Thursday, May 01, 2014

Sombras del deporte cubano

Sombras del deporte cubano
Desde hace tiempo no es aconsejable asistir con la familia a los
estadios. Actualmente, no pocos partidos de la Serie Nacional en
estadios de centrales azucareros suelen terminar en una batalla campal.
Iván García Quintero
mayo 01, 2014

Me cuenta un viejo pelotero retirado, que a finales de los años 60, tras
una paliza feroz propinada por los Industriales a una novena
camagüeyana, un grupo de fanáticos abrió la jaula del león de un circo
ambulante, que esperaba la conclusión del partido para comenzar su función.

"Aquello fue tremendo. La fiera, con el hambre que tenía le partía como
toro al trapo rojo a todo lo que se moviera. Ni siquiera el domador pudo
controlarlo. Solo el ejército y un escuadrón de bomberos pudieron
reducirlo", rememora el ex beisbolista.

Actualmente, no pocos partidos de la Serie Nacional en estadios de
centrales azucareros suelen terminar en una batalla campal. En 1978, a
los alumnos de la secundaria donde estudiaba nos enviaron a trabajar en
el tabaco, en el municipio pinareño de San Luis.

Recuerdo el ambiente agresivo del público en el estadio de la localidad,
los ojos enrojecidos por el alcohol, los machetes desenfundados y la
bronca monumental de la afición por los estudiantes habaneros que
apoyábamos a Industriales. Por suerte, la novena azul perdió.

Desde hace tiempo no es aconsejable asistir con la familia a los
estadios. Por el pésimo transporte público. Y por las groserías e
improperios que le gritan a los jugadores desde las gradas.

En la década de 1950, mis abuelos eran seguidores del Cienfuegos y
cuando su club jugaba en el Stadium del Cerro, iban con mi madre, que no
entendía de pelota, pero aprovechaba para comer papitas fritas y tomar
Coca-Cola. Entonces, muchas familias pasaban la tarde del domingo viendo
jugar béisbol.

Hoy, el viejo estadio del Cerro es un antro de apostadores que cuando
pierden dinero insultan a los peloteros. La policía, bien gracias.

Lo ocurrido el 17 de febrero, cuando el jugador matancero Demis Valdés
agredió con un bate al lanzador Freddy Asiel Álvarez y lesionó a Ramón
Lunar, es uno entre numerosos brotes de violencia que ocurren en el
panorama deportivo cubano.

Unos meses atrás, en un juego de la Liga Nacional de Baloncesto, los
asistentes, inconformes con una decisión arbitral, comenzaron a tirar
objetos al tabloncillo y varios espectadores intentaron agredir al
árbitro. En la final entre Ciego de Ávila y Capitalinos un jugador
habanero armó una reyerta colosal, tirando sillas hacia las gradas.

En el campeonato provincial de fútbol sala celebrado en la sala Kid
Chocolate, frente al Capitolio, las riñas del público formaron parte del
'espectáculo'. La mayoría de los estadios en Cuba se han convertido en
auténticos bares. Los fanáticos llevan en sus bolsillos un ron llamado
Planchao, envasado en una caja de cartón.

Los partidos que se juegan en el interior del país constituyen todo un
acontecimiento para poblados y caseríos. El partido comunista local
acondiciona el terreno y a la carrera le dan una mano de pintura al
estadio. En las afueras del recinto parquean pipas de cerveza y ron a
granel. "Hay que tener tremendos c... para cantar una jugada en contra
del equipo home club en un terreno municipal", confiesa un árbitro.

Tampoco al espectáculo ayuda la poca seriedad y profesionalidad de
algunos jugadores: fuman dentro del banco o en medio del partido están
entretenidos pasando un SMS o escuchando música en su móvil.

He visto a peloteros vendiendo la merienda y el refresco que les dan.
También pelotas. Es cierto que reciben pagos miserables, pero estar
ofertando meriendas o pelotas a un peso convertible, como si fuesen
vendedores ambulantes, deja un mal sabor de boca.

El colmo, contaba un comentarista deportivo de la COCO, es que en la
última vuelta ciclística Camagüey-Habana, a un competidor le robaron su
bicicleta. Valga aclarar que los ciclistas que no pertenecen a la
selección nacional, deben adquirir las bicicletas de carrera de su
bolsillo o, si tienen suerte, conseguir las de donaciones.

A no ser que usted esté desempleado, sea pariente de un jugador o un
periodista que debe cubrir el evento, a muy pocos se les ocurre ir al
antiguo estadio La Tropical, a ver un partido de fútbol de la temporada
nacional. Amén del pésimo juego y un terreno que parece un patatal, en
las gradas no encontrará más de cincuenta personas.

La realidad es que el deporte cubano ha dejado de ser un espectáculo
atractivo para presenciar en familia.

Source: Sombras del deporte cubano -
http://www.martinoticias.com/content/sombras-deporte-cubano/34663.html

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