los músicos cubanos
marzo 28, 2012
Yenisel Rodríguez Pérez
HAVANA TIMES, 27 mar — Nada menos que los siete días a la semana, con
tres tandas de 45 minutos cada uno de esos días, sin descanso entre
temas, un repertorio de 48 temas diferentes y la exigencia de renovarlos
semanalmente, son algunos de los requerimientos básicos que los
empresarios extranjeros exigen a los músicos cubanos antes de invertir
en sus propuestas musicales.
A pesar de las malas condiciones de trabajo, lograr firmar uno de estos
contratos sobreexplotadores es todo un acontecimiento comercial para la
precarizada comunidad de músicos cubanos.
Las energías y el tiempo que implica lograr trabajar en el extranjero
terminan por revindicar cualquier oferta por mala que ésta sea. Obtener
el patrocinio de un empresario extranjero exige desangrase en los
vericuetos de las malas conexiones y los accesos limitados a Internet.
Al instante se harán necesarios los conectos con otros músicos cubanos
en el extranjero. Éstos deberán hacer marketing día y noche buscando
posibles interesados.
Es pedirle a un antiguo compañero de trabajo que salga por medio mundo a
vender tu arte por unos cuantos dólares.
Cuando logras despertar el interés de algún inversor, entonces llegarán
las dilatadas mediaciones de las empresas nacionales y del Instituto
Cubano dela Música.
Se hace extremadamente necesario el acicalamiento económico de los
funcionarios artísticos para que tu propuesta sea aprobada.
Son cuestiones que no se les enseña a los músicos cuando estudian en los
conservatorios.
Por eso tienen que aprender lo más importante después de graduados.
La experiencia académica no será más que un retiro espiritual donde lo
único importante será lograr un virtuosismo musical clásico.
Ya en la calle te tienes que convertir en un chacal si quieres que tus
conocimientos musicales te propicien el sustento personal y familiar.
Algunos, muy pocos, viven del amor al arte. Muchas veces son músicos que
poseen un poderoso mecena familiar.
La mayoría de sus compañeros de estudio terminarán siendo explotados
como cualquier otro trabajador manual. Dejarán el pellejo en la monótona
clonación de estereotipadas y preconcebidas fórmulas musicales.
Por eso no es extraño encontrar músicos que odian lo que hacen. Terminan
aborreciendo la música popular cubana, los centros nocturnos y todo lo
que tenga que ver con la industria de la música. No es para menos.
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