Miércoles, Noviembre 30, 2011 | Por Aleaga Pesant
CAMAGÜEY, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Camagüey, como ciudad y
provincia, es enorme, y al mismo tiempo, despoblada. Según los datos más
recientes, su densidad de población es inferior a los 50 habitantes por
kilometro cuadrado. De los más bajos de la isla.
Si se camina por la Avenida de la Caridad, en el centro, tres cosas
saltan a la vista: la alegría de la comunidad, la belleza de las
mujeres, y el mestizaje de la población. La avenida es la más hermosa de
la ciudad, está llena de arboles y portales que protegen del cálido sol
del trópico. Comienza en la Plaza de la Iglesia Parroquial y termina en
el río San Juan.
Caminando entre la gente durante la fiesta del tinajón, se comprende que
el mestizaje de los camagüeyanos va más allá de lo esperado en una
ciudad supuestamente 'blanca' y con fama de racista durante la
República. Se observa la integración racial y negros, mulatos y blancos
conviven armoniosamente.
No obstante, el viajero se enfrentará a la incomunicación de sus
habitantes, la intolerancia de sus opiniones y el desastroso sistema de
transporte de la ciudad. El camagüeyano de hoy posee una mezcla de
pensamiento rural, autoritario y conservador. Por eso es difícil para
los "extranjeros" entrar en sus círculos sociales y amistosos. Además,
como negociadores son duros e intolerantes en sus posiciones. Cuando un
camagüeyano hace una propuesta, piensa que da una orden, si recibe otra
proposición, asume que está en combate.
El transporte público es de los peores, con un territorio amplio, de
baja densidad poblacional, con grandes repartos distantes entre sí y sin
rutas que intercomuniquen. Si en La Habana, con cuarenta pesos, usted
va de la Lisa hasta Alamar (40 ó 50 km), y en Santiago de Cuba con diez
pesos toma una moto que le lleva a cualquier punto de la ciudad, en
Camagüey treinta pesos sólo alcanzan para tomar una bici taxi y avanzar
un par de kilómetros. Una maquina de alquiler nunca bajará de los 125
pesos por cualquier recorrido a través de la enmarañada red de calles y
avenidas.
Nuevitas puerto de mar
En la estación de trenes o ferro-ómnibus de Camagüey, comienza una larga
avenida de más de diez kilómetros que todos identifican como la
carretera del aeropuerto, aunque también pasa por el hospital Amalia
Simoní, varias fábricas y prisiones.
Esa carretera al norte, lleva al municipio de Minas y más allá a
Nuevitas. A las 6:20 horas pasa el autobús para la ciudad portuaria,
que viene de La Habana. El que no lo pueda tomar, deberá acomodarse en
un camión de transporte de pasajeros y, al cabo de las dos horas llegar
a Nuevitas, un lugar poco común, que a pesar de ser un pueblo costero,
está de espaldas al mar.
En ciudades cubanas como La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Manzanillo o
Santiago, la ciudad mira al mar. La integración se da a partir de la
estructura de los edificios que tienen su entrada principal orientada
hacia el agua, así como la presencia de paseos o avenidas, que corren
paralelos a la costa o desembocan en ella. En Nuevitas no es así en el
casco histórico, y mucho menos en las construcciones post republicanas,
feos edificios construidos por micro-brigadas de obreros que poco o nada
sabían de construcción.
Lo único que contradice esta idea es la presencia de la Iglesia de la
Virgen de la Caridad, en la loma que domina el poblado viejo. En la
iglesia llama la atención la austeridad de símbolos interiores y la
cantidad de feligreses, sobre todo mujeres, especialmente para un jueves
por la mañana.
Colindante con la iglesia está el parque del Cañón Viejo. Una gran
explanada que aprovecha las diferencias de nivel, para crear pequeños
balcones sobre la bahía. En su parte oeste se encuentra la explanada
construida por los masones y dedicada a José Martí, levantada en 1956.
La pequeña plaza recoge placas de las donaciones hechas por logias de
la ciudad, y las de Camagüey, Santa Cruz del Sur y Ciego de Ávila entre
otras, para la construcción del monumento al patriota.
El casco histórico del poblado se ubica a barlovento, al sur de la bahía
y de un pequeño promontorio que protege de los vientos del norte. El
resto de la ciudad creció hacia el oeste (El Distrito) y el norte (El
Puente y Tarafa), como comunidades cercanas pero no integradas.
Hoy Nuevitas tiene menos de 35 mil habitantes, con industrias
contaminantes, como la de fertilizantes, cemento o la termoeléctrica.
Muy cerca, hacia el norte se encuentran las hermosas playas de Cayo
Sabinal, prohibidas para los visitantes nacionales por los guarda fronteras.
Ecos del 32
A ochenta kilómetros al sur de Camagüey está Santa Cruz del Sur. Una
larga, estrecha y sinuosa carretera, despoblada de personas y bordeada
por la mala yerba (marabú), lleva al poblado costero. Se sale de
Camagüey desde La Colonia (hospital infantil) por una calle que conduce
a la carretera de Santa Cruz. Los que llegan del este o el oeste, por
lo general evitan la ciudad transitando por la circunvalación
meridional. Durante todo el recorrido sólo habrá algunos cruces de
caminos, como el de Vertientes, el 41 o el de Suárez Gayol.
El pueblo de Santa Cruz que existe hoy no es el original, que fue
literalmente borrado del mapa por el ciclón del 9 de noviembre de 1932.
Hoy, la parte importante del pueblo se encuentra a más de kilómetro y
medio, tierra adentro, y la mayoría de las construcciones de madera,
edificadas después de la destrucción del 32, se conservan en buen estado.
http://www.cubanet.org/articulos/camaguey-de-norte-a-sur/
Pero para los santacruceños el ciclón del 32, que dejó miles de
víctimas, tiene sus ecos. Sesenta y nueve años después, al llegar a la
playa, se observa un cementerio de barcos encallados en bancos de arena.
Pero hay otros que no se ven. Se dice que el huracán Paloma (2008),
hundió cinco barcos, acabados de recibir, que nunca han sido reflotados.
Un poblano comentó el nivel de desempleo en la comunidad. Un joven
habló del permanente estado de sitio contra los viajeros y los
frecuentes registros de la policía al autobús, que sale todas las noches
hacia La Habana. Según dijo, muchos santacruceños, para ganarse la vida,
transportan camarones, langosta y pescado hacia Camagüey y La Habana,
principales receptores de esos productos marinos. Y ese comercio está
prohibido por el gobierno.
La pesca está vedada a los particulares, que se convierten entonces en
pescadores furtivos y son acusados -no sin razón- de dañar la fauna y
la flora costeras, por la forma en que realizan la captura.
Tierra adentro, los bateyes murieron con el desmantelamiento de las
fábricas azucareras Cándido González, Suárez Gayol y Haití. Como no hay
fuentes de trabajo, la gente vive en precarias condiciones y se
deterioran rápidamente los servicios públicos; especialmente con el
envío de médicos y maestros a las llamadas "misiones" en los países del
ALBA.
De norte a sur, se abre la inmensa Camagüey. De Nuevitas a Santa Cruz.
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