El mortal aburrimiento de La Habana
Lunes, Octubre 28, 2013 | Por Víctor Ariel González
LA HABANA, Cuba, octubre,www.cubanet.org - Mientras la mayoría de los
jóvenes no tienen prácticamente ningún lugar adonde salir, otros van a
clubes donde tan solo la entrada representa más que el salario semanal
de un cubano promedio. El precio, en realidad, no es nada del otro
mundo; pero ya se sabe que en Cuba 5 CUC es una suma de dinero que pocos
bolsillos estarían dispuestos a pagar para entrar a un establecimiento
medianamente bueno.
La Habana es una ciudad que no ha muerto, pero languidece. Los fines de
semana la mayoría de sus habitantes se dedica a deambular por ahí por
tal de vencer un poco el aburrimiento colectivo. La gente se agrupa en
escasos puntos de la ciudad, como el Paseo de G o Coppelia, o deambula
sin más remedio por conocidas franjas de la urbe como la calle 23 o el
Malecón. La diversión más extendida consiste en compartir a pico de
botella, lata o cartón, el alcohol que se pueda conseguir y cualquier
parque o esquina son propicios para un pequeño guateque. Esto, lejos de
representar aquella alegría colectiva que muchos turistas relatan
encantados sobre Cuba de regreso a sus países, sí constituye un rasgo
distintivo de la decadencia que va marcando cada vez más a las
generaciones recientes de cubanos.
Hay que tener bastante dinero para divertirse y pasarlo verdaderamente
bien en la capital. Algunas muchachas –y también muchachos– se
prostituyen sólo para tener el privilegio de entrar a los lugares
considerados "lujosos" dentro del breve circuito nocturno de La Habana:
cabarets para extranjeros y discotecas dentro de los hoteles que, en
cualquier gran ciudad del mundo, pasarían por sitios de segunda
categoría, salvo que en los de aquí el sexo rentado sale infinitamente
más barato. La cifra de cubanos que van a estos sitios es muy pequeña.
Mientras, en las calles, en medio de la inmovilidad aparente y la falta
de alternativas afloran las más vandálicas formas de entretenimiento,
las cuales han sido criticadas últimamente en los medios de difusión
propiedad del gobierno, que hace continuos llamados al orden público y a
"combatir" los "comportamientos impropios de un pueblo como el nuestro".
Algunos adolescentes ponen en práctica toda clase de juegos peligrosos,
dañan el entorno urbano e incluso agreden a otros transeúntes. Les da lo
mismo colgarse de los ómnibus con sus bicicletas que hacerlo descalzos
en los días de lluvia para resbalar sobre el asfalto; rompen depósitos
de basura o escriben carteles soeces, maltratan vehículos, gritan,
insultan, empujan y causan bastantes molestias. El mortal aburrimiento
de La Habana llega a su punto álgido con los carnavales que se realizan
cada año, que tienen una cuota nada tranquilizadora de muertos y
lesionados en riñas tumultuarias o peleas con armas blancas.
El gobierno, en vez de estimular opciones sanas, se esmera en aplicar
castigo a los indisciplinados. No procura crear ambientes propicios,
estimular el mercado de los servicios a favor del consumo nacional,
reparar a tiempo los daños ocasionados o brindar una mejor educación en
las escuelas. Por supuesto, ningún hijo de ilustres residentes en los
exclusivísimos barrios donde habita la casta de los dirigentes del país
se asomará por las fiestas de los plebeyos: no las favorecerán con su
presencia porque, para sus familias, ya bastante "generoso" resulta el
haber convertido una de las ciudades más prósperas y movidas del Caribe
en un oscuro y silencioso solar yelmo.
Source: El mortal aburrimiento de La Habana | Cubanet -
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