Gladys Linares
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Cuando el taxi que
conducía a Adelita se detuvo frente a la casa del primo en la avenida
Porvenir, entre Dolores y Tejar, en Lawton, ella sintió una alegría
grande al ver la fachada reparada y recién pintada: "¡Qué bueno que mi
primo pudo por fin arreglar su casa!". Ahora no se tropezaría a cada
vuelta con los palos que apuntalaban los techos, ni llovería más adentro
que afuera. Pero sobre todo, ya no tosería ni se le irritarían los ojos
por la arenilla que caía del techo.
Cuando se abrió la puerta quedó paralizada. Adentro todo seguía igual.
¿Qué sentido tenía reparar la fachada, y dejar el interior echando candela?
-¿Qué significa esto? –preguntó.- Nunca te gustó aparentar lo que no
tienes. No me digas que vas a empezar ahora, después de viejo con ese de
la fachada. ¿Y detrás qué?
El primo le explicó:
-Lo que pasa es que es un plan del gobierno, que solo incluye reparar
las fachadas de casas y edificios de las avenidas principales. Primero
vinieron a hacer el presupuesto, y el arreglo me lo cobran en plazos.
¿Te gusta como quedó?
-¿Qué quieres que te diga? Está bien, pero adentro la vida sigue igual.
-Trataré de irla reparando poco a poco, si venden los materiales por la
libre.
Adelita le preguntó si el arreglo era obligatorio, y él le respondió que
los exteriores de los pertenecen al Estado, y es obligatorio
maquillarlos. A pesar de eso, a los vecinos se les cobra el colorete.
-¿Y si alguien se niega a pagar?
-Se le embarga un por ciento del salario, pero no cojas lucha con eso, y
acostúmbrate a esta vieja casa con colorete, que ya vendrán cosméticos
mejores.
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