"Cuba dejó de ser un modelo para América Latina"
El papel del líder cubano y de la revolución sobre las izquierdas
latinoamericanas es de referente ideológico, pero no de paradigma
político, dice
Eduardo Mora Tavaré
El Universal
Jueves 24 de agosto de 2006
El futuro de Cuba presenta una situación paradójica: quienes podrían
encabezar un cambio político, con costos mínimos, las élites del poder,
no quieren ese cambio, y quienes lo desean, los opositores y los
exiliados moderados, no pueden.
La conclusión la hace, con una sonrisa casi irónica, Rafael Rojas, un
historiador que llegó de la isla a principios de los años 90 para hacer
un doctorado en México y quien ahora radica en nuestro país.
Ganador del premio de ensayo Anagrama 2006 con su obra Tumbas sin
sosiego. Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano, que se
presenta hoy en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura
Económica, Rojas habló con EL UNIVERSAL, en el contexto de la
transmisión temporal de poderes en Cuba, de Fidel a Raúl Castro.
Cuba ha dejado de ser un modelo para América Latina, dice Rojas. "El
papel de Fidel Castro y de Cuba sobre las izquierdas latinoamericanas es
de referente ideológico, pero no de paradigma o modelo político. No creo
que ninguno de los gobiernos de izquierda de la región (Venezuela o
Bolivia) quieran reproducir el modelo cubano con sus instituciones". Y
aclara:"Cuba funciona como símbolo, como referente para esos gobiernos,
porque responde a una estrategia regional para resistir a la hegemonía
de Estados Unidos".
"Cuba no está promoviendo su modelo político en América Latina, lo que
Cuba está pidiendo es solidaridad; pide respaldo simbólico para
permanecer, para que el régimen permanezca intacto. Pero no para
extenderlo como era todavía en los años 60 y 70 e incluso en los 80",
dice el académico.
"Durante mucho tiempo a Cuba se le podía identificar con un proceso
revolucionario, una experiencia socialista en la que la ciudadanía
estaba muy identificada con el gobierno en la construcción de una nueva
realidad", explica, pero "creo que en los últimos 15, 16 años, sobre
todo en la época postsoviética, Cuba se conviertió en otra cosa, en una
realidad múltiple y compleja".
Para empezar, Cuba es "una realidad desterritorializada", por el
crecimiento tan acelerado que ha tenido la inmigración a Estados Unidos,
con una población en la diáspora cercana a los tres millones, dice. La
despoblación que comenzó en 1959 se hizo más visible tras la caída de la
Unión Soviética en 1991, precisa. Cuba tiene que subsistir hoy en un
mundo globalizado, por sí misma y rehaciendo sus alianzas internacionales.
Esos cambios han provocado el surgimiento de "nuevos actores" en el
escenario cubano, producto de las reformas económicas del régimen
castrista, actores más autónomos, más desligados de la relación con el
Estado como existía en la era soviética.
En esta nueva era los dos actores más importantes son: la oposición
dentro de Cuba, que si bien tiene poco contacto con la ciudadanía de la
isla, sí ha logrado una proyección internacional muy importante; y una
corriente política más madura, más serena, dentro del exilio, que es una
corriente que crece, a pesar de que la representación de la comunidad de
emigrados todavía está en manos de políticos cubano-americanos, con
visiones más tradicionales.
Lo importante, subraya Rojas, es que tanto la oposición dentro de Cuba y
una corriente moderada en el exilio desean una transición pactada y
pacífica en la isla. "Eso desactiva naturalmente la agenda tradicional
del gobierno de EU de desestabilización del gobierno cubano, ya sea por
medio de la violencia o de la presión comercial o diplomática".
Dentro del régimen cubano también hay diversas corrientes, según Rojas.
En estas semanas de convalecencia de Fidel Castro, se han insinuado
algunos temperamentos y estilos de hacer política en la isla. "Insinuado
-dice-, porque no se asumen plenamente, porque la coyuntura actual no es
de sucesión plena o real".
Por una parte están los políticos más modernos que usan un lenguaje
flexible y que tienen una plataforma de comunicación más amplia, muy en
consonancia con la política democrática occidental, como es el caso del
vicepresidente del Consejo de Estado, Carlos Lage, del presidente de la
Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, y del ministro de Cultura, Abel
Prieto, y eventualmente el canciller Felipe Pérez Roque. Y por otra
están los políticos más tradicionales, ligados al Partido Comunista y a
las Fuerzas Armadas como es el caso de Raúl Castro, y otros funcionarios
del partido como José Ramón Balaguer, José Ramón Machado Ventura y
Esteban Lazo.
Cuando se le pregunta si avizora una lucha entre esas corrientes,
responde: "depende del modelo de sucesión que se eche a andar, cuando la
sucesión sea un hecho. Creo que puede haber una tensión que no sean
capaces de resolver dentro del gobierno o puede haber una negociación
entre esas corrientes, entre las más tradicionales del partido y las más
modernas".
Rojas estima que esa eventual negociación, a partir de un modelo de
sucesión autoritaria, podría llevar a Cuba a una apertura económica "al
estilo chino", pero preservando el régimen político cerrado, de partido
único.
Rojas, doctorado en historia en el Colegio de México y profesor
investigador en el CIDE, ha coordinado otros libros que examinan los
problemas de la transición en Cuba, a través de los análisis de
prestigiados investigadores cubanos en la diáspora, entre ellos Cuba hoy
mañana. Actores e instituciones de una política en transición, y La
transición invisible. Sociedad y cambio político en Cuba.
http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=51328&tabla=Internacional
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