La aventura de un hombre tranquilo
Raúl Rivero
Madrid – Como en el instante mismo en el que estaba en la espuma de la
ola de Revolución de Terciopelo, Vaclav Havel ha vuelto a convocar al
mundo entero a Praga. Esta vez para despedirse en silencio, desde el
sueño, en un país que él ayudó a liberar del comunismo con una fórmula
personal donde tuvieron siempre espacio y armonía la lucidez, la
serenidad, la paciencia y el talento de un señor de la palabra.
Han ido a decirle a adiós representantes de los demócratas de todos los
puntos del planeta tierra y millones de checos agradecidos que guardaron
–unos en la memoria, y otros a través de los libros de historia– la
imagen del escritor enfrentado a una burocracia inepta respaldadas por
tanques ajenos.
Regresan a la realidad de la vida en Chekia el tono agudo y crítico de
sus obras como El partido en el jardín, El memorando o La creciente
dificultad de concentración. Y vuelven los centenares de artículos y
documentos que hizo circular como piezas de denuncia ante el vacío de
una sociedad sin destino en un país que él llamaba Absurdistán.
Se recuerda su batalla permanente, su firma en la famosa Carta 77
pidiendo respeto a los derechos humanos y sus penas de cárcel porque con
discreción, sabiduría y coraje no dejaba de trabajar ni un solo día por
la libertad. No importaba que estuviera detrás de las rejas, en el
insilio, en el campo, como operario de una fábrica de cerveza o en el
difícil y estrecho margen de clandestinaje que dejan los gobiernos
totalitarios.
El silencio oficial que se le ha dedicado en Cuba a la muerte de Havel
tiene mucho que ver con el poder de su presencia –desde hace muchos
años– en la experiencia de los principales grupos de la oposición
pacífica. En todas las bibliotecas independientes que comenzaron a
funcionar en la isla en los años noventa estaba enseguida en las listas
de espera su Cartas a Olga y el Poder de los sin poder, unas ediciones
mínimas que recorrieron y recorren todos los caminos de San Antonio a Maisí.
Dejar a los panfletos locales sin las reseñas de sus funerales y la
repercusión internacional que han tenido es parte del mismo esfuerzo por
tratar de ocultar la biografía de un líder civil, pacifista, creyente en
la razón y no en la pólvora. Un hombre que era dueño de una fuerza
interior que le permitía desdeñar el miedo y concentrarse en la ilusión.
Allá, lo sabemos muy bien, se le ha recordado mucho y se habrá soñado
con la mañana en que le pueda rendir un homenaje abierto y popular a
quien, en Europa, ha sido el amigo mejor, el demócrata más cercano y
comprometido con la libertad de Cuba.
En Praga, en una oficina llena de libros y recuerdos, retirado ya de la
presidencia, de vuelta a su trabajo de escritor, conversamos sobre la
realidad cubana y del porvenir.
Un Havel sosegado que hablaba en voz baja y muy despacio opinó que no se
le podía dar entrada a la desesperanza. Algunos se demoran más, me dijo,
pero todos se tienen que ir.
http://www.elnuevoherald.com/2011/12/25/1089781/raul-rivero-la-aventura-de-un.html
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