Monday, December 16, 2013

Las guaguas sucias

Ómnibus, Transporte, Cambios

Las guaguas sucias
La periodista de Granma considera como una indisciplina inaceptable que
la gente haga lo que hace en cualquier otro lugar del mundo cuando viaja
en un bus por muchas horas
Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 16/12/2013 10:59 am

Desde que vivo fuera de Cuba puedo hacer algo que no podía hacer en
Cuba: leer el Granma. Y lo hago diariamente y con cuidado pues el
Granma, aunque terriblemente aburrido, es parte de una realidad nacional
que cambia, trabajosamente, pero cambia. Y por ello en los últimos
tiempos es posible encontrar artículos curiosos, no porque sea la
voluntad del periódico intrigar a sus lectores, pues el Granma sigue
aspirando a ser un periódico de ideas firmes. Sino porque sus
periodistas están obligados a escribir piezas condimentadas con las
consignas del momento, la crítica light pero de alguna forma relevante y
finalmente alguna pericia profesional. Y todo esa confabulación de
propósitos diversos da lugar a piezas que arrancan dudas y sonrisas.
Hace unos días encontré un artículo dedicado a los viajes
interprovinciales y sus incidentes, y cuyo hilo argumental era nada más
y nada menos que la monstruosidad perpetrada por un pasajero que, en un
viaje desde Las Tunas, vomitó en el bolsillo posterior del asiento
delantero. Los choferes andaban acongojados con el descubrimiento, que
hicieron el día después del hecho terrorista, y a puro olfato, lo que
ciertamente indica que el ómnibus no fue limpiado adecuadamente tras
doce horas de camino y una noche de estancia. Y que los bolsos de los
asientos donde los pasajeros comunes —que no vomitan— siempre dejan
papeles y otros desechos, no fueron vaciados.
Debido a que el país se encuentra en una campaña por el rescate de
aquello que el General/Presidente considera los tradicionales buenos
modales de los cubanos, la periodista creyó oportuno empujar en esta
dirección. Y, fast and furious, cargó contra los pasajeros desaprensivos
que no saben comportarse en un ómnibus interprovincial. Donde, de paso
menciono, que está prohibido ingerir alimentos durante las muchas horas
de viaje, a pesar de que los buses paran en lugares donde no hay comida,
y cuando la hay, no hay dinero. "Muchas veces —escribe la periodista
citando a un chofer— dejan restos de bocaditos en el piso, migajas de
pan, estuches plásticos, latas vacías, manchas de grasa o de líquidos en
los asientos y hasta hay quienes se limpian las manos con las cortinas o
con la tela destinada para apoyar la cabeza durante el viaje".
Es decir, que la periodista considera como una indisciplina inaceptable
que la gente haga lo que hace en cualquier otro lugar del mundo cuando
viaja en un bus por muchas horas: come, deja virutas de pan y restos de
comida en el piso, desecha latas y botellas y se limpia las manos con lo
que tenga cerca si no hay servilletas. Y como eso lo saben todas las
compañías de transportación de pasajeros, los vehículos se limpian tras
cada viaje, se usan sustancias desinfectantes y ambientadoras y se
desechan los restos de la actividad humana, con algún vómito eventual
incluido. Y cada algún tiempo, se cambian los forros y se lavan. Todo lo
cual parece que no se hace en Cuba.
Sin embargo, la periodista no pareció particularmente afectada por lo
que sí son irregularidades mayores, que menciona de paso al comenzar su
curioso artículo. La cito: "…turbios procedimientos para poder adquirir
pasajes (sobre todo por lista de espera, en la capital del país), no
declaración de capacidades reales por parte de conductores en
terminales, cobro de pasaje sin entrega de boletín, paradas
innecesarias, almuerzos y comidas en establecimientos no estatales con
precios que no están al alcance de todos los pasajeros". Ante todo lo
cual el vómito del pasajero es solo un chiste pesado.
Es una pena que la periodista —con seguridad una persona capacitada e
inteligente— no haya podido ofrecernos un análisis más completo de lo
que es un tema muy complejo. Todo el mundo sabe que el sistema de
transporte interprovincial insular ha sido una actividad deficiente y
muy corrupta. Y que su insuficiencia crónica ha producido un tipo de
cubano medio que no conoce la Isla más allá de su entorno inmediato y de
algún viaje ocasional. Hoy la isla de Cuba es una suerte de agregaciones
feudales habitado por seres severamente territorializados.
En los tiempos del "socialismo real" un viaje interprovincial en fechas
calientes implicaba someterse a unas extenuantes listas de espera que
solo satisfacían los más perseverantes, o evitaban los que, socio en
mano, podían pagar. Cuando apareció el mercado, los precios eran tales
que había que trabajar muchos días, o desviar la ayuda de Miami, para
poder viajar. Hoy por ejemplo, un viaje a Santiago en la opción más
barata —y también más incómoda— cuesta casi un salario mínimo.
Caro, muy caro, pero si al menos limpiaran…

Source: "Las guaguas sucias - Artículos - Cuba - Cuba Encuentro" -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/las-guaguas-sucias-316142

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