Pavel Vidal Alejandro
Desde el año 1961 hasta la década de los ochenta existió un solo banco
en la economía cubana: el Banco Nacional
de Cuba. Este concentraba las funciones de banca central, comercial, de
inversiones y se encargaba de las
operaciones financieras internacionales. En los años noventa el sistema
financiero experimentó una drástica
transformación. Surgió un sistema de dos niveles, encabezado por el
Banco Central de Cuba, encargado de la política
monetaria, de velar por el funcionamiento del sistema de pagos, y de
supervisar y controlar los 8 bancos comerciales
estatales y el resto de instituciones financieras nacionales y
extranjeras. El sistema financiero se modernizó, desarrolló
nuevos servicios financieros, nuevas formas de intermediación, y logró
una mayor integración a los mercados
internacionales.
Desde 2008 las cosas han venido empeorando para las finanzas de la Isla.
A mitad de año se produjeron
incumplimientos de algunos de los compromisos de deuda externa del país
con acreedores en Japón, Alemania,
Canadá y Francia. A inicio de 2009 el escenario financiero se complicó
en extremo y derivó en una crisis bancaria.
Desde entonces los balances de los bancos cubanos no disponen de
liquidez suficiente para hacerle frente al
funcionamiento corriente del sistema de pagos. Prácticamente se
detuvieron los pagos al exterior desde el sistema
bancario cubano; transferencias bancarias que normalmente demoraban
días, tomaban varios meses en ejecutarse.
La CEPAL estima los impagos de los bancos cubanos entre 600 y 1000
millones de dólares.1 Los bancos cubanos se
encuentran en una crisis de liquidez sistémica, sin que todavía hoy se
haya podido superar completamente.
Las manifestaciones de esta crisis de liquidez no están relacionadas
hasta el momento con un retiro masivo de las
cuentas de ahorro de la población, que mantiene la confianza en el
sistema financiero. Las operaciones vinculadas a
las cuentas de ahorro de la población en las diferentes monedas y las
transacciones en las casas de cambio (Cadeca)
han seguido funcionando sin contratiempos.
La crisis bancaria está muy vinculada con la crisis del peso
convertible, el cual ha perdido parte de las cualidades que
le hacían meritorio del apellido "convertible". Una de las principales
razones por la cual los pagos al exterior desde los
bancos cubanos se han detenido, es porque las cuentas bancarias en pesos
convertibles han perdido la cobertura
necesaria en reservas internacionales en el Banco Central. Los bancos
cubanos se han visto afectados por un exceso
de emisión de pesos convertibles muy por encima de la liquidez en
divisas necesaria para hacer funcionar
íntegralmente el sistema de pagos.
A partir de la eliminación de los Comités de Aprobación de Divisas (CAD)
en 2009 son ahora los ministerios los quedistribuyen entre sus empresas
subordinadas las divisas asignadas centralmente por la Cuenta Única de
Ingresos en
Divisas del Estado. Para ello emiten los recién creados Certificados de
Liquidez (CL) que son los que terminan
especificando qué pesos convertibles "son convertibles" y cuáles no. Las
cuentas bancarias en pesos convertibles
respaldas por CL pueden efectuar pagos al exterior, las restantes no son
convertibles y en ese aspecto se asemejan
al peso cubano; sólo sirven para pagos internos, es decir, no pueden
utilizarse para hacer importaciones, para sacar
capitales o para honrar compromisos financieros internacionales.
Las cuentas en pesos convertibles no son las únicas con problemas.
También han sido congeladas cuentas
millonarias en dólares estadounidenses, euros y otras divisas de
empresas mixtas y extranjeras. Es decir, se han
combinado una crisis cambiaria y una crisis bancaria, que además tienen
una variedad de determinantes provenientes
en un entorno internacional y macroeconómico en extremo desafortunado,
que ha provocado un deterioro de la
solvencia externa con significativos desequilibrios externos e internos
y efectos amplificados por errores de política
económica.
Las dificultades actuales en el sistema bancario tienen implicaciones
negativas directas e inmediatas sobre la
economía real; en especial, sobre el crédito, los flujos de inversión
extranjera y sobre las operaciones de comercio
exterior. La consecuencia más visible hoy en día es el desabastecimiento
de productos importados en toda la red
interna de comercio mayorista y minorista, debido al retiro de
proveedores e inversionistas internacionales del
mercado cubano.
Entorno económico
En 2008 y 2009 la economía cubana sufrió la reversión abrupta del ciclo
de crecimiento de 2004 y 2007. El
crecimiento del Producto Interno Bruto se redujo en 2008 a 4.1%
comparado con el 7.3% de 2007 y el 12.1% de 2006.
En 2009 sólo creció un 1.4%, con una caída en la producción de bienes de
3.6%2 -los servicios impidieron una caída
del PIB al representar el 80% del valor total, de acuerdo a la
metodología que desde 2004 revaluó el valor de los
servicios sociales.
La sostenibilidad de la expansión del período 2004-2007 se vio minada
por las debilidades estructurales de un
crecimiento apoyado en la exportación de servicios profesionales
–principalmente la exportación de servicios médicos
a Venezuela- que tiene un bajo efecto multiplicador, que fue acompañado
por un incrementó del endeudamiento y la
dependencia externa y que dejó rezagada a la agricultura y a la industria.
Este fue, además, un período de contrarreforma, donde no se le dio
continuidad a las transformaciones de los años
noventa, sino que se revirtieron parte de los espacios abiertos para así
reforzar el persistente modelo estatal
centralizado. Se volvió a limitar la autonomía de la empresa estatal, se
retomó la centralización del comercio exterior yse retrocedió en su
diversificación, se creó la Cuenta Única y los CAD, y se redujo
considerablemente el número de
empresas extranjeras. En la actualidad parte de los cambios necesarios
precisamente lo constituyen la reversión de la
política económica de los años dos mil para volver al punto al que se
habían quedado en los noventa, puesto que, una
vez más, se ha evidenciado la ineficacia de la centralización, así como,
las vulnerabilidades que lleva aparejada la
concentración de las relaciones internacionales y las finanzas; con la
crisis de liquidez, ahora es más indispensable
que nunca la inversión extranjera.
Junto a las deficiencias estructurales y los errores de política
económica, desde 2008 la economía tuvo que lidiar con
una secuencia de choques externos negativos. En 2008 la economía cubana
sufrió una caída abrupta de los términos
de intercambio (-31.6%), repetida en menor medida en 2009 (-5.8%);3 la
misma, fue ocasionada por el desplome del
precio del níquel –principal producto de exportación cubano- en paralelo
con el aumento internacional del precio del
petróleo y los alimentos –principales rubros de importación. Otro choque
externo vino dado el propio año 2008 con la
simultaneidad de tres huracanes, con afectaciones principalmente en
viviendas y la producción de alimentos que en
conjunto sumaron un costo estimado en 9700 millones de dólares.
Finalmente, llega la crisis global en 2009 para complicar aún más el
escenario macroeconómico. El mecanismo
fundamental de transmisión de la crisis global sobre la economía cubana
ha venido aconteciendo mediante una caída
de las exportaciones (-16.6% en 2009)4 y mayores complicaciones para
acceder a financiamiento externo. Los efectos
de la crisis global en parte llegan por intermedio de los impactos en el
principal socio comercial, Venezuela, donde el
PIB cayó -2.3% en 2009.
Nunca está demás repetir que la economía cubana ha tenido que seguirse
desenvolviendo en un entorno internacional
en extremo complicado, pues pese a algunas medidas de flexibilización de
la administración de Barack Obama, el
bloqueo económico persiste con costosas consecuencias en el comercio
exterior, el manejo de las finanzas
internacional y la inversión extranjera.
El empeoramiento del entorno económico deterioró la solvencia externa
del país con reflejó en el equilibrio
macroeconómico externo e interno. Después de cuatro años con superávit
en el comercio exterior de bienes y
servicios, en 2008 se registró un déficit de 2484 millones de dólares al
crecer significativamente las importaciones un
43.3%. En 2008, además, se incrementó la deuda externa hasta 20532
millones de dólares (15%) para llegar a
representar el 152% del valor de las exportaciones, de acuerdo con las
estimaciones de EIU.5 En 2008 se obtiene el
mayor déficit fiscal en 14 años (6.7% del PIB corriente) impulsado por
un aumento de los gastos fiscales y una caída
de los ingresos fiscales; los gastos sobrepasaron el 70% del PIB para
llegar a un 73.8% y los ingresos se redujeron a
un 67.1%.6
Factores agravantes
Los efectos negativos sobre los bancos, tanto de la desaceleración
abrupta del crecimiento del PIB como de los
desequilibrios macroeconómicos, han sido amplificados por algunos
factores agravantes asociados a la
desdolarización y la centralización.
La desdolarización en 2003 y 2004 fue una medida que implicaba un grupo
de consecuencias positivas, entre ellas la
reducción de la dependencia al dólar estadounidense y la autonomía
ganada por el Banco Central para el manejo de
la política monetaria. El peso convertible (CUC) fue la moneda que
principalmente sustituyo las funciones del dólar
estadounidense, primero en el sector empresarial estatal en 2003 y
seguidamente en las tiendas minoristas y en la
mayoría de las cuentas de ahorro de la población en 2004. El CUC había
sido emitido por primera vez en 1994 y
desde entonces su presencia había estado creciendo, aunque se mantenía
en una proporción muy marginal de la
circulación vinculada a los mercados minoristas. El peso convertible se
había creado en 1994 con una paridad con
respecto al dólar estadounidense (1 CUC = 1 USD), la cual se sustentaba
en un régimen cambiario conocido como
caja de conversión, similar al que siguió Argentina en los años noventa
para su moneda. Este régimen establece que
por cada peso convertible en circulación debe haber un dólar de reserva
en el Banco Central.
Durante el proceso de desdolarización, los dólares en circulación pasan
a integrar las reservas internacionales del
Banco Central y a cambio se emite una cantidad equivalente de pesos
convertibles que tienen como destino las
cuentas bancarias desdolarizadas y la venta adicional de esta moneda a
través de Cadeca. En ese momento, la caja
de conversión seguía vigente, pues se mantenía un respaldo en reservas
internacionales del 100% de los pesos
convertibles en circulación. Pero es evidente que poco a poco la caja de
conversión se fue desquebrajando, hasta llegar al punto actual donde, en
el sistema empresarial e institucional, no todos los pesos convertibles
son convertibles
sino sólo los que tienen CL.
El régimen de caja de conversión es en realidad un sistema extremo para
sostener un tipo de cambio fijo. Es posible
también sostener un tipo de cambio fijo con menos del 100% de respaldo
en reservas internacionales, debido a que
existe una demanda por la moneda local para pagos internos y para
propósito de ahorro a más largo plazo que no
requiere un total respaldo en divisas. La acumulación de reservas
internacionales es beneficiosa pues da seguridad,
credibilidad y permite enfrentar choques externos, pero también tiene
costos debido a que son recursos en divisas
inmovilizados, además de que terminan distorsionando el valor de la moneda.
Lo más relevante es que la caja de conversión ofrecía una regla clara
que limitaba la emisión excesiva de pesos
convertibles. A partir de la desdolarización en 2003 y 2004 la caja de
conversión no se siguió más, lo cual puede ser
entendible en función de ganar en flexibilidad y no acumular reservas
internacionales en exceso; sin embargo, no se
creó una regla monetaria sustituta de la anterior que estableciera los
límites para la impresión de pesos convertibles.
El financiamiento en pesos cubanos del Banco Central al gobierno para la
monetización del déficit fiscal está acotado
por el déficit presupuestario aprobado por la Asamblea Nacional al
cierre de cada año. Pero para el peso convertible,
no existe ni tan siquiera este límite y hay menos transparencia en las
estadísticas y las decisiones que se han venido
tomando al respecto desde la desdolarización. Las estadísticas oficiales
de déficit fiscal hacen referencia sólo al déficit
en pesos cubanos (CUP). Los ingresos y egresos fiscales en pesos
convertibles se llevan al presupuesto en pesos
cubanos utilizando el tipo de cambio oficial entre ellas (1 CUC = 1
CUP), pero no se brinda el dato específico del
déficit en pesos convertibles ni la monetización en dicha moneda. Ello
es realmente importante desde 2003 en que
tras la desdolarización el gobierno central –presupuesto del Estado o la
caja central (después transformada en CuentaÚnica)- comienza a tener la
posibilidad de endeudarse en pesos convertibles. Tampoco se ha conocido
la proporción
específica que ha venido teniendo la emisión de pesos convertibles en
relación con las reservas internacionales.
En resumen, la desdolarización de la economía fue positiva en el sentido
que le brindó autonomía a la política
monetaria, pera la ausencia de reglas y la poca transparencia han
conducido a un evidente exceso de emisión de
pesos convertibles que ha socavado su convertibilidad y como
consecuencia ha afectado los bancos y el sistema de
pagos empresariales.
Un segundo factor agravante de la crisis bancaria es la centralización
de los recursos financieros en la Cuenta Única
donde las empresas e instituciones estatales están obligadas a
transferir la mayor parte de sus ingresos en divisas.
La descentralización y la propia dolarización en los noventa le
otorgaban autonomía financiera a las empresas, y junto
a la desconcentración del comercio exterior y la ampliación del sistema
bancario cubano, propiciaban una mayor
diversificación de los flujos y stocks financieros. Tal contexto
implicaba una diversificación del riesgo financiero. Las
finanzas del gobierno central podían tener problemas, ya sea por un
excesivo endeudamiento y déficit en el
presupuesto o en la caja central, pero ello podía ser compensado por una
situación más favorable en las finanzas de
los diferentes sectores económicos, instituciones y grupos empresariales
estatales.
La liquidez en divisas, después de la desdolarización y la
centralización, ya no quedaba tan distribuida entre lasdiferentes
cuentas bancarias del sistema empresarial e institucional. La
centralización en la Cuenta Única provocó una
concentración del riesgo financiero en un solo agente económico, en este
caso, el gobierno central. De esta forma, al
afectarse las finanzas del gobierno central se afectan en mayor grado
los bancos, y al afectarse los bancos se detiene
toda la actividad económica.
Supuestamente, la supervisión bancaria del Banco Central debería haber
alertado sobre ello y en algún punto haber
previsto la posibilidad de la crisis bancaria. Una lección necesaria de
la crisis es analizar qué falló en las regulaciones
sobre los requerimientos de capital mínimo, encaje legal, concentración
de riesgo, política de provisiones, entre otras
medidas preventivas de una crisis de liquidez.
No están disponibles los datos para hacer una evaluación más exacta de
las causas de la crisis bancaria, si bien todo
parece indicar que es resultado de una combinación de determinantes. La
información disponible no permite ponderar
la importancia relativa de cada uno de ellos y explorar en detalle las
interacciones que acontecieron. No obstante, la
causa central más probable parece ubicarse en el significativo deterioro
de las condiciones macroeconómicas desde
2008 en unión con los mencionados factores agravantes:
-La desaceleración del PIB, el endeudamiento externo y los
significativos déficit fiscal y en el comercio exterior tuvieron
en 2008 un reflejo financiero negativo en las reservas internacionales y
en la solvencia del gobierno central (CuentaÚnica);
-la concentración del riesgo financiero provocó un impacto con mucho más
rigor en el sistema bancario;
-para financiar el déficit de la Cuenta Única aumentó la monetización de
pesos convertibles, sin límites tras la
desdolarización de la economía;
-la emisión monetaria incrementó en exceso la cantidad de pesos
convertibles en los balances en los bancos sin una
cobertura adecuada en reservas internacionales.
La política de tipo de cambio fijo
Un factor adicional que se puede añadir como causa de la crisis bancaria
es la política de tipo de cambio fijo. El Banco
Central ha defendido el valor del tipo de cambio del peso convertible a
pesar del desequilibrio externo y el
empeoramiento del entorno económico.
En alguna medida es entendible la decisión de dejar fijo el tipo de
cambio del peso cubano en Cadeca por estar más
relacionado con el sector de la población y tener un efecto directo en
el poder adquisitivo de los bajos salarios. Sin
embargo, el tipo de cambio del peso convertible está más vinculado al
comercio exterior; es un potencial instrumento
de ajuste del equilibrio externo que está en manos de la política
económica desde la desdolarización. Esta es
precisamente una autonomía que ganó la política monetaria tras la
desdolarización: es posible modificar el tipo de
cambio del CUC para amortiguar los efectos de los choques externos y
adaptar la economía a las cambiantes
condiciones externas.
Como se apuntó, el peso convertible se creó en 1994 con una paridad fija
con el dólar. En 2005, apoyado en el
mejoramiento de las condiciones macroeconómicas, los mayores ingresos
externos por la exportación de servicios
profesionales y el superávit en el comercio externo, el Banco Central
reevaluó el peso convertible en 8%, para quedar
el tipo de cambio en 1 CUC = 1.08 USD. Desde 2008, el escenario
macroeconómico ha cambiado y realmente lo que
más favorecería a la economía sería una devaluación del peso convertible.
La política de tipo de cambio fijo se convirtió en otro factor promotor
de la crisis bancaria en la medida que no
contribuyó al restablecimiento del equilibrio externo, y en adición,
debilitó la posición financiera del Banco Central para
respaldar el sistema bancario y la convertibilidad del CUC. Para
sostener el tipo de cambio en medio de un
desequilibrio externo, el Banco Central debe cubrir con sus reservas
internacionales el déficit en la oferta de divisas en
el mercado cambiario. De esta forma, la intervención de la política
monetaria para sostener el tipo de cambio implicó
una reducción de las reservas internacionales y dejó al Banco Central
con menos liquidez en divisas para respaldar la
convertibilidad del peso convertible y para actuar como prestamista de
última instancia de la crisis de liquidez en el
sistema bancario.
Una devaluación oportuna y gradual del tipo de cambio del peso
convertible, además de ayudar al sector externo
hubiese servido para reducir el valor real del exceso de pesos
convertibles en circulación y eliminar así presiones
sobre el mercado cambiario y la convertibilidad del CUC. Hubiese sido
una vía para reducir el poder adquisitivo de las
cuentas bancarias en pesos convertibles -en términos de dólares y otras
divisas- sin tener que recurrir al proceso
centralizado y discrecional que ocurrió finalmente en el ajuste de las
importaciones y el manejo de la deuda.
En oposición a una devaluación del CUC no tiene sentido esgrimir una
eventual pérdida de credibilidad, por ser
incomparablemente menor que la provocada con la crisis bancaria actual.
La devaluación de las monedas es un
hecho común en el mercado financiero; la mayoría de las economías ha
transitado de regímenes de tipo de cambio
fijo a regímenes de flotación manejada o tipo de cambio flexible por las
ventajas que ello representa para un manejo
más eficaz y flexible de la política económica. Tal vez sea el momento
para repensar la política cambiaria con el CUC,
eliminar los compromisos con un tipo de cambio fijo y transitar a un
régimen más flexible. En algún grado, se tiene la
experiencia del régimen de flotación manejada que guió el tipo de cambio
del peso cubano en Cadeca en el período
1995-2001.
Todavía hoy en día la devaluación del peso convertible (por ejemplo 1.10
CUC x 1 USD) podría ser una opción a
emplear para la recuperación económica dado que promovería el sector
exportador y la sustitución de importaciones.
En particular, beneficiaría la competitividad del turismo, un sector que
se ha visto afectado por la crisis internacional;
en 2009 los ingresos a la balanza de pagos cubanas por esta vía se
redujeron en 11%. Una devaluación del CUC
abarataría en términos de divisa todos los servicios extrahoteleros,
acercando su precio a la calidad real que
presentan y en consecuencia estimularía un mayor arribo de turistas e
ingresos al país por esta vía. La red de tiendas
minoristas estatales en pesos convertibles, que operan con un alto
margen comercial, podrían emplear dicho margen
para amortiguar los efectos inflacionarios de la devaluación del CUC,
asegurando así que se produzca una
devaluación real del tipo de cambio.
La salida de la crisis
La estabilización del sistema bancario cubano requeriría de un
prestamista de última instancia. El Banco Central de
Cuba, prestamista de última instancia nacional, no ha podido asumir este
rol ante la magnitud de la crisis y como
consecuencia de la política de tipo de cambio fijo. Por tanto, se
requeriría de un prestamista de última instancia
internacional. Se necesita de un préstamo externo multimillonario que
pueda ser empleado para cubrir el déficit de
liquidez y poner en orden el sistema de pagos. Evidentemente, esta es
una opción que se le dificulta a Cuba por no
ser miembro de los principales organismos financieros internacionales.
Las consecuencias de la crisis global sobre
Venezuela parecen haber imposibilitado un ejercicio de este tipo desde
su principal aliado económico o desde el
recién instaurado Banco del ALBA.
Sin un préstamo de última instancia, la salida de la crisis bancaria
será lenta y dolorosa. No haber podido disponer de
un préstamo de última instancia, antes de que se llegara al
congelamiento de las cuentas, tiene consecuencias
irreversibles en el corto plazo que se derivan de la pérdida de la
confianza internacional en los bancos cubanos. No
haber podido disponer de este préstamos de forma oportuna, ha agudizado
la situación y complica la recuperación,
puesto que la pérdida de confianza genera un círculo vicioso en el cual
se desincentiva la entrada de nuevos flujos
financieros al país y se profundiza la escasez de liquidez.
En cualquier escenario, una política de ajuste económico era
indispensable para resolver los problemas de solvencia
que están detrás de la crisis de liquidez. Sin un préstamo de última
instancia, el ajuste lo que debe ser mayor para poder enfrentar una
situación que tiende a agudizarse por la pérdida de confianza y por los
impactos de la crisis
bancaria en la economía real. La economía necesita de un significativo
recorte del gasto de manera tal que se
generen superávits financieros para, poco a poco, ir pagando las deudas
pendientes. Sin un ajuste económico no es
posible retomar la estabilidad y la credibilidad financiera del país.
En este sentido, las acciones llevadas adelantes en 2009 por el gobierno
de Raúl Castro se ubican en la dirección
más acertada. Ese año se efectuó un severo ajuste de las importaciones
(-37.3%) y se obtuvo un superávit en el
comercio externo de bienes y servicios de 1241 millones de dólares. En
2009, la política fiscal logró reducir el
desbalance hasta 4.8% del PIB, respaldado por un control de los gatos
fiscales, los cuales apenas crecieron 0.42%
como proporción del PIB. Para 2010, la política fiscal se propuso un
nuevo recorte del déficit hasta un 3.5% del PIB
estimado; para ello se presupuestó una reducción de los gatos fiscales
en 3.2% del PIB.7
El ajuste se ha hecho manteniendo el carácter centralizado de la
política económica y sin utilizar incentivos de precios
-como podía haber sido la devaluación del peso convertible. El ajuste se
apoyó en dos revisiones durante 2009 de los
planes económicos centrales, una contracción de las inversiones (-16%),8
una dura política de ahorro energético, un
mayor control y supervisión de los gastos presupuestarios, una
reorganización de funciones y estructuras
institucionales, y el comienzo de la eliminación de gratuidades y
subsidios.
Gracias a este ajuste, en la segunda mitad de 2009 comenzaron a
destrabarse una parte de los pagos a proveedores
e inversionistas extranjeros -en un proceso bien discrecional. CEPAL
apunta que "en el segundo semestre de 2009 el
Banco Central autorizó el pago de algunos atrasos (unas 600 cuentas
bancarias), siempre que los proveedores
continúen haciendo negocios con Cuba."9 En diciembre de 2009 el
presidente Raúl Castro apuntaba en su discurso de
clausura de la Asamblea Nacional que "se han reducido en más de un
tercio las retenciones de pagos acumuladas en
aquella fecha (se refiere a agosto de ese año)… ratificamos la firme
voluntad de proseguir honrando hasta el último
centavo de los compromisos asumidos, en correspondencia con las
posibilidades de la economía." En 2010 los
bancos cubanos le han ofrecido a los propietarios de las cuentas
congeladas la opción de pagarles a lo largo de cinco
años con desembolsos mensuales y un tipo de interés anual del 2%, muy
por debajo del tipo de mercado y sin
garantías o colaterales.10
La salida de la crisis financiera es más dolorosa debido a que la
política económica está poniendo en marcha un
ajuste en medio de una desaceleración económica. Se están reduciendo
gastos cuando en realidad la economía
necesitaría una política expansiva que contribuya a la recuperación. Lo
cierto es que la crisis global sorprendió a Cuba
con importantes desequilibrios macroeconómicos y al borde de una crisis
bancaria, es decir, sin reservas para llevar
adelante una política contracíclica. No ha queda más remedio que
implementar una ajuste procíclico como única vía
para recobrar la solvencia y la estabilidad financiera.
La mayor crítica que surge para la respuesta de la política económica es
la lentitud en implementar medidas para
incentivar los ingresos, si bien se han dado algunos pasos en la
agricultura y el mercado de trabajo y se evalúan otras
opciones en experimentos regionales. Una verdadera apertura a la
inversión extranjera, ofreciendo facilidades que
superen los riesgos financieros actuales, permitiría atraer capitales y
dinamizar la economía ante la ausencia de
préstamos externos. A estas alturas, existen altas probabilidades de que
la economía cubana se sumerja en un
inevitable período de estancamiento o recesión; su extensión dependerá
entonces de la velocidad, profundidad y
eficacia de las transformaciones que se implementen para estimular la
productividad y los ingresos.
La revista Espacio Laical puede ser vista en www.espaciolaical.net
y adquirida en la Casa Laical, sita en Teniente Rey #152 (tercer piso)
e/ Bernaza y Villegas, La Habana Vieja. Cuba
1 Ver CEPAL, Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el
Caribe 2009, Santiago de Chile.
2 Ver Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Panorama Económico y
Social, 2009, www.one.cu
3 Ibid.
4 Ibid.
5 Economist Intelligence Unit (EIU), Country Report Cuba, 2009.
6 Ver ONE, Anuario Estadístico de Cuba 2008, 2008, y Panorama Económico
y Social, 2009.
7 Ver ONE, Panorama Económico y Social, 2009.
8 Ibid.
9 Ver CEPAL, Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el
Caribe 2009, Santiago de Chile.
10 Ver nota de Reuters, 2 de marzo de 2010.
http://www.espaciolaical.org/contens/esp/semana_social/0014_crisis_bancaria.pdf
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