Periodismo
Cuba y su periodista recluta
Miguel Fernández-Díaz
Miami 02-02-2012 - 11:55 am.
Acerca de un 'periodista' cubano, amenazado de muerte en Miami por…
Miguel Fernández Martínez: 'lejos de la patria, pero sin claudicar ni
rendirnos'.
La noción martiana del periodista como soldado —tan obsoleta como su
contexto decimonónico del periodismo ideológico— tiene que reciclarse
—por imperativo lógico y aun estético— con su entraña romanticona de
ejercer la profesión arrostrando hasta la muerte. Si este peligro no se
corre, pues se inventa, como acaba de hacerlo un "periodista cubano
residente en Miami" luego de relatar, para el blog La pupila insomne, el
capítulo cantado del drama exiliar que protagoniza Reina Loina (o Luisa)
Tamayo, madre de Orlando Zapata Tamayo, en el canal 41 de la televisión
de Miami: la mujer tiene que ganarse la vida como puede, al igual que
casi todos los demás exiliados.
El casco de soldado y la mala idea de periodista no podían menos que
completar la relatoría del programa de televisión con el aviso de haber
recibido el relator una "ola de amenazas, incluso contra la vida". Así
mató dos pájaros mediáticos de un solo tiro gacetillero: pasar de simple
colaborador de un blog a corresponsal casi de guerra en Miami para el
periódico Granma, que sacó enseguida notas sobre la saga, así como
deslizar la enésima prueba de Miami como ciudad de intolerancia y
muerte, para calzar la pretensión alucinante de que "Los Cinco" fueron a
la cárcel por obra y gracias de unos periodistas malvados pagados por la
Casa Blanca.
Acaso basten dos dedos de frente para preguntarse por qué amenazaron al
"periodista cubano residente en Miami" y no a los periodistas de Miami
que armaron la entrevista con Reina Loina para el programa A Fondo con
Sevcec (AméricaTeVe, Canal 41). El cuento de que aquel —y no estos—
propició "amplia difusión" en Internet e irritación en los "sectores
extremistas de origen cubano" solo puede urdirlo y tragárselo el mismo
"periodista cubano residente en Miami", quien hasta el año pasado era
reportero de la Agencia Nacional de Información (AIN), luego de regresar
a Cuba tras avecindarse por primera vez (1999) en Miami, donde colaboró
con el Diario las Américas y hasta firmó la carta de respaldo a los tres
periodistas de El Nuevo Herald cesanteados (2006) por colaborar con
Radio y TV Martí.
Este otro periodista nunca se graduó, pero antes de arribar por vez
primera a Miami ejercía el periodismo independiente en la Isla y hasta
se enroló en las agencias Habana Press y Cuba Free Press. De esta última
"fue expulsado [sin] cumplir cinco meses de trabajo", pero aún tuvo
tiempo para largar artículos por Cuba Net (Miami) aseverando "muchas
veces que la verdad esgrimida sin remilgos en esta Habana totalitaria
entraña un riesgo y una posición ante la vida. Y uno de esos peligros es
que pretendan convertirnos, injustamente, ante la opinión pública
nacional e internacional como agentes enemigos y traidores". Ni qué
decir de su "regocijo personal a (sic) la labor que profesionalmente
comparto con ese grupo de hombres y mujeres que, asumiendo los peores
riesgos y renunciando a la tranquilidad que ofrece el ejercicio de una
profesión manipulada, llenan los espacios informativos con la verdad que
acontece en esta isla del Caribe".
Ya fuera de ella, este periodista se comportó abiertamente como soldado
al coordinar en Miami (2003) el proyecto Levántate Cuba con ánimo de
"recaudar fondos destinados a ayudar a los familiares de presos
políticos, periodistas independientes y opositores pacíficos sometidos a
largas y crueles condenas de cárcel". No obstante recurvó a la Isla,
pese a que había reportado que "cada día son más las muestras de
intolerancia y represión contra pacíficos luchadores civilistas dentro
de Cuba, so pretexto de actitudes subversivas en favor de potencias
extranjeras enemigas. Falso argumento para estos tiempos convulsos".
Ahora, de vuelta en Miami, este periodista cubano, que tiene tanto de
soldado —como decía Martí— pero cambiacasaca —como nunca Martí dijo—
acaba de soltar: "Estar lejos de la Patria, y sostener un rincón de
lealtad a su pueblo, es un acto sacrílego para los que solo saben hablar
con el lenguaje de las pistolas y las bombas. Pero aquí estamos, sin
claudicar ni rendirnos". Como si nadie supiera que hace rato, pero mucho
rato, que en Miami no tiran ni siquiera un hollejo a un chino pro castrista.
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