Monday, December 13, 2010

Gratuidades

Gratuidades
Domingo, Diciembre 12, 2010 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Si un turista distraído
(tan distraído como suelen ser los militantes de la izquierda
internacional que visitan La Habana) se dejara caer ahora mismo por el
complejo turístico La Casona del Pedregal, en el municipio Playa, tal
vez saldría contándole al mundo que ya los habaneros resolvimos la
crisis económica, pues ha visto con sus ojos cómo cuatro comensales
comieron y bebieron hasta el hartazgo en un restaurante de primera
categoría, pagando por todos algo más de un euro o de dos dólares, es
decir, 50 pesos en moneda nacional.

Lo que quizá le costaría trabajo entender es que esto ocurra
precisamente en tiempos en que los voceros del cacicazgo se desgañitan,
repitiendo que hay que eliminar las gratuidades del pueblo como una de
las disyuntivas para la mejoría de esa graciosa entelequia a la que
llaman "nuestro modelo económico".
No sabe el turista –y no se va a enterar, porque no quiere- que aunque
en la Isla abundan los sitios como ese, no están incluidos entre las
gratuidades del pueblo, por la sencilla razón de que no es la gente
común del pueblo la que puede visitarlos, sino los integrantes del
Ministerio del Interior, un exclusivo clan para el que, al parecer, no
cuenta el retiro de gratuidades, pues habita en otra galaxia.

Por supuesto que la expresión "retiro de gratuidades" no es sino otro de
los muchos trabalenguas que nuestros caciques utilizan como cortinas de
humo. No es posible suprimir lo que nunca existió. Y a estas alturas no
es secreto para nadie que las presuntas gratuidades de la población en
Cuba han sido pagadas al contado por ella misma, no sólo con su trabajo,
por el que nunca cobró lo debido, sino con los más indecibles
sacrificios y privaciones.

La única gratuidad que se ha prodigado aquí a manos llenas, durante los
últimos decenios, es la condescendencia del pueblo para con el régimen,
a cambio de nada.

No obstante, ya que el susodicho retiro de gratuidades continúa
restallando como la explosión del momento en casi todos los discursos y
proclamas de nuestros caciques, llama la atención observar que, por
ejemplo, mientras planean retirar el arroz a precio subsidiado de la
libreta de racionamiento, con lo cual tal vez no puedan volver a comer
arroz muchos ancianos desamparados y otras personas sin recursos,
continúan abiertos e intocables esos centros de pobre privilegio, sea La
Casona del Pedregal, La Cacolota, en Arroyo Arenas, Los Cocos, en
Jibacoa, o Los Pinos, en Varadero, entre tantísimos otros, todos con
acceso exclusivo para los miembros del Ministerio del Interior y sus
familiares.

"Después de mi, el diluvio", diría Luis XV, que no por gusto también fue
cacique.

Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en la siguiente
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http://www.cubanet.org/?p=709

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