2009-07-31.
Alfredo Cepero
(www.miscelaneasdecuba.net).- Miami, Florida, 31 de julio del 2009.-
Aunque algunos miserables lo quieran negar, la naturaleza diabólica y la
estela de destrucción dejada a su paso por el régimen comunista de Cuba
son de conocimiento universal.
En medio siglo, los forajidos que usurpan el poder en Cuba se las han
arreglado para reducir a la que fuera tercera economía en América Latina
al nivel del país más pobre del continente, en franca competencia con el
paupérrimo Haití.
El ingreso por habitante, que en 1958 alcanzó los 1,200 dólares anuales,
ha caído en forma drástica al equivalente de 120 dólares anuales, estos
últimos devaluados por las tasas de inflación que han tenido lugar en
estos cincuenta años.
Y para añadir la avaricia personal al empobrecimiento de su pueblo,
mientras Cuba incurría en una deuda externa superior a los 24,000
millones de dólares, el tirano mayor saqueaba las arcas del tesoro
nacional para acumular la exorbitante y mal habida fortuna de 900
millones de dólares.
Ahora bien, por chocantes que puedan parecernos los datos anteriores,
más grotesca aún ha sido la trayectoria de la tiranía en el ensañamiento
desatado contra su propio pueblo en su afán mezquino de perpetuarse en
el poder.
En cifras precisas y fidedignas desarrolladas por un estudio tan
minucioso como el de Cuba Archive, de los eruditos María Werlau y
Armando Lagos, y que nosotros en honor a la brevedad redondeamos en este
trabajo, el saldo ha sido desolador. Por ejemplo, más de 10,000 cubanos
han muerto por fusilamiento, asesinatos en las cárceles y víctimas de
procesos extrajudiciales.
Más de 14,000 cubanos y africanos murieron en las aventuras africanas
desatadas por Castro como "condotiero" de la Unión Soviética. Alrededor
de 5,000 campesinos fueron muertos durante la campaña militar de la
tiranía para apagar la hoguera de libertad de los alzados del Escambray.
Más de cien mil se han graduado de esa universidad del horror que son
las cárceles castristas y más de un millón han tomado el camino incierto
del exilio. Por último, decenas de miles de hombres, mujeres y niños,
cuyo número no puede ser precisado por falta de estadísticas confiables,
han preferido ser devorados por los tiburones del Estrecho de la Florida
antes que continuar respirando el aire enrarecido del infierno castrista.
Fue precisamente el recuerdo de este viaje de agonía y martirio del
otrora trabajador y alegre pueblo cubano lo que nos causó indignación y
dolor ante la declaración emitida esta semana por un grupo de
organizaciones que dicen oponerse al régimen dentro de Cuba.
Bajo el título de Mensaje a la Nación, los firmantes afirman: Los que
suscribimos este Mensaje a la Nación comprendemos lo difícil que resulta
para un gobierno como el actual lidiar con las dificultades de ese país,
que desbordan su edad, su época, su lenguaje y sus límites estrechos.
Estos compatriotas, y son compatriotas nuestros aunque pensemos en forma
radicalmente opuesta, se muestran "comprensivos" con los asesinos, los
torturadores y ladrones que han convertido en un infierno a la isla que
fue una vez el paraíso que atrajo a millares de inmigrantes de los
cuatro rincones del mundo y del cual jamás emigraban sus nacionales.
Más adelante muestran una inocencia supina o tal vez una ignorancia
total de la naturaleza diabólica intrínseca en una tiranía que ha usado
el dialogo durante estos cincuenta años para ganar tiempo, dividir a sus
adversarios y perpetuarse en el poder.
En ese pasaje manifiestan: El gobierno cubano, si decide pegar el oído a
la calle, tiene aquí una opción: abrirse a dialogar con la sociedad
cubana. Y ya en el colmo del servilismo y de la arrogancia concluyen
diciendo: Una sociedad que, pese a las angustias y violencias cotidianas
a las que se ve obligada, y al malestar profundo por la acumulación de
vidas frustradas, tiene una magnífica capacidad para el perdón y para el
ejercicio pacífico de la controversia.
¿Por qué se sienten obligados a hincarse de rodillas ante los tiranos
quienes no han recibido de ellos otra cosa que hambre, persecución y
maltratos? Pero más importante todavía, ¿quién les dijo a estos señores
que ellos pueden arrogarse el privilegio de perdonar a los engendros
maléficos que han convertido en mercenarios a nuestros jóvenes, en
"jineteras" a nuestras mujeres, en incrédulos a nuestros niños y en
hipócritas a una proporción considerable de los cubanos?
Quede bien claro que nadie tiene derecho a perdonar las ofensas que no
ha recibido en carne propia. Quede más claro aún que los delitos
cometidos por estos facinerosos han impactado a todo el pueblo de Cuba
y, que por lo tanto, es únicamente ese pueblo de Cuba el que tiene el
derecho a perdonar o castigar sus crímenes. Y que sepamos, ninguno de
los firmantes puede reclamar la representación de un pueblo del cual no
ha recibido mandato alguno expresado en elecciones libres, justas y
transparentes.
Cuando se produzcan esas elecciones, el Gobierno legítimo de la nación
cubana, a través de un poder judicial independiente de los demás
poderes, decidirá si procede o no someter a juicio a quienes hayan
formado parte del Gobierno comunista. Quienes tengan sus manos limpias
nada tendrán que temer.
Quienes las tengan manchadas de sangre, de malversación o de violación
de los derechos humanos y fundamentales de sus conciudadanos tendrán que
responder ante tribunales ordinarios por sus crímenes y fechorías. Pero
eso sí, disfrutarán del derecho que le han negado a sus víctimas. Estos
acusados contarán con la presunción de inocencia y se les reconocerán
todas las garantías procesales para presentar su caso y confrontar a sus
acusadores.
Después de cincuenta años de opresión e injusticias el pueblo de Cuba
tiene derecho a una transición a la democracia sin venganzas pero con
justicia como la fórmula más idónea para garantizar la paz social a
través de la instauración de un verdadero Estado de Derecho.
La aplicación de una justicia imparcial traería como beneficios:
Satisfacción para las víctimas, castigo para los victimarios, enseñanza
para los jóvenes, advertencia para futuros gobernantes, preservación del
orden público, estabilidad institucional, promoción de la inversión
extranjera y creación de empleos.
Todos ellos, elementos imprescindibles para resucitar en el menor tiempo
posible el cadáver en que han convertido a Cuba estas aves de rapiña
incapaces de producir riqueza y carceleros de quienes traten de producirla.
Por otra parte, el borrón y cuenta nueva implícito en este servil
Mensaje a la Nación traería, en nuestra opinión, los perjuicios
siguientes: Desataría una ola de venganzas y pases de cuenta por parte
de las víctimas, minaría la credibilidad del nuevo gobierno, fomentaría
la corrupción y el abuso por parte de los nuevos gobernantes y sus
fuerzas policiales e institutos armados, traería consigo una alteración
del orden público y un sentido de inseguridad por parte de la
ciudadanía, frenaría la inversión extranjera y produciría altos niveles
de desempleo.
En conclusión, una fórmula ideal para el caos social, el desastre
económico, el desprestigio de la democracia, el colapso del nuevo
gobierno y un surco abonado para la siembra de una nueva semilla
totalitaria, ya sea de izquierda o de derecha.
Por lo tanto, ratificamos nuestra opinión de que no puede haber diálogo
con sordos ni perdón para criminales. Que la lucha actual demanda una
oposición de activismo no violento pero firme en su negativa a cooperar
con la tiranía. Y que en la Cuba Libre que ya se divisa en nuestro
horizonte político no puede haber lugar para claudicaciones ni componendas.
Que lo que debe predominar es la aplicación de una justicia imparcial e
independiente que ilumine el camino hacia la nación por la cual han
sacrificado sus vidas lo mejor de nuestros hombres mujeres. Porque no
tengo la menor duda de que sin justicia no habrá nación.
SIN JUSTICIA NO HABRÁ NACIÓN - Misceláneas de Cuba (31 July 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=22014
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