Friday, May 02, 2014

La piñata, la represión y el capitalismo en Cuba

La piñata, la represión y el capitalismo en Cuba
Ahora el socialismo reprime para que no le obstruyan su via crucis hacia
el capitalismo
viernes, mayo 2, 2014 | Manuel Cuesta Morúa

LA HABANA, Cuba.- ¿Alguien recuerda El socialismo y el hombre en Cuba?
Ese fue un texto escrito por Ernesto Guevara con el propósito de
teorizar lo que él suponía como una realidad para la isla después de
1959: emancipación del trabajo, superación de las contradicciones del
capitalismo y construcción del hombre nuevo. Para estos fines, era
necesario fusilar a un número determinado de gentes, reprimir cualquier
manifestación "burguesa" de descontento y combatir a los
norteamericanos. Sobre todo. Y en nombre del futuro.

54 años después de aquella exuberancia de desenfreno utópico, se puede
aventurar un nuevo texto para el que sugiero un título La piñata, la
represión y el capitalismo en Cuba. Su objetivo sería definir lo que ya
está siendo una realidad para nosotros, digamos que a partir de 2006:
regreso de la esclavitud en el trabajo, ahora sin trata negrera;
perversión de la lógica del capitalismo, mediante el capital sin
mercado; y enajenación del hombre viejo, a través del engaño que se
esconde detrás del lema: por un socialismo próspero y sostenible. Para
ello es imprescindible exportar el malestar a través de la emigración,
reprimir toda manifestación "contrarrevolucionaria" de descontento e
invitar a los norteamericanos al convite. Sobre todo. Y en nombre del
pasado.

Como siempre en Cuba, en una reproducción histórica de nuestra constante
depravación de lo político, la represión y los yanquis determinan
nuestra condición. Lo nuevo ahora es la mueca socialista involuntaria
para enmascarar el guiño pícaro al capitalismo que se hace desde el
poder, con la pretensión de seguir medrando con el discurso solemne de
la nación. Yo, que creo conocer algo de historia de Cuba, no había visto
nunca tanta mediocridad extractada y destilada por los poros de la
ideología y la política del Estado.

En el principio se reprimía para sujetarnos como la siempre fiel isla de
España. Luego se reprimía para proteger los intereses de una élite
ligada al capitalismo. Más tarde se siguió reprimiendo porque era
necesario evitar toda perturbación en el camino del socialismo, y ahora
el socialismo reprime para que no le obstruyan su via crucis hacia el
capitalismo. Pero si hasta ayer la represión era consistentemente
coherente con el significado de las palabras que pronunciaba el poder, a
partir de hoy la represión se hace en nombre de una cosa para defender
otra: la legitimación del capitalismo de élite a través de la piñata.
Una piñata legal.

Eso no es poca historia. Sin asumirlo en su narrativa, el poder admite
en los hechos que no hay más remedio que seguir el curso de la única
economía mundialmente existente, la capitalista, y se anota el primero
en la nueva lista de la burguesía cubana afincada en el país. Y si ya lo
era por mentalidad y consumo, ahora comienza a serlo en propiedad,
mediante la auto asignación de propiedades.

Hasta donde he podido leer en los análisis que se han hecho sobre la
infame ley antipatriótica marcada con el no.118 ―una ley pensada para la
economía del poder, no para la economía nacional― no se ha reparado lo
suficiente en su Artículo 18.2. ¿Qué nos dice?: "La transmisión a favor
de los inversionistas nacionales de la propiedad o de otros derechos
reales sobre bienes de propiedad estatal, para que sean aportados por
aquellos, se efectúa bajo los principios establecidos en la Constitución
de la República y previa certificación del Ministerio de Finanzas y
Precios, oído el parecer del órgano, organismo o entidad correspondiente
y con la aprobación del Consejo de Ministros o su Comité Ejecutivo,
según proceda". Hasta aquí.

Vayamos al asunto. ¿Qué es un inversionista nacional? Plantea el
Artículo 2, inciso m, que se trata de "persona jurídica de nacionalidad
cubana, con domicilio en el territorio nacional, que participa como
accionista en una empresa mixta, o sea parte en un contrato de
asociación económica internacional". Y es curioso que se especifique lo
de accionistas. Se trata de adquirir lo que ya se posee, a través del
lavado de dinero.

Pero podemos pensar que la Asociación de Bufetes Colectivos, como
persona jurídica, está en condiciones de adquirir propiedades, si es que
quiere convertirse en inversionista, respetando los principios de una
Constitución que precisamente niega tal posibilidad. El asunto es
simple: ninguna institución del Estado, o reconocida por éste, puede ser
o convertirse en propietaria de sus propios bienes. Esa contradicción
lógica esconde lo que viene: la disolución de la propiedad estatal, que
se supone social, en manos de nombres y apellidos cristianos situados en
las esferas más cerradas de poder. Todo de manera legal ―lo que no
significa que legítima―, y sin el apuro y el correcorre de la piñata
nicaragüense de los 90 del siglo pasado, que deslizó los bienes
usufructuados a manos de los sandinistas, convirtiéndolos en propiedades
legalizadas después que aquellos perdieran las elecciones de ese año.

El paso tranquilo y jurídicamente resguardado de bienes del pueblo a
manos de la élite es lo que podríamos llamar una piñata legal. Con buen
criterio de las prácticas gerenciales de la economía capitalista, se
sabe bien que ningún inversionista extranjero vendrá a Cuba a invertir o
dará dinero a personas jurídicas difusas que no asumirán
responsabilidades frente a los riesgos de toda inversión. Se necesitan
nombres concretos, de personas concretas e identificables que puedan
responder por los resultados o la falta de resultados, las pérdidas o
las ganancias de las inversiones. Persona jurídica viene a ser así el
buen nombre para encubrir personas naturales con apellidos garantizados
de y por el poder.
Esa piñata legal necesita protegerse de las demandas de la sociedad. De
modo que al reprimir, los órganos policiales y de seguridad no están
defendiendo un orden socio-político que se disuelve, sino el
desplazamiento del poder a otro orden social basado en las nuevas
propiedades y en los nuevos accionistas con apellidos revolucionarios.
En la misma medida y por el tiempo que este proceso peligroso e
ilegítimo de conversión se ajuste, así será la crudeza y la extensión de
la represión social: contra la sociedad civil concientizada y contra la
sociedad civil espontánea.

El problema de la represión no es ideológico ―nadie serio puede
contrastar nuestra realidad con un paradigma―; ni tampoco de seguridad
nacional ―excepto el narcotráfico, ninguno de los intereses de poder
foráneos se está fijando en Cuba. El problema de la represión tiene que
ver con la necesidad de reajuste económico del poder frente a la
creciente pérdida de legitimidad ante la sociedad cubana. Abrirse al
extranjero en medio de la pauperización del país es un riesgo al poder,
mucho mayor que un debate entre liberales y marxistas. Las ideas no
interesan, lo que importan son sus consecuencias. Ahí está el estado
punitivo para garantizar la inyección sosegada de capital fresco sin
conflicto en el horizonte.

El dilema del régimen es el de cómo darle cuerpo a un nuevo capitalismo
nacional evitando el escrutinio social e ideológico. Los chinos, que sí
piensan en términos estratégicos y en un proyecto cultural que tiene
milenios, actuaron sin cinismo y dijeron que ser rico era glorioso.
Agregaron algo más: para ellos no importa el color del gato, lo
importante es que case ratones. Nuestros capitalistas no. Ellos reprimen
al resto de la sociedad, aunque no piense en el capitalismo, para
construir su capitalismo en nombre de Marx, Lenin y Martí. Ya no habrán
piñatas como fiesta, solo habrá piñata como reparto…de cualquier cosa.

Source: La piñata, la represión y el capitalismo en Cuba | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/63383/

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