2009-09-02.
Oscar Mario González, Periodista Independiente
(www.miscelaneasdecuba.net).- En las últimas dos décadas y coincidiendo
con la autodestrucción del mundo comunista en Europa del Este, la
tracción animal y específicamente la ejercida por bueyes, pasó a ser
vindicada por el régimen cubano luego de varías décadas de satanización.
En un reportaje publicado por el periódico Granma el pasado 27 de junio,
el autor se lamenta del desinterés que muestra la agricultura hacia el
uso del buey en las labores de preparación y acondicionamiento del
suelo. El uso de bueyes, se afirma "cayó a planos secundarios sin nadie
quererlo". Como si fuera poco, el propio Raúl Castro en su reciente
intervención en el parlamento cubano, hizo una verdadera apología de la
utilidad y el beneficio que reportan esas bestias.
En cuanto a lo primero el empleo de la tracción animal no sólo cayó a
planos secundarios sino que su uso se convirtió en algo dañino asociado
con el subdesarrollo y la pobreza. Lo que resulta totalmente falso es la
injusta exoneración de culpas al afirmar que, la casi extinción de los
bueyes se produjo "sin nadie quererlo".
El hecho fue totalmente intencional y la animadversión al buey apareció
a los pocos meses del triunfo revolucionario con la creación del INRA
(Instituto Nacional de la Reforma Agraria). Como parte de la política de
"engatusamiento" el nuevo gobierno surgido tras la huida de Batista,
mostraba ante la opinión pública un lote de pequeños tractores italianos
(picolinos) a la vez que anunciaba su futura entrega al campesinado como
solución al ¨"anacrónico", "cruel" e "improductivo" uso de la tracción
animal.
La alta burguesía cubana, de forma oportunista, pues ya avizoraba las
intenciones de sustituir una dictadura por otra aunque ignoraba su
radicalidad, donaba tractores como forma de congraciarse con el nuevo
poder político.
Mientras el novillo antillano mamó de la teta soviética durante 30
largos años, la yunta de buey era asociada al pasado capitalista con su
secuela de explotación y miseria. Era, según este punto de vista,
reflejo de la indiferencia burguesa hacia el sufrimiento del hombre
campesino obligado a erguirse sobre el surco tras la huella del macho
vacuno bajo el sol quemante del verano criollo. La revolución
profundamente humanista liberaría al campesino de tan inhumana forma de
esclavitud mecanizando la agricultura.
Y así fueron desapareciendo los bueyes de las cooperativas estatales
creadas por el Gobierno en un proceso vertiginoso que negaba la
experiencia agrícola acumulada durante siglos. La consigna era mecanizar
la agricultura y sembrar nuestros campos, más que de viandas y
hortalizas, de combinadas, tractores, sistemas de regadíos, procedentes
de las lejanas regiones que entonces formaban la difunta Unión Soviética.
Paulatinamente, en un proceso nada lento, mientras se llenaba la campiña
de hierros y aparatos de todo tipo, iban escaseando cada vez más el
fríjol, la yuca, el rábano y la lechuga, en un proceso al parecer
insólito pero que parecía confirmar aquello de que, "donde pone la mano
el comunismo solo brota la miseria".
Según el Ministerio de la Agricultura de Cuba existen actualmente 265
120 bueyes. De acuerdo al censo ganadero efectuado en 1952 la cifra
arrojaba cerca de 400 000. O sea el doble de animales para una población
dos veces menor. Una aritmética elemental nos dice que entonces había un
buey por cada quince cubanos. Hoy hay uno por cada sesenta. Es decir
tenemos cuatro veces menos bueyes.
Personalmente favorezco no sólo la mecanización, sino todo tipo de
adelanto científico técnico que teniendo en cuenta la protección y
conservación del entorno, contribuya a potenciar la producción agrícola.
Es algo más que un disparate pensar que la creciente población mundial
pueda abastecerse de recursos agrícolas con el exclusivo empleo de la
tracción animal.
El Gobierno lo sabe pero su fracaso económico le hace promocionar este
recurso y promoverlo como la mejor opción. Ello no quita que de manera
individual sea factible el empleo de la yunta en las pequeñas parcelas
agrícolas. Tal realidad siempre fue reconocida y practicada por el
campesino cubano que nunca abandonó su yunta y, si aún existen bueyes en
nuestros campos, es debido a la presencia, dedicación y sabiduría de
nuestros guajiros.
VINDICACIÓN DE LOS BUEYES - Misceláneas de Cuba (2 September 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=22611
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