Publicado el lunes, 09.03.12
Amor se escribe con 'H'
Gina Montaner
La noticia no tardó en propagarse como un reguero de pólvora. La hija de
Marino Murillo, vicepresidente de Economía de Cuba, había huido de la
isla y se encontraba nada menos que en Tampa, donde se había congregado
una legión de periodistas para cubrir la convención republicana.
A pesar de que nada se sabía de la joven, salvo que se llama Glenda y
que al poco tiempo de cruzar la frontera mexicana en Laredo ya se había
aficionado a Facebook, abundaron las especulaciones en torno a su
decisión de abandonar el país para emprender una nueva vida en la
Florida, epicentro de la diáspora cubana. De inmediato la prensa barajó
la posibilidad de que podía tratarse de una deserción política y que la
muchacha, cuya profesión es la de sicóloga, acabaría por facilitar
información valiosa sobre las fracasadas medidas económicas que ha
encabezado su progenitor, considerado por algunos analistas como uno de
los delfines del castrismo.
La presencia de Glenda Murillo en Tampa desató una cacería informativa
azuzada por las fotos que había publicado en las redes sociales:
imágenes de una chica risueña de veinticuatro años que ya estaba
disfrutando de los parques temáticos del modelo capitalista que está
vedado en Cuba. Su aspecto, despreocupado y alegre, no vislumbraba un
alma atormentada como Svetlana, la hija de Stalin que nunca encontró su
sitio en el mundo: ni en la ex Unión Soviética, de donde huyó, ni en
Estados Unidos, donde dio tumbos hasta el final como un juguete roto.
Entonces ¿por qué una hija de la nomenclatura castrista se aventuraba a
atravesar México hasta tocar suelo estadounidense? Muy sencillo. Dicen
que fue por amor. Se ha informado de que en la ciudad de Hialeah, núcleo
del exilio cubano en Miami, vive el Romeo que le ha robado el corazón a
esta Julieta del Caribe. Habrá Montescos y Capuletos a uno y otro lado
del Estrecho, producto de la división que ha provocado la dinastía de
los Castro, pero la hija del llamado zar de una economía desbaratada ha
dado el gran salto para reunirse con su enamorado. Al aclararse los
motivos de su travesía una buena amiga periodista me escribió: "El amor
lo explica todo, está en las grandes decisiones de la vida". Cuánta
razón tiene mi lúcida amiga.
Puede que algún día Glenda Murillo haga declaraciones con la intención
de despejar el disparate de un régimen que le dificulta a los ciudadanos
viajar al exterior como lo hacen el resto de los mortales. Un misterio
de los muchos que encierra tan cruel tiranía.
Por lo pronto todo indica que el amor ha triunfado en una ciudad obrera
que acoge a exiliados recién llegados con el ánimo de labrarse una vida
próspera y libre. En una de las más deliciosas novelas de Enrique
Jardiel Poncela, Amor se escribe sin H, el autor español concluye que un
sentimiento como el amor no es primordial porque todas las palabras
importantes –hijo, honra, hambre, heroico– se escriben con "h". Novedosa
teoría que Glenda Murillo ha invalidado. Definitivamente amor se escribe
con "H" de Hialeah.
www.firmaspress.com
http://www.elnuevoherald.com/2012/09/03/1290388/gina-montaner-amor-se-escribe.html
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