Rebeldes y revolucionarios, dos términos en oposición
Miércoles, 31 de Octubre de 2012 04:27
Escrito por Juan Gonzalez Febles
Cuba actualidad, Lawton, La Habana, (PD) En una célebre y recordada
polémica, Jean Paul Sartre y Albert Camus pusieron en contraposición sus
respectivas visiones sobre el totalitarismo estalinista que estaba en
boga por aquel entonces.
Sartre que vivía mareado y no era capaz de discernir diferencias entre
elementos contradictorios vinculados a la realidad que vivió y evaluó no
siempre con acierto, tomó la defensa de las posiciones estalinistas.
Camus, por su parte, consiguió aproximaciones bastante exactas sobre el
tema en su denuncia de entonces contra el totalitarismo estalinista. Una
de las mejores fue la dicotomía que encontró entre el rebelde y el
revolucionario.
Según Camus y desde su libro "El hombre rebelde", el rebelde parte de
una independencia completa de mente y ejecutoria. El revolucionario se
afirma en una mente autoritaria que en un principio comienza por
racionalizar los asesinatos para después encontrar las claves para auto
justificar su comisión.De acuerdo con Camus, los revolucionarios son
violentos que siempre justificarán la violencia, primero para alcanzar
sus fines y luego para perpetuarlos.
La vocación de fe revolucionaria proclamada por los actuales miembros de
la élite senil gobernante en Cuba ha dado la razón a Camus. La soberbia
autoritaria de la clase gobernante cubana y su total falta de escrúpulos
tienen en la actualidad más de una referencia. Para redondear la idea,
no hay objetivo político en que la clase gobernante cubana haya dejado o
deje de emplear alguna forma de violencia. Son revolucionarios y esto es
una forma de decir violentos, porque revolución y violencia son términos
casi equivalentes.
Si repasamos las formas totalitarias que amenazan a la humanidad desde
los albores del pasado siglo XX, puede apreciarse que ninguna de sus más
conocidas formas, la nazi-fascista o la comunista y revolucionaria
habría podido sobrevivir sin el ejercicio de la violencia. No ha habido
totalitarismo conocido, desde el fascismo corriente, el socialismo real
o las corrientes fascio-populistas de América letrina y el Tercer Mundo
de los dictadores ladrones de Asia y África, que no haya ejercido la
violencia y que no justifique su ejercicio cotidiano como forma ideal de
lograr sus propósitos. Esto se extiende desde el nepotismo borbónico de
los Castro hasta el socialismo clientelar de Hugo Chávez. Se le suman
los islamistas totalitarios, ciegos en su violencia cruel y su
fundamentalismo intolerante.
Lo mejor y más definitorio es que todos han reivindicadoen en su momento
el título de revolucionarios. Todos han proclamado tal profesión de fe y
en su imaginario y desde el fondo turbio de sus corazoncitos, tanto Pol
Pot, Che Guevara, como Fidel y Raúl Castro y hasta el señor Hugo Chávez,
nunca dejaron de proclamar tal condición. Entonces, a confesión de
partes, relevo de pruebas. Si son revolucionarios, son violentos y si
son violentos, son peligrosos. Camus tuvo y tiene toda la razón.
Por suerte para cada revolucionario, habrá rebeldes. Desde la noche
oscura del mundo islámico, Rushdie escribió sus Versículos satánicos y
Sajarov y Solshenitzin lo hicieron contra el socialismo real en Rusia,
Havel y Lech Walesa desde Chequia y Polonia. En Cuba, el albañil Orlando
Zapata y Laura Pollán enfrentaron casi idénticas violencias
revolucionarias. Estos últimos murieron afirmados ambos, en el
compromiso de su rebeldía. Uno desde el dolor, ambos desde el martirio.
Laura vive y sonríe en cada una de sus Damas de Blanco. Está presente en
las calles que reivindicó para todos, desde el amor de sus gladiolos.
La contraposición de los términos revolucionario y contrarrevolucionario
marca una diferencia y establece los necesarios deslindes entre los
promotores de la violencia, el odio y la muerte y los que rechazan tal
cultura del exterminio. Sería muy bueno que la gente repensara en la
esencia del significado de las definiciones reales. Entonces, será más
fácil escapar del mareo sartriano sin que necesariamente se deba caer en
él. Sartre comprendió su error y lo rectificó más adelante. Se trata de
evitar las rectificacionesque vendrán.
Entre los imprescindibles rebeldes con los que convivo, algunos miran
esperanzados hacia el norte. Sin querer hacer de aguafiestas, quizás
debían tener en cuenta que si nuestros amigos los yanquis no han logrado
defenderse a si mismos, poco podrán hacer por nosotros. No olvidar que
por allá hay revolucionarios y su comité regional clandestino actúa...
Para Cuba actualidad: juan.gonzlezfebles1@gmail.com
http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/5599-rebeldes-y-revolucionarios-dos-terminos-en-oposicion.html
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