Thursday, June 02, 2016

El neocastrismo y el polvorín venezolano

El neocastrismo y el polvorín venezolano
La posición de Nicolás Maduro es cada vez más débil
Eugenio Yáñez, Miami | 02/06/2016 10:19 am

Estados Unidos es peculiar. Desde el domingo se discute en todas partes
si era necesario matar un gorila del zoológico de Cincinnati para salvar
a un niño caído en un foso de esos animales.
Sin embargo, una manada de gorilas mucho más peligrosos, los actuales
gobernantes de Venezuela, ponen en peligro a todos los venezolanos con
su conducta delictiva e inmoral, y recién ahora es que alguna prensa en
Estados Unidos comienza a abordar el tema.
Cuando en La Habana se supo que el cáncer de Hugo Chávez era terminal,
había diferentes chavistas en Venezuela más preparados, cultos,
carismáticos y simpáticos que Nicolás Maduro. Pero los hermanos Castro
optaron por este último, que por ser el más mediocre podría ser el más
sumiso. Reclutado por los servicios de seguridad castristas desde la
década de los ochenta, pareció la opción ideal para la continuidad de la
revolución "bolivariana" y, en consecuencia, del apoyo económico a la
isla. Una vez más, como de costumbre, los hermanos Castro prefirieron
lealtad antes que capacidad.
El resto, que Maduro fuera "electo", sería coser y cantar para un
régimen venezolano con asesoría castrista que realiza elecciones
"democráticas" controlando el Tribunal Superior Electoral, los registros
de votantes, y los sistemas electrónicos para computar los votos, además
de las fuerzas armadas y los organismos de seguridad.
Bien aconsejado, a la sombra de asesores cubanos, sería una garantía
"revolucionaria" en Miraflores, continuador de las ideas de Hugo Chávez.
En definitiva, también Raúl Castro había sustituido a su hermano mayor,
y Cuba se mantenía bajo control —al borde del abismo, cierto—, gracias a
una sucesión atada y bien atada, como había dicho sobre España el
caudillo Francisco Franco (aunque en España no funcionó).
Cuando los Castro se decidieron por Maduro no se esperaba un descenso
tan significativo y prolongado de los precios del petróleo, ni un
aplastante triunfo de la oposición venezolana en la Asamblea Nacional
años después, lo que unido a la antológica ineptitud de la pandilla
"revolucionaria" en el gobierno, el irresponsable manejo de las riquezas
del país, y la desbocada corrupción en todas y cada una de las
instituciones de la nación, ha llevado a Venezuela a una crisis
económica sin precedentes, una inflación galopante, y el deterioro
irreversible de la calidad de vida de los venezolanos.
Todo eso de conjunto provocó diferentes crisis: alimentaria, sanitaria,
de abastecimientos, de producción, de energía, de medicamentos, de
combustibles, y de seguridad ciudadana. Que llevaron a Venezuela a lo
que todo el mundo dentro y fuera del país considera hoy una descomunal y
peligrosa crisis humanitaria que el gobierno de Maduro no tiene recursos
para resolver, ni mucho menos capacidad para hacerlo. Lo que crea un
escenario propicio para confrontaciones violentas que no convienen a nadie.
El hombre seleccionado en La Habana para gobernar Venezuela ha
demostrado, además de torpeza e ignorancia, legendaria incapacidad para
negociar o buscar consensos, y actúa día tras día como vulgar matón de
barrio, exteriorizando constantemente el odio más abyecto, que es el del
imbécil que cree cuestionado su poder, como bien definiera André Malraux
hace muchos años. Se niega a aceptar el mecanismo constitucional del
referendo revocatorio en su contra, y amenaza liquidar la Asamblea
Nacional, en lo que todo el mundo considera reiterados intentos de
golpes de estado para desmantelar la democracia y el Estado de derecho.
Hasta hace poco, la correlación de fuerzas internacionales en América
Latina era favorable a los "revolucionarios", con un secretario general
de la Organización de Estados Americanos (OEA) chantajeado por el
chavismo y simpatizante de los Castro. Sin embargo, el nuevo directivo
de la OEA muestra más independencia moral e integridad. Evo Morales
perdió un plebiscito en Bolivia para eternizarlo en el poder, el
kirchnerismo fue derrotado electoralmente en Argentina, y la comparsa
Lula-Dilma Rousseff cayó en crisis en Brasil, donde la presidenta debe
enfrentarse en estos momentos a un juicio político, mientras el fantasma
de posible prisión se cierne sobre muchos políticos brasileños por
corrupción. Por si fuera poco, líderes latinoamericanos y europeos
presionan por un diálogo constructivo frente a la absurda confrontación
sin salida en la que Nicolás Maduro ha llevado al país, que tendrá
devastadores efectos regionales.
El único apoyo abierto al gobierno de Venezuela, además del de los
sospechosos habituales, es el de UNASUR, dirigida por un expresidente
colombiano al que el Gobierno de EEUU le ha negado visa de entrada al
país por considerar que aceptó a sabiendas el financiamiento de
traficantes de drogas para su campaña presidencial, pero que en los
nuevos escenarios está obligado a moderarse y buscar una solución
negociada, que empezó a cocinarse en reuniones "secretas" (que ya conoce
todo el mundo) en República Dominicana, entre el Gobierno venezolano y
la oposición.
La última presión sobre la horda venezolana con ínfulas dictatoriales
llegó con la convocatoria del secretario general de la OEA para analizar
la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela, a lo que Maduro
respondió con sus habituales insultos e idioteces. Aunque la OEA es una
institución inoperante y con escaso prestigio, la convocatoria a esa
reunión es un duro golpe al despotismo venezolano disfrazado de democracia.
El neocastrismo tiene que decidir, y ya lo debe haber hecho, cómo actuar
ante esta crisis. Apoyar sin condiciones al tarugo de Caracas, como ha
hecho públicamente hasta ahora, puede conducir a escenarios
inconvenientes para La Habana. Y una victoria aplastante de la oposición
democrática en esta crisis podría revertir situaciones que para los
Castro resultarían demasiado perturbadoras. Lo que más les debería
interesa sería una solución negociada de la crisis venezolana, sin
violencia.
Si hay que sacrificar al gorila en Caracas para preservar al castrismo,
a Maduro le podría suceder igual que a Harambe, el gorila del zoológico
de Cincinnati abatido a tiros para proteger la vida de un niño.
Tal vez no con un certero balazo en la cabeza, pero podría tratarse de
un accidente de helicóptero, o "una luz cegadora, un disparo de nieve",
cualquier cosa. O una renuncia con exilio rosado en Chile, Uruguay o Perú.
No sería nada personal. Solamente cuestión de negocios.

Source: El neocastrismo y el polvorín venezolano - Artículos -
Internacional - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/el-neocastrismo-y-el-polvorin-venezolano-325692

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