30-06-2010.
Aimée Cabrera
Corresponsal de Misceláneas de Cuba
(www.miscelaneasdecuba.net).- La ventanilla del bar cafetería San Juan
en la calle Infanta, municipio capitalino de Centro Habana, muestra una
decena de ofertas de rones y cigarrillos, todos en moneda nacional.
No se venden caramelos, jugos ni galletas. Tal parece que lo único sano
que existe es el cigarro y el ron. Otros puntos de venta cercanos venden
similares mercancías, son tan caras como los vegetales y las frutas,
pero hacen dependencia en el ser humano que prefiere abstenerse de
comer, que dejar de fumar o beber alcohol.
En días pasados se celebró en Cuba el evento internacional
Estomatología 2010, que sesionó durante cinco días en el Palacio de las
Convenciones. Especialistas del ramo destacaron la importancia de
prevenir el cáncer bucal, el cual puede desarrollarse, entre otros
aspectos, por hábitos como el de fumar y el alcoholismo.
Quedó aclarado que después de un examen en el que se detecten manchas
rojas o blancas, así como ulceraciones se debe acudir de inmediato al
estomatólogo. Lo que no se aclara es lo angustioso que resulta ser
atendido en una clínica estomatológica, aun si el caso es de urgencia,
debido al burocratismo, al mal trato y al oportunismo de quienes se han
acostumbrado a recibir dádivas por sus servicios.
Tal parece que como el cigarro y el ron aparecen por doquier, acompañan
hasta a los adolescentes que se agrupan cada sábado en la tarde por los
alrededores de las principales discotecas ubicadas en la céntrica zona
de La Rampa-Calle 23 desde L hasta Malecón.
A pesar de que está prohibido vender estos productos a los jóvenes
menores de edad, ellos se las arreglan para obtenerlos, deseosos de
mostrarse exhalando humo a la vez que hablan de sus temas preferidos.
Una vez que están dentro de estos locales beben ron o cerveza si lo
único importante es que tengan el dinero para pagarlas.
En la noche, las chicas vestidas con ropa de marca aparecen por la
avenida 23 con largos cigarrillos que recuerdan a las boquillas de
antaño, acompañadas por hombres vestidos al último grito de la moda, que
van con canecas (pequeñas botellas) de ron o latas de cerveza en una de
sus manos.
Nadie hace un brindis con un té, un jugo o una limonada. Los limones con
jugo cuestan más de dos pesos y no aparecen en cualquier agromercado,
las frutas están a partir de tres pesos la libra, las más baratas; por
lo que los más desesperados prefieren no perder el tiempo con
elaboraciones, si es más fácil comprar lo que está listo para ser degustado.
La calidad de lo que se fuma o bebe es cambiante. Si están los antes
descritos, hay otros que recogen cigarros del suelo y beben ron de la
peor calidad, se ven en grupos, diseminados por los parques y las
escasas paradas de ómnibus techadas, como en el tramo de Infanta que va
desde 27 hasta San Lázaro.
Por allí se les ve en grupos alrededor de una botella, y pasándose un
cigarrillo. Son hombres sin casa que lucen sucios, mal vestidos y de
lejos, en la oscuridad, parecen bultos indescriptibles.
Unos evaden sus penas a golpe de cigarrillos y buches de ron, otros se
embriagan con sus más reconocidas marcas, mientras que poco se hace por
mejorar las costumbres del cubano medio, es como si se sintiera
satisfacción en promover malos hábitos, causantes de efectos tan
negativos en la sociedad como son la muerte y diversas enfermedades.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=28624
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