Thursday, March 31, 2011 | Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) – Desde que dejaron de ser
jóvenes, hace ya tanto tiempo, los caciques de Cuba ven a los jóvenes
como si fueran acelgas, las cuales sirven únicamente para relleno.
Su fórmula es simple: los adoctrinan desde niños para que no sean carne
ni frijoles. Y saben de antemano que aquellos que no aprenden la lección
terminarán abandonando el país. Así que tampoco constituyen peligro, aún
menos.
Claro que precisamente por su simpleza, esa fórmula estaba condenada a
la obsolescencia. Cada vez les reporta menos frutos. Y para colmo, las
pocas acelgas de su última cosecha parecen ser de piedra. No son
moldeables, así que no aplican ya como relleno.
Lo malo para los caciques (que es lo bueno para nosotros) es que esto
ocurra en el justo momento en que los jóvenes vuelven a destacarse como
impulsores de la historia, a través de su protagonismo en las rebeliones
populares del mundo árabe.
Se comprenderá entonces que no atinen a reflejar su preocupación sino
mediante el montaje de una rancia campaña propagandística, dirigida a
presentar a la juventud cubana de estos días como entusiasta
simpatizante con la revolución, tanto y tan entusiasta como pudo serlo
la de cincuenta años atrás.
Ya que carecen totalmente de tiempo, así como de recursos políticos o
morales, para poner en práctica nuevas fórmulas de adoctrinamiento, han
optado por el plan, pueril donde los haya, de intentar hacerle creer a
nuestros jóvenes y a los padres de los jóvenes (que tan bien los
conocen) que ellos no piensan como piensan, sino como dicen pensar unos
cuantos que salen por la televisión.
Hasta para escoger a los nuevos "héroes" que se destapan luego de haber
realizado la "peligrosa" misión de infiltrarse entre las filas de la
oposición pacífica, cuidan que sean jóvenes, sin detenerse a reparar en
lo que verdaderamente opina nuestra juventud sobre esos infelices
fantasmones sin credibilidad y sin gracia.
Jóvenes que no hablan como hablan hoy los jóvenes cubanos, y cuya única
posibilidad de influir (la edad) se vuelve contra ellos apenas abren la
boca ante la pantalla de televisión, porque desentonan dentro de la
generalidad de sus iguales. He ahí el producto que ahora nos venden en
abundancia, liberado de la libreta.
Son las acelgas de la última recogida de los caciques. Una pobre
cosecha, sin duda.
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