SOCIEDAD
El turismo de las tres Habanas, el mago y las banderas
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - La Habana es una ciudad
dividida. Existe una desde La Rampa hasta el Rio Almendares, a lo largo
del Malecón. Otra estaría desde esa misma Rampa, en dirección opuesta
hacia El Morro. En la primera está el barrio de las banderas y la
embajada americana. En la segunda, los barrios de las pobrezas y el
hospital Ameijeiras.
La mayor parte del turismo habanero se mueve entre esas dos Habanas y la
parte colonial, Habana Vieja o Habana de Leal. Las tres Habanas son
básicamente el turismo capitalino.
Hace años, cuando existía campo socialista y socialismo real se
peregrinaba a Moscú. La gente se aplicaba para estudiar ruso y era
elegante viajar a Europa del Este. Los que estaban a bien iban y se
retrataban en el Mausoleo de Lenin en Moscú. Estaban animados del
entusiasmo pueril de los conversos. Ver el cambio de guardia de aquella
momia, era importante y políticamente correcto.
En Londres, los turistas acuden para presenciar el cambio de la guardia
real en el Palacio de Buckingham. Todo un espectáculo para turistas y
para paisanos que aman la ceremonia, Londres y a la familia real. Una
tradición británica, tanto como los Beatles o el recientemente fallecido
Benny Hill.
La única ciudad del mundo que crea tradición de boatos y fanfarria
militar, en sufragio de una embajada extranjera -por demás etiquetada
como enemiga- es el régimen castrista. Qué gente más ridícula. ¡Qué mal
gusto!
Parece que la única carencia que sufre la cúpula de poder en Cuba en su
esfera ilimitada de posibilidades es: clase. No pueden adquirirla por
divisas en el extranjero a través del Departamento Especial. ¡Qué
desperdicio!
Ahora, volviendo al turismo en las tres Habanas, el cambio de guardia en
el "Monte de las banderas" se ha convertido en otra opción turística.
Resulta obligatorio para el turista llevarse una foto del cambio de
guardia en ese lugar. También acude público nativo. Además de ver el
cambio de guardia, es una excelente oportunidad para leer sin peligro el
mensaje proscrito. Porque, como de costumbre se llegó a un arreglo: Los
de acá montaron su circo y los de allá sus letreros.
Cada uno logró lo que quería. Los americanos, que se leyera su mensaje,
y los castristas, su show. El sábado 25 estuve presente en la ceremonia
del cambio de banderas. Noté algunas cosas, la primera es que se trata
de algo que se disfruta en silencio. Nunca vi tanta gente contemplar un
espectáculo sin evidenciar emoción de ningún tipo.
Me refiero por supuesto, a los que ven la ceremonia y los letreros desde
el muro del Malecón. Es un cantar distinto del de los que asisten desde
la óptica de la tribuna, en condición de invitados.
En el Malecón pueden verse rostros de piedra que leen el mensaje
prohibido sin manifestar reacción u opinión de ninguna índole. Los
turistas a lo suyo con sus cámaras y los jinetes de las Habanas,
trabajando. "Rejillando" como dicen hacer desde 1992.
Entre ellos había un mago. Un joven negro y agraciado. Con muchas horas
de constructivismo a su haber. Un "Arnold" negro de Centro Habana,
fabricado a pura soya y empeño. El mago deslumbraba a una alemanita de
ojos color cielo. Fabricó una rosa con una servilleta de papel
desechable y se la dio. Mientras, militares a paso de ganso hacían su
coreografía castrense.
Faltaba música, quizás la Conga de Santiago con cuarteto de cuerdas, que
no todo puede ser perfecto. Con el tráfico suspendido, los niños pueden
correr sin peligro. Los pequeñines a jugar y los mayorcitos a leer la
pantalla. Una buena oferta a cuatro manos, coproducida por la SINA y el
régimen. ¡El espectáculo debe continuar!
http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/28a6.htm
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