Saturday, April 02, 2011

Por qué somos diferentes?

Publicado el viernes, 04.01.11

¿Por qué somos diferentes?
Joe Cardona

A raíz de la reciente visita del ex presidente Carter a La Habana, estoy
asombrado de lo poco que Estados Unidos y otras democracias le exigen al
régimen más totalitario del hemisferio occidental.

El segundo viaje de Carter a Cuba (el primero fue en el 2002) sucedió en
medio de una agitación política en el Medio Oriente. Mientras los
vientos del cambio soplaban en Egipto y seguían haciendo remolinos en
Libia y Yemen, el régimen de Cuba se mantiene tozudamente arraigado a un
sistema político y económico fracasado, apoyado en una vieja retórica
que recuerda la teoría de que la Tierra es plana. Y mientras el mundo
libre apoyaba la salida de Mubarak en Egipto y actualmente intenta
someter a Kadafi con los bombardeos, las exigencias al gobierno cubano
de que modifique su actitud tiránica son escasas y anémicas, en el mejor
de los casos.

Durante demasiado tiempo, las democracias de América Latina y de Europa
Occidental han utilizado sus relaciones con los hermanos Castro como
palanca contra Estados Unidos. Los vecinos en nuestro hemisferio
entendieron claramente (sobre todo durante la Guerra Fría) que un elogio
del sistema médico cubano o un reconocimiento de la baja tasa de
analfabetismo en la isla dispararía una alarma inmediatamente en el
Departamento de Estado, lo que generalmente les arrancaría concesiones a
los americanos. No importa que el sistema médico y educativo cubano
exija un alto precio a los cubanos en la isla, donde a uno lo enseñan a
leer pero uno no puede leer lo que quiere, y a los ciudadanos les
ofrecen atención médica "gratis" pero mucho menos avanzada y profunda
que la que reciben los extranjeros que pagan en efectivo.

Fidel Castro y el sanguinario maoísta Ernesto "Che" Guevara son símbolos
del antiamericanismo. Tristemente, para muchos aliados de Estados Unidos
era mucho más fácil en la última mitad del siglo XX atacar los valores
norteamericanos que observar y tratar de resolver el deterioro político
de sus países debido a la corrupción imperante.

Hace poco casi me caigo de espaldas cuando oí al embajador francés en la
ONU, Gerard Araud, declarar en uno de los más importantes programas de
debate político de los domingos por la mañana que "Libia era a Francia
lo que Cuba es a Estados Unidos". En otras palabras, que Moamar Kadafi
es una espina en su costado y ellos se reservan el derecho de lidiar con
él de la manera que les parezca apropiada, porque Kadafi está dentro de
su esfera de influencia. Esa es una declaración francamente hipócrita de
un país que en el último medio siglo ha fruncido el ceño ante el menor
comentario anticastrista proveniente de la Casa Blanca.

Me pregunto qué haría Estados Unidos si en Cuba estallara un alzamiento
y el régimen abriera fuego contra el pueblo. No me queda la menor duda
de que la estrategia de los Castro sigue siendo la misma de los últimos
52 años, la preservación del poder a toda costa. Raúl Castro y el viejo
asesino de su hermano mayor sin duda dispararían indiscriminadamente
contra la oposición. ¿Intervendría militarmente Estados Unidos, como
hemos hecho en otros lugares agitados?

Un día quizá sabremos lo que provocó realmente la debacle de Bahía de
Cochinos. Este mes es el 50 aniversario vergonzoso del momento más
triste de la historia de Cuba, un suceso sórdido en la historia
norteamericana que produjo resultados catastróficos para Cuba y su
pueblo. Hace unos años, el ex secretario de Estado Alexander Haig me
dijo en una entrevista: "No se puede hacer política exterior de una
forma barata. Se debieron haber cuidado todos los detalles en Bahía de
Cochinos". Es más fácil ver las cosas en retrospectiva, pero la forma
criminalmente incompetente en que Estados Unidos siguió el plan de
invasión en Playa Girón en abril de 1961 sigue siendo un cruel enigma
para los cubanos amantes de la libertad.

Me hago una pregunta retórica, si los Castro no han cruzado el umbral de
la indignidad y la inhumanidad contra sus ciudadanos. Para muchos,
sostener la mitología de un criminal dictador tercermundista alivia sus
conciencias moralmente y éticamente vacías.

En cuanto a la aparentemente imperturbable indiferencia de algunos
norteamericanos hacia Cuba, me siento tan confuso y tan herido como
Esteban Bovo, padre, un veterano traicionado de Bahía de Cochinos que
hace poco me preguntó: "¿Por qué nosotros? ¿Por qué somos diferentes?"

Cineasta independiente.

http://www.elnuevoherald.com/2011/04/01/914551/joe-cardona-por-que-somos-diferentes.html

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