Cuba y la incongruencia estadounidense
By RICARDO TROTTI
Soy de los periodistas que albergan dudas sobre si el embargo económico
de Estados Unidos a Cuba es o no una buena práctica o si sigue siendo el
mensaje más adecuado para corroer la dictadura y presionar por cambios a
favor de los derechos humanos y las libertades.
Aunque creo comprender los argumentos a favor o en contra, e
indistintamente me posiciono en uno u otro lado de la discrepancia, lo
que no entiendo son las incongruencias del gobierno estadounidense. El
miércoles, la Comisión de Agricultura del Congreso votó, con mayoría
oficialista, un proyecto de ley que permitirá el turismo de
estadounidenses a Cuba y ampliará las exportaciones de productos
agrícolas, flexibilidad que se suma a la adoptada el año pasado por el
presidente Barack Obama, al eliminar trabas para que los
cubanoamericanos viajen a la isla.
No obstante que los legisladores argumentan que la nueva ley no anularía
el embargo impuesto hace cinco décadas, ciertamente es contraria a los
principios y espíritu que lo originaron, pues en Cuba la situación de
los derechos humanos no sólo no ha mejorado, sino que ha empeorado.
Basta con revisar el informe de Amnistía Internacional divulgado en
Madrid esta semana, que estableció que la represión de la libertad en
Cuba es estricta y sigue intacta, manifestándose a través de detenciones
arbitrarias, interrogatorios y amenazas para callar a la disidencia.
El citado informe, ``Restricciones a la libertad de expresión en Cuba'',
reclama que la represión contra periodistas y disidentes, lejos de
aminorar, ha aumentado; lo que coincide con el reclamo que desde el 2003
viene haciendo la Sociedad Interamericana de Prensa para que se libere a
decenas de comunicadores independientes y presos políticos, y que hoy es
eje central de la misión del psicólogo y opositor Guillermo Fariñas,
encarnada a través de su feroz y decidida huelga de hambre.
Esta incoherencia de la política estadounidense sobre la indecisión
entre apoyar medidas económicas o exigir libertad, queda aún más en
evidencia a la luz de una ley que Obama sancionó en mayo. La
legislación, que lleva el nombre del periodista Daniel Pearl, del diario
The Wall Street Journal, decapitado en Pakistán en el 2002, exige al
Departamento de Estado que en sus informes sobre derechos humanos,
diagnostique el estado de la libertad de prensa en cada país analizado.
La importancia de la ley radica en que se abre la posibilidad para que
el gobierno pueda aplicar sanciones económicas o condicionar ayuda
financiera a los estados que como Cuba, Venezuela, China, Vietnam o
Irán, entre otros, encarcelan periodistas, cierran medios o restringen
las libertades de prensa o reunión.
En el caso del régimen cubano, las autoridades le echan la culpa al
embargo estadounidense de todas las condiciones infrahumanas en la isla,
sin embargo, como recalca Amnistía, aunque el impacto es negativo, ello
no es excusa para violar los derechos humanos y restringir las
libertades a 11 millones de cubanos, con castigos que el Código Penal
aplica a quienes representen ``peligrosidad social'', distribuyan
``propaganda enemiga'' o muestren ``desprecio a la autoridad''.
El gobierno cubano escuda en su propaganda contra el embargo las mismas
injusticias y burlas que por décadas disimuló ante la comunidad
internacional. Muestra ahora, con la intermediación de la Iglesia
Católica, una preocupación falsa por los disidentes, a quienes está
liberando a cuentagotas, como a Ariel Sigler Amaya, o trasladando a reos
enfermos a cárceles más cercanas a sus domicilios.
A pesar de la incoherencia, es justo reconocer que EEUU sigue siendo uno
de los países más firmes respecto a Cuba. Aún más incongruentes son
muchos gobiernos de la región que achacando al embargo todos los males
que aquejan al régimen cubano, pidieron su reinserción a la OEA,
sabiendo que es el gobierno que viola todos los preceptos de la Carta
Democrática Interamericana.
Aún así, EEUU debería ser más coherente. No debería flexibilizar su
política con aquellos países donde empeora la libertad de prensa como
establece la ley Daniel Pearl, una actitud de doble moral parecida a la
de ciertas celebridades , que condenan el embargo, aunque organizan
boicots a Arizona por su ley de inmigración.
http://www.elnuevoherald.com/2010/07/03/758190/ricardo-trotti-cuba-y-la-incongruencia.html
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