28-07-2010.
Elías Amor Bravo
Economista, Unión Liberal Cubana, ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Triste aniversario del 26 de julio. Tal y
como cabía suponer, Raúl Castro renunció a exponer los planes para la
economía cubana que desde hace varios días, los observadores y analistas
destacados en la Isla, venían proponiendo como una salida a toda prisa
de los graves problemas que afronta la economía.
En vez de realizar un diagnóstico valiente del estado de postración de
la economía cubana, que organismos internacionales como CEPAL ya no
ocultan, Raúl Castro se dedicó a exponer otra de sus ocurrencias de cada
instante, esta vez, la eventual "unión económica" de Venezuela y Cuba.
Tremenda estupidez.
Porque una cosa es que Chávez financie la economía cubana con el
petróleo a cambio del cuál recibe un ejército de profesionales que le
permiten ofertar, al margen del sistema, servicios dentro de su política
de compra populista de votos, y otra bien distinta es que se proceda a
un proceso de unión económica entre los dos países.
No existen ni referencias históricas, ni elementos comunes, ni siquiera
una estructura productiva compatible, para que alguien, en su sano
juicio, pueda pensar que Cuba y Venezuela anden juntas. Ni siquiera los
pensadores de ese engendro a medio nacer que es el ALBA podrían haber
llegado tan lejos en sus elucubraciones.
Es cierto que en los últimos años, Venezuela se ha convertido en el
primer socio de la economía castrista, con un comercio por valor de
3.389 millones de dólares anuales, cifra que si bien ha registrado un
descenso del 36% con respecto a 2008, se mantiene entre los primeros
puestos de los países con los que comercia la Isla.
También, es verdad que ambos países mantienen una alianza económica y
política que ha permitido el incremento del comercio desde el 2000,
cuando el presidente Hugo Chávez tomó el poder y anunció su cercanía
ideológica con la isla, y ha sentado las bases para la creación de una
institución de participación regional, denominada ALBA.
Sin embargo, ¿por qué podemos afirmar que esta "unión económica" no
tiene ni pies ni cabeza?
Primero, porque es una unión de naturaleza política e ideológica que no
tiene nada que ver con las leyes de la economía. Esta es una práctica
que se cimenta sobre la competitividad, la eficiencia, la innovación, la
libertad, y, ninguna de estas variables, por desgracia, se encuentra
presente ni en la estalinista economía cubana, ni en el experimento
chavista que cada día exaspera más a su población.
Segundo, porque es una unión de contenido político e ideológico. No nos
debe extrañar que este anuncio de Raúl Castro coincida en el tiempo con
la crisis que afrontan Venezuela y Colombia. De hecho, Raúl Castro se
permitió cuestionar el acuerdo militar que mantienen Colombia y EE.UU.,
en lo que se puede considerar una injerencia en los asuntos internos de
un país, y declaró que "el despliegue de bases militares de los Estados
Unidos en Colombia pone en riesgo la estabilidad regional y la soberanía
de estados vecinos".
Por su parte, y en medio de una escalada de ataques sin precedentes,
Chávez anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Bogotá, después
de que las autoridades del vecino país denunciaran a Venezuela de
otorgar protección a guerrilleros en su territorio.
Tercero, por las bases sobre las que se sustenta. El intercambio de
petróleo por servicios, y la firma de una serie de convenios de
cooperación, cuyo grado de desarrollo e implementación deja mucho que
desear, no es suficiente, y supone una notable asimetría en las
relaciones comerciales entre los dos países.
La unión económica exige un proceso de convergencia real entre los
candidatos que ni Venezuela, que afronta actualmente una grave recesión,
ni Cuba, que posee una economía estatal sin propiedad privada ni
mercado, pueden esbozar. Según este acuerdo, Venezuela se convierte en
suministrador de materias primas a una economía que proporciona
conocimiento? ¿Lo entendemos?
Cuarto, porque una cosa son los papeles y otra bien distinta la
realidad. Es posible que los funcionarios de ambos países, reunidos en
el marco incomparable de gran belleza de Cayo Santa María, puedan soñar
con posibilidad de acuerdos e iniciativas, pero cuando llega el momento
de la concreción, las notables diferencias entre las dos economías,
simplemente afloran.
Quinto, porque Venezuela podría salir perdiendo de este intercambio. Y
la sociedad de este país, debe ser consciente de ello, antes de que
continúe esta aventura irresponsable. El nivel de renta promedio de
Cuba, la distribución sectorial de la población ocupada, la estructura
demográfica de la población, la obsolescencia de la mayoría de sectores
y actividades productivas, caerían como una pesada losa sobre el
presupuesto de Venezuela, y sus ciudadanos tendrían que pagar más
impuestos, o perder su libertad económica para tapar un agujero de
dimensiones inconmensurables.
No me extraña que Chávez no haya hecho acto de presencia en Santa Clara
donde estaba previsto que participara en los actos del 26 de julio,
donde Raúl Castro dio a conocer este proyecto. Sólo me cabe pensar que
se trata de una nueva estratagema, de poca capacidad de convicción
ciertamente, para trasladar a los prestamistas de la economía castrista
que hacen cola, y acumulan deudas, muchas de ellas irrecuperables, que
en algún momento pueden cobrar. Raúl Castro utiliza esta idea de la
"unión económica" entre Venezuela y Cuba para ganar tiempo, y poco más.
Las bases del acuerdo, según Raúl Castro, "amistad, cooperación y
solidaridad": enternecedor. Habría que preguntar a China su opinión
sobre este tipo de aventuras. Según el Informe de CEPAL, la
participación del gigante asiático en las exportaciones de América
Latina ha alcanzado proporciones muy elevadas en el curso de la última
década. También habría que tener en cuenta lo que pueden pensar el resto
de países de la Región, las empresas con intereses económicos en
Venezuela y Cuba.
La pretendida complementariedad económica de Cuba y Venezuela es otra
patraña más del castrismo para negar la evidencia de una crisis sin
precedentes, y de la ausencia de un plan adecuado para superar la misma.
En vez de tomar decisiones claras hacia la economía de mercado y los
derechos de propiedad, se entretienen en anunciar proyectos mal
definidos de integración.
Soñar que Cuba y Venezuela pueden realizar un aprovechamiento conjunto
de conocimiento, infraestructuras y recursos que existen en ambos
países, supone negar la evidencia de que la empresa privada todavía
tiene mucho que decir en Venezuela, que se rige por criterios que nada
tienen que ver con la pérdida de tiempo del régimen castrista, y que
todo ello, sin merma del poder y la coerción de Chávez, puede terminar
siendo un rotundo fracaso. Solo hay que esperar.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29105
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