Junto a la "Batalla de Ideas", el proyecto de los trabajadores sociales
fue uno de los últimos empeños del octagenario gobernante Fidel Castro
por afianzar la ideología socialista entre los cubanos.
martinoticias.com 28 de septiembre de 2011
El programa de los Trabajadores Sociales en Cuba perdió su autonomía y
condición de presupuestado, a raíz del Decreto-Ley 286, publicado este
miércoles en la edición online de la Gaceta Oficial, bajo la firma del
gobernante Raúl Castro.
"La carrera perdió su sentido apenas empezó porque se motivó a las
personas a estudiarla por beneficio material, impulso forzoso para no
quedarse sin estudios y luego para colmo se utilizó en mil cosas que
nada tenían que ver con el trabajo social," apunta el joven cubano Henry
Constantín.
Los jóvenes que aceptaron formar parte de una nueva aventura de la
revolución cubana, no sabían exactamente cuál sería su destino, pero
contaban con un presente mucho más placentero que el del resto de los
estudiantes de la isla.
En sus escuelas, habilitadas en un santiamén, disponían de una higiene
impecable, buena y abundante comida, servicio de salud superior al
habitual, y completo avituallamiento de ropas y artículos de aseo
personal. En cada evento cultural o político, eran invitados especiales.
A cambio, el gobierno les exigía un compromiso de 10 años en su labor y
debido a la premura del curso solo se graduaban como bachilleres en
letras. Al terminar su corta preparación, podían iniciar una carrera
universitaria de humanidades sin mayores obstáculos que desearlo, pero
con la advertencia que no podrían ejercerla hasta cumplido su servicio
social.
"Cuando tú conviertes en trabajadores sociales a personas necesitadas de
trabajo social, pues obviamente tuerces por completo el sentido de la
profesión, entonces en vez de resolverse problemas, se generan," indica
Constantín.
El joven recuerda la trifulca de peligrosas proporciones entre los
futuros "médicos del alma" de la escuela de trabajadores sociales de
Santiago de Cuba. La pelea entre dos bandos de estudiantes de diferentes
provincias dejó heridos y aulas destruidas. El entonces canciller Felipe
Pérez Roque se vio obligado a intervenir para aplacar la situación.
"El ejército de trabajadores sociales llegó a contar con unos 45,000
jóvenes y cumplió tareas como el multicopiado de cassetes de videos para
misiones educativas en Venezuela, (…) y la atención a ancianos y
discapacitados, así como labores de prevención delictiva y gestión
política en los barrios," publicó el sitio digital Café Fuerte.
Además colaboraron con el censo de Población y Vivienda, y supervisaron
la legalidad de la venta de pasajes en las terminales de ómnibus y la
distribución de equipos electrodomésticos a los núcleos familiares.
Pero muchos de estos muchachos comenzaron a participar en varios
negocios ilegales según se presentaba la oportunidad, al amparo de
orientaciones oficiales, que les otorgaban poderes ilimitados.
Por ejemplo, llegaron a las empresas para colaborar en un estudio del
control de combustible y terminaron traficando la gasolina y el petróleo
de los servicentros y repartiéndose las ganancias con los choferes y
expendedores.
Para Henry Constantín "el problema del desvío de combustible no es que
los que lo manejen sean ladrones, es que son cubanos que están llenos de
penurias, y ponerlos a vigilar a otros cubanos que están llenos de
penurias, es simplemente aumentar la cantidad de personas que pueden
desviar recursos".
La misión de los trabajadores sociales siempre estuvo regida por los
antojos castristas. Dispuestos siempre a vagar por el lugar de Cuba que
fuese necesario, su condición de gitanos modernos los llevó a aprovechar
las oportunidades de lucro allí donde se presentaran.
Yesmi Elena Mena, colaboradora de la agencia Centro Press en Cuba,
explica que los trabajadores sociales implicados en procederes ilícitos,
mucho de ellos jefes, empañaron la imagen de este proyecto, "pero en el
camino se demostró que no eran todos".
Una conocida suya trabajadora social le confesó su frustración ante la
imposibilidad de resolver los problemas de las familias, pues el estado
no provee los recursos necesarios. "Ellos estaban haciendo todo su
esfuerzo y poniendo en práctica lo que se les orientó. Al principio
todos estaban muy contentos con su trabajo, pues ellos en sus reuniones
luchaban por las necesidades de cada familia cubana.
Constantín entiende el papel esencial que desempeñan estos profesionales
en la sociedad, pero "dada la realidad de lo que significa ser
trabajador social en Cuba, esas prebendas eran injustificadas y eran
solo la posibilidad del gobierno de tener un grupo numerosos de
muchachos a sus órdenes para cualquier tarea."
http://www.martinoticias.com/noticias/Ponen-fin-a-otro-proyecto-de-Fidel-Castro-130731283.html
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