REPRESION
¿Batalla de Ideas?
Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba, Septiembre (www.cubanet.org) - No me atrevo a citar el
número de bajas, pero debo admitir que crecen en espiral. Esta no es
precisamente una batalla, son intentos de asesinato, perfiles
actualizados de la Ley de Lynch, es la ira sin bozal y las víctimas en
una explanada. En estos conflictos faltan los cañonazos y las descargas
de ametralladoras, sin embargo sobran los allanamientos de domicilios,
las calumnias altisonantes, los empellones saturados de rabia, las
patadas en ráfaga y los puñetazos impunes.
Todo eso y más en los aquelarres agazapados en un denominador que invita
a pensar en la civilidad y la mesura: La Batalla de Ideas. Si escucha
que en la Cuba oficial prevalece la fuerza de las ideas estará
recibiendo una cita engañosa. La idea de la fuerza es la esencia que
marca las pautas en un socialismo fuera de los carriles de la
racionalidad y que persiste en merodear por los señoríos de la barbarie.
Un lugar que elige a menudo para su esparcimiento.
Allí surgen, entre otras invenciones, los juicios sumarios por cualquier
disonancia en el coro que conduce el partido único con su nutrido
repertorio de ordenanzas. Las multas impuestas a causa de las
incursiones en el imprescindible y natural mercado negro (un hijo, solo
uno, de la extensa prole concebida por el descontrol y la ineficiencia),
y no podía faltar dentro del coctel de genialidades, el acto de repudio.
Estos mítines "espontáneos" han alcanzado renombre. Su brillantez se
origina en los prolíficos átomos de crueldad. El sostenimiento de la
fama se explica a partir de la combinación de la soberbia y el salvajismo.
Matar el espíritu y magullar la materia, ese el fin de las turbamultas
que operan a discreción de la policía o bajo su mandato. Aunque nadie ha
muerto aún, no es descartable que en algún momento comiencen los
funerales, ya bien por infartos del miocardio o después de recibir una
paliza con el esmero y la voluntad de las Brigadas de Respuesta Rápida.
La posibilidad de que los ataúdes se conviertan en nichos para la
disidencia, emerge como una razón, diría que demasiado real. Por más que
se viertan discursos humanistas, proclamas de estremecedor sentido
patriótico y floridas promesas de un mundo mejor, lo que desembarca en
mi memoria es Benito Mussolini y sus camisas negras.
Yo no veo el fascismo en la distancia, lo percibo en cada evento de
fuerza, en la brutalidad que se ensalza como un proceder digno y
heroico. Con un acto de repudio se marchita la ética y se enturbian las
esperanzas de un futuro ceñido a la reconciliación. No solo se comete un
crimen con una daga, un obús o un revólver, basta con que al odio se le
sueltan las amarras y se le invite a usar sus colmillos. Aquí eso se
practica con diligencia sin distinciones de tiempo y lugar. En cuanto al
rubor, pues muy lejos de materializarse en la piel de la soldadesca que
espera por desplegarse sobre el terreno.
Como dije al principio las bajas aumentan. Los últimos abatidos, de
acuerdo a mis modestas fuentes de información, fueron Martha Jiménez
Cortizas y Eugenio Leal García, miembros de la Corriente Socialista
Democrática, dos pacíficos militantes pro-democracia que luchan por una
sociedad plural e incluyente. Por sus faltas exhiben las huellas del
ataque, lesiones, epítetos infamantes y amenazas de arrastrarlos
escaleras abajo en la próxima incursión.
Suficiente para reafirmar que la Batalla de Ideas carece de equilibrios,
seguirá huérfana de humanidad y hundida en las bajas pasiones. Podría
decirse que estamos frente al genocidio en su etapa larvaria. ¿Alcanzará
la adultez el engendro?
http://www.cubanet.org/CNews/y06/sep06/26a9.htm
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