¡Abajo Obama!
R. Álvarez Quiñones
Los Ángeles 27-09-2011 - 7:50 pm.
…y no pasa nada. Pero gritar '¡Abajo Raúl!', en Cuba, puede costar la
cárcel. Diez opositores esperan juicio.
Manos sobre un cartel de Obama. (REUTERS)
Imaginemos que en la plaza Pershing de Los Ángeles alguien grita "¡Abajo
Obama!" y de inmediato es arrestado por la policía, llevado a juicio y
condenado a siete años de cárcel. O que los indignados en Madrid sean
enjuiciados por gritar "¡Abajo Zapatero!", o que un chileno vaya a
prisión por decir "¡Abajo Piñera!".
Tales encarcelamientos serían noticia en el mundo entero, y
escandalizaría a la opinión pública en Estados Unidos, España y Chile.
Los medios de comunicación cargarían contra las autoridades policiales,
judiciales y gubernamentales de esos países.
En Cuba, sin embargo, en la oriental ciudad de Palma Soriano, diez
personas han sido arrestadas y esperan ser llevadas a juicio por gritar
"¡Abajo Fidel!" y "¡Abajo Raúl!". Son acusadas por el gobierno de
"atentado y desorden público", y podrían recibir sentencias de varios
años de prisión.
Qué ironías tiene la vida. Recuerdo que cuando de muchachón en los años
50 los estudiantes de bachillerato salíamos a las calles en mi pueblo,
Ciego de Ávila, en manifestaciones contra la dictadura batistiana, tan
pronto gritábamos "¡Abajo Batista!" aparecían los esbirros policiales y
la emprendían a golpes contra nosotros. Casi siempre, gracias a nuestra
agilidad juvenil, nos librábamos de los "vergajazos" que nos tiraban a
diestra y siniestra. Y aún así, en una ocasión me atizaron en un hombro.
Pero hay un detalle que marca la diferencia entre aquella dictadura
jurásica y la sofisticada de hoy: ninguno de quienes gritábamos contra
el General de entonces fuimos posteriormente arrestados en nuestras
casas y condenados a varios años de prisión. Además, nadie pudo
imaginarse que Fidel Castro, a quien percibíamos como el líder que
traería de nuevo la democracia al país, devendría dictador también,
mucho peor que Batista —y por medio siglo—, o que gritar contra él en la
calle costaría ir a la cárcel.
Es difícil de entender cómo personas en la Isla que tienen edad
suficiente para haber gritado "¡Abajo Batista!", dictador por siete
años, pueden apoyar a dos gobernantes que ahora envían a prisión a
quienes gritan contra ellos por tiranizar a Cuba durante 53 abriles. ¿No
tienen los cubanos de hoy derecho a gritar contra gobernantes que se han
hecho ancianos en el poder, y sí era plausible hacerlo contra un
dictador que ahora sabemos era un aficionado comparado con los Castro?
Lo cierto es que por una orden de la Fiscalía Provincial de Santiago de
Cuba, se dispuso el encarcelamiento de estos diez opositores de Palma
Soriano en las prisiones de Aguadores y Mar Verde, para ser llevados a
juicio. Seis de ellos ya sufren prisión desde el 28 de agosto. Los otros
cuatro fueron detenidos hace unos días.
Y no pasa nada. Los cubanos ni siquiera se han enterado de que esos
compatriotas están presos o esperando un juicio. Esa es un "pequeña"
diferencia entre la democracia y el totalitarismo, pero que
lamentablemente la mayoría de los medios de esas democracias pasan por
alto. Es como si esos atropellos e injusticias no tuviesen lugar, no
existiesen.
Esa es una de las caras más tristes del drama cubano, la indiferencia
bastante común ya en Occidente, salvo honrosas excepciones. Es
lamentable la complacencia de muchos gobiernos democráticos, y la
complicidad abierta de regímenes que aunque vieron la luz gracias a
procesos electorales, hoy son autoritarios de pies a cabeza.
Es verdad lo que me es útil
Lo peor, claro está, es que todos los medios en Cuba son propiedad del
gobierno, por lo cual nadie jamás se entera de nada que no le convenga
al régimen. Para vergüenza que siempre será un baldón en la historia de
Cuba, una de las decisiones tomadas por Castro muy tempranamente al
asumir el poder fue suprimir la regla de oro del periodismo cubano
enunciada por José Martí, de que "la palabra es para decir la verdad, no
para encubrirla", y la sustituyó por una tomada prestada del filósofo
William James, padre del cinismo pragmático estadounidense, que postula:
"Sólo es verdad lo que me es útil".
Con este paradigma mediático, en Cuba lo que no le conviene a los Castro
es mentira. Y lo que es falso, pero resulta útil, es verdad. Decir la
"verdad verdadera" en la Isla, por tanto, es un crimen. Y gritar abajo
Fidel, o Raúl, lo es.
Como consecuencia de esta "ética" tan especial, los cubanos de la Isla
no suelen enterarse de nada realmente importante, y sí de todo lo que le
conviene a la dictadura, especialmente lo que proviene de la propaganda
que diseña magistralmente el Departamento Ideológico del Comité Central
del partido.
En La Habana, algo "inconveniente" que sucede en San Miguel del Padrón
no se sabe en el Vedado, y viceversa. Nunca antes la realidad del mundo
en que vivimos fue tan negra y tan blanca como en la Cuba castrista,
donde los matices no existen: el capitalismo es malo, y el socialismo es
bueno. En el medio no hay nada.
A las Damas de Blanco, célebres ya globalmente, la mayoría de los
habaneros no las conoce, no sabe nada de ellas. No tienen cómo. Sólo las
conocen físicamente las pocas personas que las han visto desfilar alguna
vez.
¿Cómo es posible apoyar de buena fe a un régimen antimartiano que
oculta la verdad y ensalza la mentira, que envía turbas paramilitares o
a la propia policía a apalear o empujar a mujeres en la vía pública, y a
hostigar o incluso dar palizas a los disidentes políticos?
¿A qué sabe ser defensor de un régimen que califica de traidor a quien
disiente, y pretende hacer creer que el 100% de la población lo apoya,
y que quien discrepa políticamente es un mercenario pagado por
Washington? ¿Es eso creíble para personas con sus neuronas sanas?
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