Miércoles, Septiembre 28, 2011 | Por Francisco Chaviano González
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Jaimanitas, el pequeño
poblado costero al oeste de la Habana, fue fundado en el siglo XIX como
asentamiento pesquero. Su costa está limitada por el río y la bahía que
llevan su nombre. En la margen opuesta del río se construyó en la década
de los 50 la Marina Barlovento, hoy rebautizada como Marina Hemingway.
En el pueblo había cuatro balnearios: el Cabo Parrado, un club militar:
La Conchita, La Sociedad y el de Lucilo de la Peña, construido con
dinero de la alcaldía local y la cooperación del pueblo. En todos se
realizaban actividades recreativas, para niños, jóvenes y adultos. En
el litoral se levantaban comercios de toda índole, restaurantes,
cafeterías, bares, instalaciones para el alquiler de trusas, y
taquillas. Daba gusto vivir en Jaimanitas.
Al este de se levantaba el aristocrático Havana Biltmore Yacht and
Country Club, para esparcimiento y el ejercicio acuático, con
instalaciones deportivas y campos de golf, colindante con el reparto
Alturas de Jaimanitas.
Pero llegó el Comandante y mandó a parar. En Alturas de Jaimanitas
instaló su Punto Cero y convirtió los campos de golf en unidades
de su seguridad personal. Militarizó la bahía, emplazó en ella una base
operativa de guarda fronteras y las residencias que bordean la rada se
convirtieron en instalaciones del Ministerio del Interior.
La playa y las edificaciones del Biltmore son hoy el exclusivo Club
Habana, para el uso exclusivo de extranjeros y miembros de la
nomenclatura. En los terrenos deportivos se construyeron edificios,
también para extranjeros. Las instalaciones de yates de los ricos de
antes, fueron ocupadas por las embarcaciones de los gobernantes,
incluidos Fidel y Raúl Castro.
Para los lugareños desapareció la infraestructura recreativa. De los
balnearios sólo subsisten el Cabo Parrado, conocido ahora como Los
marinos, y el de Lucilo, rebautizado como círculo social Marcelo Salado,
cuyas instalaciones pasaron a servir a dos ministerios, cerrando sus
puertas a los residentes de Jaimanitas, quienes tuvieron que conformarse
con algunos tramos de costa.
de Jaimanitas se ha duplicado desde 1959, y hoy sólo cuenta con dos
quioscos y un fotoservice donde se pueden comprar alguna mercadería y
alimentos en pesos convertibles, a los precios más caros del continente,
para trabajadores que ganan menos de un dólar diario. Otras
instalaciones, dos bares, prestan servicios también en dólares. Hace
unos meses se inauguró un restaurante en el antiguo bodegón, ubicado en
la esquina donde termina la Quinta Avenida.
En Jaimanitas abundan las dificultades para adquirir alimentos; las
calles están rotas, los salideros de aguas albañales campean por su
respeto y la panadería se rompe todas las semanas. El transporte público
apenas existe, la escasez de transporte abruma a la población y la
recreación despareció. Sólo nos queda el recuerdo de lo que ha sido y ya
se fue.
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