Cuentas alegres en La Habana
Bertrand de la Grange
Madrid 25-10-2010 - 9:00 am.
'Granma' calcula qué habría pasado 'de no existir el bloqueo'. Pero:
¿Qué pasaría de no existir la tiranía de los hermanos Castro?
Una serie de artículos publicados recientemente en Granma me han llamado
la atención y, por una vez, no se trata de esas "reflexiones" farragosas
de Fidel Castro en su versión apocalíptica. "De no existir el bloqueo",
Estados Unidos habría invertido más de 2 mil millones de dólares en Cuba
en la última década, aseguraba el diario. Otro artículo, otra queja: "De
no existir el bloqueo", casi 1 millón 600 mil turistas estadounidenses
habrían visitado la Isla sólo en 2009, y habrían gastado más de mil
millones de dólares durante su estancia. Le faltó decir lo más obvio: de
no existir la dictadura dinástica de la familia Castro, no habría
embargo comercial —"bloqueo" es un término de propaganda para encubrir
la ineptitud del régimen— y Cuba sería un país democrático, donde las
empresas extranjeras gozarían de seguridad jurídica para invertir.
El periódico de marras oculta un dato incómodo: a pesar del embargo, EE
UU es ahora el principal proveedor de alimentos de Cuba, que importa el
80% de lo que consume la población. Y Washington permite, además, que
los cubanos del exilio manden unos mil millones de dólares al año a sus
familias en la Isla. Es una verdadera ganga para el Estado cubano, que
se dedica a esquilmar a sus propios ciudadanos con impuestos draconianos
sobre esas remesas y con precios prohibitivos en las tiendas, donde
ejerce un monopolio absoluto sobre la comercialización de todos los
productos. Con esa política confiscatoria, el régimen compensa
ampliamente la falta de inversiones estadounidenses. Esto y el apoyo en
petróleo de su aliado venezolano le han permitido resistir hasta hoy a
las presiones internas y externas por un cambio político.
En cualquier caso, si Washington decidiera levantar el embargo sin
contrapartidas —algo bastante improbable—, los empresarios no harían
cola para invertir en la Isla. El problema radica en el recelo que
inspiran el Gobierno y sus leyes anticapitalistas. Y las medidas
pusilánimes anunciadas a bombo y platillo por La Habana no van a
modificar la percepción de los inversionistas. En China, cuyo modelo
parece inspirar a Raúl Castro —¡otro disparate!—, no hubo ningún cambio
mientras estuvo en el poder el padre de la revolución, Mao Zedong.
Ocurre lo mismo en Cuba, donde los promotores del "socialismo o muerte"
no van a renegar ahora de la obra de su vida para reconstruir lo que se
han dedicado a arrasar durante medio siglo. Esto les tocará a sus
sucesores, que aguardan en silencio el desenlace de la pantomima.
Política ficción
Mientras tanto, podemos dedicarnos a la política ficción al estilo de
Granma. De no haberse convertido la revolución en una tiranía, Cuba
sería hoy uno de los países más avanzados de América Latina, como lo era
ya en 1959, cuando Fidel Castro tomó el poder. Los indicadores de
Naciones Unidas muestran que los cubanos tenían entonces un nivel de
desarrollo político, económico y cultural similar al de Chile, Costa
Rica o Uruguay. Eran, incluso, más ricos que los españoles. De la
antigua metrópoli llegaban numerosos inmigrantes que huían de la pobreza
y de la dictadura franquista. La revolución fue la culminación de un
proceso de modernización política, cuyos objetivos eran restablecer la
democracia, interrumpida por el golpe de Fulgencio Batista, y hacer las
reformas sociales a favor de la población rural, que no tenía acceso a
la educación y a la salud.
La megalomanía de un hombre hizo que se torciera todo. Hoy, España es
una democracia, mientras su antigua colonia vive bajo un régimen
totalitario y está quebrada económicamente. De haber seguido el rumbo
anunciado en 1959, habría elecciones libres, partidos de todos los
colores, sindicatos de verdad, producción agrícola e industrial —EE UU
sería el primer inversionista extranjero, seguido de España— y tiendas
abastecidas, como ocurre en Chile o Brasil, dos países donde ha
gobernado con éxito la izquierda. Y no habría presos políticos ni
cientos de miles de cubanos desterrados por disentir.
De no estar enquistados al poder los hermanos Castro, Guillermo Fariñas
no habría hecho una interminable huelga de hambre para exigir la
liberación de los presos políticos, y el Parlamento Europeo no le habría
otorgado el Premio Sajarov a la libertad de conciencia, que tanto enojo
ha provocado en los sectores afines al gobierno cubano. Y, de "no
existir el bloqueo" informativo impuesto por la dictadura, Granma habría
sido sepultado hace años bajo el peso de sus propias mentiras o, a lo
mejor, sería uno más entre muchos otros periódicos.
http://www.diariodecuba.com/opinion/1388-cuentas-alegres-en-la-habana
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