El Coro de los Eunucos Morales
2006-04-05
Corresponsal en España de Misceláneas de Cuba.
Madrid, 04-04-2006. La alabanza a la política del gobernante español,
José Luís Rodríguez Zapatero, con respecto a Cuba, el ataque a la
académica Susan Kauffman Purcell, a la que acusa de mentirosa, junto a
la crítica a algunos de los más prestigiosos representantes de la
comunidad exiliada cubana en Estados Unidos, como el congresista Lincoln
Díaz-Balart y el senador Mel Martínez, son el eje fundamental del
extenso artículo Las virtudes del coro de Arturo López Levy que
reproduce en sus páginas Cubaencuentro.
El escrito constituye un fiel reflejo de la estrechez de miras o la
reproducción de “desinformación” interesada con que algunos enfocan el
tema del embargo a la dictadura castrista, un embargo que si bien no ha
logrado acabar con la tiranía que somete a los cubanos por casi medio
siglo si se justifica como medida de contención, pues Fidel Castro por
lo general ha intervenido y provocado inestabilidad en el extranjero
siempre que la economía cubana ha estado “mejor” y le ha dado la
posibilidad de prestar ayuda a los líderes y grupos hostiles contra
gobiernos ajenos a su misma línea “ideológica”.
En su escrito La Ley Helms-Burton y el Embargo Estadounidense Contra
Cuba, la analista política y vicepresidenta del Council of the Americas,
con sede en Nueva York, Susan Kauffman Purcell, lo expone de forma
objetiva e inteligente, analizando los pro y los contra de una política
de embargo que para algunos “exiliados” es el tema sobre el que debe
girar el problema cubano, una visión que sin ser idéntica si es bastante
cercana a la que siempre se ha propuesto difundir el propio dictador cubano.
Vayamos por partes y desmenucemos el “interesante” artículo de López
Levy para entender como se mezclan la mentira y las medias verdades en
un escrito que podría pasar desapercibido para muchos y que junto a
otros de similares propósitos actúan como un veneno inocuo en pequeñas
dosis pero que de forma continuada provocan la tergiversación de la
historia y la realidad cubana.
La “lógica” del escrito comienza en hacer ver la incompatibilidad de la
política europea y la americana con respecto a Cuba, cuando realmente se
está refiriendo sólo a la postura adoptada por el gobierno socialista de
España, que hace ingentes esfuerzos en Europa para que le quiten todo
tipo de sanciones a Cuba, sin que antes se cumpla con el respeto a los
derechos humanos y se liberen a los presos de conciencia, tómese como
referencia al eurodiputado Miguel Ángel Martínez Martínez quien no tiene
reparos en defender a 5 espías cubanos condenados en los Estados Unidos
e implicados en actos terroristas, un eurodiputado socialista que estuvo
en contra de la concesión del premio Sajarov a Osvaldo Payá en el
parlamento europeo y que López Levy pone como ejemplo de lo que ha hecho
Europa por la disidencia cubana. Confundir Europa con la postura de uno
o varios de sus miembros como España y no aclarar las diferencias de una
España gobernada por socialistas o una por populares es algo manipulado
convenientemente en la exposición de Levy.
Sumarse Estados Unidos al “compromiso constructivo” y al “diálogo
crítico” de Zapatero, abandonar el embargo, y olvidarse de “pasiones” es
el consejo del columnista. Según el escritor las políticas exteriores
son efectivas en dependencia de «cómo sirven a los intereses de los
países que las practican y como influyen en los procesos internos de los
países a los que van dirigidas» un consejo que en vez de dirigirlo a la
administración estadounidense debiera ir dirigido al Sr. Moratinos,
responsable de la cancillería española, y conocido por sus constantes
“desatinos” con respecto a la política exterior de la cual Cuba no ha
resultado ser una excepción.
Para Levy Cuba no ha podido convertirse en una China, un Vietnam o un
país de Europa del Este, con excelentes relaciones comerciales con
Estados Unidos, debido a que un «grupo de reclamantes de propiedades han
subordinado toda acción norteamericana a sus intereses estrechos».
Castro siempre ha asustado a la población de dentro de la isla con que
si “vienen los de afuera” les quitaran las propiedades, propiedades que
siguen sin ser respetadas por el gobierno cubano que la expropia si la
persona, una vez con el “permiso” (carta blanca) del gobierno cubano,
decide emigrar e irse a vivir a otro país. Lo del articulista sólo
resulta un eco sin contenido, en versión antiembargo, del mismo miedo
que el dictador le inocula a una población cada día más pobre y que
tiene la ilusión de que es propietaria de algo de lo que no puede
decidir nada.
En cuanto a la justificación que da Levy recordando las palabras de De
Gaulle como razón para comerciar con la España franquista de que “las
naranjas españolas no son fascistas” no tiene similitud con Cuba, porque
a diferencia de que en la España de Franco se respetaba la propiedad
privada, en Cuba las naranjas y cualquier otro producto, está controlado
estatalmente y se distribuye o se le niega a la población a capricho de
una economía casera de un individuo que administra una nación como su
finca particular, y si no que se lo digan a los que sufren o sufrieron
prisión por haber tenido una libra de langosta o camarones en su casa,
productos prohibidos a la población cubana.
Identificar al actual gobierno del PSOE, un gobierno manifiestamente
irresponsable en política exterior, en política nacional y hasta en la
lucha contra el terrorismo, con el PSOE de la transición al decir que
«Gracias a Dios y a Zapatero, Franco no tiene ya ni estatua» contiene
una adulación desmedida hacia quien está desenterrando cadáveres de la
guerra civil (los de un solo bando) para acuciar peligrosamente la
división de la sociedad española, algo que no tiene nada que ver con el
“coraje” y la “sabiduría” que el columnista le quiere endosar por
transitividad al presidente español.
El Sr. López Levy afirma que en Cuba, a diferencia de lo que dicen los
"exiliados de derecha" de La Florida, si se puede ir a interactuar con
el pueblo cubano, y que decir lo contrario es estar «lejos de la
realidad». Es indudable que el desconocimiento de Levy es clínico o de
un cinismo apabullante, debería preguntarle a la modelo checa, Helena
Houdová, que fue expulsada por fotografiar barrios pobres de La Habana a
ver si opina lo mismo. Otra cosa sería si la pregunta va dirigida a los
turistas que interactúan con los empleados de lugares cerrados o
semicerrados, como Cayo Largo o Varadero, quizás Levy llame pueblo
cubano a los pocos privilegiados esclavos de las multinacionales
hoteleras españolas que buscan el dólar trabajando, robando o haciendo
de chulos improvisados facilitando el contacto del creciente turismo
sexual extranjero con alguna que otra joven cubana que necesite un
“pitusa”, unos “popis” o comprar un litro de leche para su hijo pequeño.
Ese tipo de interacciones lamentablemente si ha tenido un notable y
despreciable incremento.
La afirmación del periodista de que «el impacto europeo en términos de
liberalización, pluralismo social y apertura en Cuba, ha sido
significativo» resulta cuanto menos contradictoria con las últimas
medidas de represión adoptadas por la dictadura cubana contra la
iniciativa privada. Cuba, debido a la mala situación económica en que
quedó cuando faltaron los subsidios soviéticos se sintió obligada a
abrir su economía a la inversión extranjera para solventar la terrible
crisis económica en que se vio envuelta, ahora con los petrodólares de
la Venezuela de Chávez empieza a despreciar a los pequeños inversores
extranjeros y vuelve a reprimir los incipientes pero muy controlados
pequeños negocios particulares.
Hay una cierta correspondencia de que a mayor presión hacia Castro, su
estatismo económico disminuye y abre una válvula de escape, eso sí,
siempre temporal, con el objetivo de evitar un colapso económico severo
que pueda llevar a una crisis mayor que desemboque en una situación
política incontrolable. El embargo, si no fuese continuamente burlado
por Castro y si los demás países democráticos recordaran que para acabar
con el apartheid en Sudáfrica nadie planteó problemas éticos o de otra
índole por aplicarlo al régimen racista, quizás el efecto podría haber
sido otro.
La hipocresía con respecto al embargo norteamericano a Castro es
manifiesta. Países como España necesitan que Cuba no comercie con
Estados Unidos, si existiese la libre competencia España no tendría
oportunidad de competir con la primera potencia económica situada a tan
solo 90 millas. Y ahora, que Cuba puede obtener “regalías” de Venezuela
y Bolivia, España y Europa se encuentran en la misma situación que
cuando Cuba era subsidiada por el campo socialista y no le interesaba
comerciar con países del área “capitalista”. De ahí el aumento de la
represión.
El artículo de López Levy, es en resumen interesante, lo que no quita
que deje de ser una bazofia difícilmente digerible. Y sobre todo cuando
de forma, no tan directa, acusa al exilio de Miami como una mafia cuando
expresa que «las preocupaciones europeas de seguridad son evitar que
Cuba se convierta en un emporio de crimen, terrorismo, corrupción,
lavado de dinero y tráfico de drogas en el Caribe» como si acaso ya no
lo fuera y todo ello controlado por un dictador que es recibido en
eventos internacionales como mandatario, presidente, etc.
Para un gobierno español que apacigua el terrorismo internacional y
nacional con guiños que ofenden a las víctimas no debe resultarle un
problema ético o de moral el comerciar libremente con Cuba como si de un
estado libre se tratara. López Levy no necesita recurrir a la
comparación con los coros de las tragedias griegas para dialogar con
Castro como le sugiere a España y a la Comunidad Europea, con pertenecer
al coro de los eunucos morales que le hacen el juego al dictador ya es
suficiente. Es una crueldad pensar que negociar con un tirano puede ser
útil, ya lo decía el político y orador romano Marco Tulio Cicerón: La
sola idea de que una cosa cruel puede ser útil es ya de por sí inmoral.
Wenceslao Cruz Blanco
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=5115
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