembre (www.cubanet.org) - Hacía pocos días se
había divorciado, disfrutaba de la soledad a sus anchas, lejos de sus
responsabilidades. También tenía su nuevo ordenador. Tantos años
escribiendo con una caduca y añosa Rémington, oxidada y con la cinta
gastada, ahora se sentía un escritor americano, como su adorado Tom Wolfe.
Esa mañana al despertar, recordó el sueño que había tenido, pensó
escribir sobre él. Abrió la ventana de su cuarto y respiró el aire
contaminado y pestilente de la ciudad. Lo primero que presenció fue un
camello desbordado de personas camino al trabajo. Ese podía ser otro
tema para escribir, pero sería en otro momento.
Fue al baño. El jabón era "Nácar", una marca inodora que venden por la
libreta de racionamiento. La pasta dental se había acabado y el
desodorante también. Se dirigió hacia la cocina, con deseos de
desayunar. El refrigerador estaba vacío, cogió una jarra de la repisa,
inglesa, de cristal, adornada con la figura de uno de los guardias del
palacio de Buckingham, con morrión y todo; ameritaba un buen té, tampoco
había. En su lugar, preparó chocolate sin leche, sólo con agua caliente
y azúcar prieta, a qué más.
Regresó a su cuarto. Después de la separación lo había ordenado a su
gusto. Se dispuso a escuchar a Bob Dylan and The Band, en vivo, 1974; no
se aburre de piedras rodantes, nieblas y anfetaminas. Ya en ambiente
prendió un cigarro, se sentó a escribir su hermoso sueño. Se inspiró en
una antigua amiga que acaba de descubrir bajo otra luz.
Eran casi las 12 del mediodía, hora de almuerzo; sólo había frijoles
negros y arroz. En la arrocera se haría rápido, pero ya no podía contar
con ella, se fue con la "ex", mejor, menos consumo de electricidad. Los
frijoles en una hornilla eléctrica; sin olla de presión, porque perdió
la válvula. Bueno…esperaría. Que otra cosa podía hacer. Por suerte
todavía no habían cortado la electricidad.
Le daba tiempo darse un chapuzón en una laguna cerca de su hogar. La
laguna no está muy limpia, pero todavía se puede uno bañar allí. No
podía llevar su toalla, sólo tiene una amarilla y se deshilacha. Tiene
que cuidarla hasta nuevo aviso. En la laguna, cavilando sobre el tema
que estaba escribiendo y soñando con su amiga, se le fue la tarde. Al
estómago no le quedó otro remedio que volverlo a la realidad.
Por el camino compró croquetas para aumentar la cena. Al llegar a su
casa terminó de arreglar los frijoles. En el momento de comer, le
cortaron el fluido eléctrico por espacio de una hora. Entre velas y
soledad cambió su opinión, no escribiría temas de amor. Para llegar a
realizar sus sueños de sentirse como un escritor americano seguiría
escribiendo, como siempre, sobre todo lo malo del mundo, en fin: el
gobierno.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/sep06/26a10.htm
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