2010-04-23.
Héctor Julio Cedeño Negrín, Periodista Independiente
(www.miscelaneasdecuba.net).- La campaña mediática de la dictadura,
consiste en tergiversar la labor de los opositores y disidentes en pro
del cambio o por lo menos de reformas, que hagan más llevadera la vida
de los cubanos. Ellos, enquistados en su intransigencia, no seden ni un
tantito. Pero nuestro deber es continuar presionando.
Resulta que ahora, en los periódicos, la radio y la televisión, nos
hemos puesto de moda, ellos que siempre nos han ignorado. Están tratando
de crear un ambiente de rechazo a nuestros reclamos y constantemente en
sus spot radiales y televisivos nos insultan y denigran, estableciendo
un ambiente de intolerancia y miedo a los que llaman los asalariados del
imperio.
Esta campaña incide en algunos que desinformados, creen todas las
mentiras y de otros que ignorantes, piensan que en un cambio de sistema
saldrán perjudicados. Acostumbrados muchos a majasear y a vivir del
cuento. Incluso mi abuela, aún viva y lúcida con sus noventa y seis
años, me recuerda los trabajos que pasó en La Habana en el capitalismo
antes de sobrevenir la "revolución", aunque sigue teniendo ese espíritu
emprendedor, que se vive en las sociedades donde tu bienestar tienes que
ganártelo con tu esfuerzo. Ella aún sabe mantenerse a si misma haciendo
pequeños negocios, en estos tiempos en que no se puede vivir de una pensión.
Resulta que tengo un vecino que fue Delegado de la circunscripción en
que vivo, y que está postulado para las próximas "elecciones", militante
del Partido Comunista, pero que en otra época poseyó un razonamiento
lógico y coherente. Siempre debatíamos sobre cuestiones políticas e
incluso coincidíamos en los tiempos del cambio en la U.R.S.S.
Comprábamos y leíamos, Novedades de Moscú, Tiempos Nuevos, Sputnik y los
intercambiábamos cuando comenzaron a escasear por la censura a la que
los sometió el gobierno cubano, temeroso este, de los cambios políticos
y que luego los prohibió completamente.
Ese vecino tiene un hijo, de algo más de cuarenta años y que ayer supe
que era esquizofrénico y paranoico, aunque la dictadura no tuvo recato
en enviarlo a la guerra de Angola en la que adicionó una psicosis de
guerra y de comunismo. Ayer en la tarde después de regresar de tirar mis
piedras a los tejados de la dictadura a través de la Internet, salí a la
puerta del solar donde vivo y el al verme, comenzó a insultarme desde el
balcón de su casa, situada en un tercer piso del edificio de enfrente.
Me decía contrarrevolucionario, gusano, vende patria y todos los
insultos que nos cuelga la dictadura castrista y sus "propaganderos".
Aun más, utilizaba palabras obscenas. Algo le contesté pero le hice poco
caso.
Más tarde el bajó de su casa e inmediatamente lo abordé, pidiéndole
explicación por los insultos que me había hecho. El alegaba que yo le
había saludado en el Vedado, en poder de un portafolio que uso, bastante
viejo, pero al que le inserté una pegueta con la palabra cambio y con el
que voy a la Sección de Intereses de los Estados Unidos de América y
camino por las calles de La Habana. Claro lo saludé, porque es mi vecino
y porque desde siempre conversábamos e intercambiábamos ideas, nunca
pensé que estuviera loco, aunque sabía que estaba un poco alterado de
los nervios.
Al abordarlo e increparlo por los insultos, sin intención agresiva de mi
parte, me sorprendió y me propinó un soberano puñetazo en la boca que me
hizo caer, incluso me golpee en el sentido con el escalón de su casa. No
se si me traerá consecuencias nefastas, porque aún tengo mareos y ese es
un golpe bastante peligroso. Tal vez ese loco logre lo que no ha podido
lograr la Seguridad del Estado cubana. Sin alarma, espero que este golpe
no me provoque algún coagulo ó un derrame cerebral, aunque ciertamente
no pienso visitar al médico. Verdaderamente, soy duro de matar.
El loco en su psicosis, hace constantes ejercicios físicos e incluso
nada kilómetros y pesca submarino, está muy fuerte y simplemente me
sorprendió del todo. Yo, que soy el "fajarin" del barrio desde siempre y
el que me precio de ser un formidable guerrero y de tener una tremenda
agilidad y pegada, no pude esquivar el golpe, aunque se lo devolví, pero
no con tanta fuerza como en otra época. Tal vez me esté poniendo viejo,
a mis cincuenta y siete años que cumpliré el mes que viene.
Hoy tengo los labios hinchados, pero sigo teniendo la esperanza de ver
el fin de la dictadura y si no me muero, seguiré apedreando los tejados
de la dictadura. Este es parte del ambiente de confrontación e
intolerancia que propician los tiranos, con su miedo de perder el poder
y con la enorme cantidad de locos que pululan por las calles de Cuba, no
se sabe a donde llegaremos.
Aprovecho el tema para continuar escribiendo y prolongar mi labor, por
exigir respeto a las libertades de todo tipo, por la democracia y los
derechos humanos que nos conculca la tiranía castrista.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=27350
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