31-07-2010.
Juan Carlos Linare Balmaseda
Periodista Independiente
(www.miscelaneasdecuba.net).- Al doblar de mi cuadra, un niño contrajo
el virus del dengue. Es el tercer niño que ingresan con dengue en menos
de un mes y a escasos cien metros de distancia en el barrio capitalino
de Luyanó.
En consecuencia, directivos locales del Ministerio de Salud Pública,
MINSAP, optaron por tomar la temperatura corporal de los vecinos y en un
área a la redonda fumigar con humo contra el mosquito Aedes Aegypti,
vector transmisor de la enfermedad.
Resulta inverosímil considerar a Cuba uno de los últimos países
latinoamericanos donde el dengue no es endémico. Sin embargo, pareciera
que el orgullo del Ministerio de Salud Pública, MINSAP, de creerse una
eterna "potencia médica" dista de capitular ante el insecto, mientras
esconde las cifras reales de contagiados y de muertes.
A pesar de que el gobierno alega haber invertido 100 millones de CUC en
el año 2009 en actividad profiláctica, a los trabajadores de la campaña
contra el Aedes Aegypti les falta lápices, bolígrafos, linternas y sus
baterías para realizar los controles sanitarios y revisar los depósitos
de agua en los domicilios, y no hay uniformes para todos ni medios de
protección como guantes y caretas protectoras del venenoso humo.
La fumigación aérea con insecticida quedó en paginas pasadas y la
fumigación que se realizaba con camiones cada vez es menos frecuente.
Sólo el abate, esa arenilla que cuando la larva del díptero la ingiere
su peso le impide subir a la superficie a respirar y se asfixia, es la
única sustancia que prima.
En Ciudad de la Habana cesó la contratación masiva de personal para la
campaña contra el mosquito Aedes Aegypti. Se estima en más de 30.000
campañistas, con un salario básico mensual de 328 pesos para los hombres
y 315 para las mujeres.
Al preguntar el por qué la diferencia salarial de género una de las
responsables me respondió: "las mujeres no hacen lo mismo que los
hombre", y dio la espalda con un "te dejo que ahí viene mi marido".
Por otra parte la población sigue careciendo de recipientes para
almacenar agua fresca, en las tiendas los también endémicos precios de
esos recipientes van por los cielos, además en la mayoría de los barios
el servicio del líquido se limita a solo unas horas al día.
Cuando se suman la incertidumbre de contagiarse con el dengue, la
conjuntivitis, el H1N1 y otras enfermedades desperdigadas por el
territorio nacional, y se multiplica por la inseguridad cotidiana en
buscar alimentos para poner en la mesa, la persecución policial a toda
actividad económica o política independiente, los cortes de corriente
eléctrica (apagones) y en el suministro de agua potable, la escasez del
transporte de pasajero, y se divide entre las demás limitaciones
materiales y espirituales la ecuación da un horrible resultado: estado
de sitio.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29141
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