Jorge Olivera Castillo, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - El interruptor de la
honestidad está activado. Nada queda en el anonimato. Para afinar la
visión, hay también espejuelos graduados y otros accesorios que
propician un bosquejo impecable.
¿En qué sitio están esos valores éticos? ¿Dónde la moral, las normas de
comportamiento civilizado, el famoso cuadro en que la virtud lleva una
corona de oro y diamantes?
Sigo tras la pista que me ha dado recientemente el periódico Granma y
supongo que las coordenadas son falsas. No encuentro esas distinciones
que presuntamente engalanan a la juventud cubana.
Puedo dar cuenta del amasijo de groserías, del desparpajo sexual, de la
irreverencia, del asalto perpetuo a la razón y al sentido de la
responsabilidad.
En primer plano flota la desidia y el amor a un materialismo cada vez
más distante de la sencillez. En los rincones es que se divisan los
bordes de la decencia y los pequeños actos heroicos que nada tienen que
ver con balas de fusiles ni disparos de morteros.
Ser portador de óptimos niveles de educación formal, es hoy en Cuba algo
raro que emerge entre las nubes de la marginalidad. Lo audaz y
desdichadamente relativo viene dado en hacer de la conducta diaria un
ejemplo de ciudadano íntegro y respetuoso. Eso no es lo visible cuando
se dirige la atención a las últimas generaciones crecidas dentro de un
proceso político con fachada de arcángel y designios pintados con los
colores de la maldad.
La falta de espacios para desarrollar el pensamiento libre ha
favorecido un amoldamiento a las reglas dictadas por un partido que
funda su legitimidad en la obediencia, sin importarle costos y
procedimientos. Muchos de éstos afines al nazismo o tomados del legado
estalinista.
Como producto de esa ecuación es que surge el descarrilamiento del pudor
y otros accidentes a causa de una tripulación enamorada de la
irresponsabilidad.
El uso y abuso de la doble moral, la exaltación de la chapucería y el
burocratismo rampante, y la trivialización de los símbolos patrios,
determinan los contornos de una decadencia de magnitudes inconmensurables.
La juventud cubana no puede actuar al margen de una corriente que rige a
nivel nacional y que son los resultantes de décadas de improvisaciones,
alardes experimentales y disparatados impulsos "renovadores" con
escasos contactos tanto con la realidad objetiva como con su
sostenibilidad en el tiempo.
Los más jóvenes no hayan referentes creíbles en una iconografía
estropeada por los martillazos de la politiquería. Muy pocos se detienen
en esos llamados al orden y a la corrección de la escala de valores.
El daño está consolidado y se hace imposible pensar en que la juventud
asimile unos consejos totalmente divorciados de los acontecimientos
cotidianos basados en el robo, la corrupción, el pillaje, el alcohol y
el sexo como remedios contra la desesperanza.
Hay muchos detalles por mencionar en esta caminata por los caminos de
una república que mantienen atada y con una pistola apuntándole a la sien.
La silueta de los secuestradores es perfectamente clara. No obstante,
por si acaso, tengo otra lámpara para ampliar el ángulo de la
luminosidad. Hombre prevenido vale por dos.
oliverajorge75@yahoo.com
Cuba: La verdad bajo la luz (28 May 2009)
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