Martes, Febrero 28, 2012 | Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Atarés es uno de los muchos
barrios marginales de La Habana metropolitana, con una población de
quince mil habitantes. Según datos ofrecidos por la misma prensa
estatal, más de la mitad de sus pobladores viven en solares o
ciudadelas en mal estado constructivo. Sin embargo, también esa prensa
estatal afirma que por tener Atarés 13 médicos de la familia, una
policlínica integral y tres centros educaciones, la calidad de vida de
sus pobladores es alta.
Hace apenas unos años los trabajadores sociales publicaron en las
páginas de la Revista Bohemia una investigación que dio como resultado
que la inmensa mayoría de los jóvenes de Atarés, más de la tercera parte
de su población, no tenía acceso a la educación superior, e
investigaciones de la Facultad de Psicología de la Universidad de La
Habana, identificaron las drogas como un problema de esa comunidad.
Eddy Ortiz es un joven nacido y criado en Atarés, pero que se marchó de
allí para siempre porque es distinto al resto de sus amigos de su misma
generación. No es un bravucón y le gusta prosperar. Como tiene varios
oficios, lo mismo arregla un jardín, una puerta, o sirve de ayudante en
trabajos de albañilería.
-Al barrio de Atarés ya no voy ni de visita -dice-. Allí la gente no
avanza. Si les venden tazas de inodoro para la higiene, las venden y
siguen con el inodoro colectivo. Es un desastre. La cuchilla vengativa
sigue en acción, y si alguno le arrebata una billetera a un turista o
una cadena de oro, búscalo en Atarés. Allí la violencia no tiene fin y
los derrumbes tampoco. Ansían que se les caiga el techo, porque creen
que el gobierno le dará una casa. Viven de esos sueños. Pero yo, que soy
más realista, me busqué una mujer con casa independiente aquí en el
caserío La Luz Brillante. Me di cuenta de que no podía esperar por el
milagro de que Fidel se acordara de los pobres de Atarés. Mi mujer, la
negra más linda de todo el municipio Playa, aunque mucho mayor que yo,
es más sabrosa que el ron y como le doy jaque mate todas las noches, me
tiene como un príncipe. Por eso todos me llaman el Príncipe de La Luz
Brillante, siempre con mis camisas bien planchaditas y con olor a limpio.
El caserío La Luz Brillante, situado en la costa oeste de Santa Fe,
pueblo perteneciente al municipio capitalino Playa, se creó hace
alrededor de ocho años. Está compuesto de cincuenta casitas, la mayoría
hechas con materiales que se encuentran por el camino, y según las leyes
de la vivienda, con el status de ilegales. Es conocido como La Luz
Brillante, porque desde un principio sus pobladores cocinan con
querosene, al que los cubanos llamamos "luz brillante", un producto muy
perjudicial para la salud.
¨Soy un tipo con suerte –me dice Eddy con una sonrisa-. Siempre me ha
gustado la tranquilidad. Ni siquiera pertenezco a la reserva militar, en
un país donde tantos han tirado tiros. No sólo porque tengo los pies
planos, sino porque padezco de neurosis obsesiva. Cuando me hicieron un
chequeo mental, resulta que me dio por mirar el techo como absorto,
pasarme las manos por la cabeza como nervioso, guiñar el ojo derecho,
meterme el dedo en la nariz, y dar respuestas tan descabelladas que me
desaprobaron y pusieron en la planilla que yo representaba un peligro
para la sociedad. Así, sin darme cuenta, pude escapar de la vida
militar. La verdad, eso de estar tirando tiros por gusto no me gusta
nada. Prefiero vivir tranquilo, como ahora, y cerca del mar.
http://www.cubanet.org/articulos/el-principe-de-la-luz-brillante/
No comments:
Post a Comment