Por Fernando Laborda
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Domingo 25 de enero de 2009 | Publicado en edición impresa
Las imágenes registradas la tarde del miércoles pasado en la sede
diplomática argentina en La Habana quedarán grabadas por mucho tiempo en
la memoria de los allí presentes. Acababa de llegar la presidenta de la
Nación y la algarabía de los miembros de la comitiva oficial era
indisimulable. ¿Qué justificaba tamaño alborozo? ¿Acaso la primera
mandataria regresaría a su país con la doctora Hilda Molina a su lado en
el Tango 01? ¿O se avendría el gobierno cubano a negociar su vieja deuda
con la Argentina? Nada de eso. El júbilo tenía otra explicación:
Cristina había podido saludar personalmente a Fidel Castro y hasta había
una foto del histórico encuentro que, 48 horas más tarde, daría la
vuelta al mundo. El objetivo estaba logrado.
¿Dejó la gira por Cuba y Venezuela algo más que la mera satisfacción del
cholulismo presidencial? Para la mayoría de los analistas en política
internacional, prácticamente nada. Para los expertos gubernamentales en
construcción del relato, mucho más de lo que cualquiera pueda imaginar.
Ante todo -señalaron voceros de la Casa Rosada- el viaje dejó plata .
Aludían a que una empresa argentina obtuvo una licencia para
comercializar los famosos habanos Cohiba en América latina y que otro
grupo nacional logró una representación para vender productos
medicinales cubanos en la región, al tiempo que se incrementarán las
compras por parte de Venezuela de arroz y de vacas argentinas. Si es que
éstas sobreviven a la sequía, claro está.
El optimismo que intentan derramar los funcionarios kirchneristas no
concluye allí. Según su particular visión de las relaciones
internacionales, la Argentina puede convertirse en un puente entre los
Estados Unidos y varios países de la región, como Cuba, Venezuela y
Bolivia, que tienen mejores relaciones con los Kirchner que con el
gobierno brasileño.
La reunión del G-20, prevista para el 2 de abril próximo en Londres, de
la que participará la Argentina, comienza a provocar entusiasmo en la
Casa Rosada, donde varios funcionarios recitan a coro uno de los
principales mensajes de Barack Obama en su asunción: El mundo ha cambiado .
¿Qué cambiará para la Argentina? Por empezar, existe confianza en el
gobierno de Cristina Kirchner en que, a partir del encuentro del G-20,
comenzará una nueva era del capitalismo que incluirá reformas
sustanciales en el FMI y el Banco Mundial, con el fin de que los
organismos internacionales de crédito tengan políticas procíclicas y no
contracíclicas y asistan más debidamente a los países en desarrollo.
Funcionarios argentinos y brasileños tienen previsto reunirse hacia
mediados de febrero para avanzar en una posición común en ese sentido.
Si todo marcha como el Gobierno espera, podría presagiarse que 2010
encontrará a la Argentina trabajando de nuevo junto a un remozado FMI.
¿Qué cambiará en Cuba? El gobierno argentino aguarda confiado que, con
el cierre de la cárcel de Guantánamo y con probables acercamientos para
que se ponga fin al embargo norteamericano, las autoridades cubanas
flexibilicen sus posiciones. El futuro de Hilda Molina y de sus nietos
que la esperan en la Argentina dependerá más de esas negociaciones que
del lobby de la cancillería argentina.
¿Por qué los disidentes cubanos que solicitaron una entrevista con
Cristina Kirchner fueron ninguneados por la Presidenta? Accedimos a un
pedido de las autoridades cubanas. Raúl Castro quiere administrar él
mismo el proceso de apertura y no estábamos dispuestos a ensuciarlo
políticamente , respondió un vocero de la Casa Rosada. Por la misma
razón, la Presidenta no se reunió con Hilda Molina.
Parece exagerada la cautela de un gobierno que, desde que asumió en
2003, enarboló la bandera de la defensa de los derechos humanos y de una
jefa de Estado que, un año atrás, al recibir en la Casa de Gobierno al
presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, le cuestionó en público
y ante las cámaras de televisión las violaciones a los derechos humanos
en ese país. Ustedes cuentan con inmensos recursos hidrocarburíferos en
un mundo donde la energía, el petróleo y el gas son indispensables. Pero
no puedo dejar de expresarle, señor presidente, nuestra honda
preocupación por la situación de los derechos humanos en su país , le
dijo Cristina Kirchner al sorprendido mandatario africano.
Un gesto similar ante los hermanos Castro hubiera merecido mucho más
reconocimiento en el mundo hacia la Argentina que la simple foto que
muestra a nuestra presidenta junto al anciano dictador en jogging .
La deuda que Cuba contrajo con la Argentina en 1973, en tiempos de Ber
Gelbard, es hoy incobrable. Eran originalmente 600 millones de dólares,
destinados a la compra de automóviles y otros bienes argentinos; algunos
de los Ford Falcon y de los Peugeot 404 adquiridos en esa época aún
circulan por la isla caribeña. Según fuentes gubernamentales,
actualizada, esa deuda ascendería a 2700 millones de dólares. Sin
embargo, no hubo ninguna gestión para recuperar parte de ese dinero
durante la visita presidencial a Cuba. En algún momento se barajó la
idea de canjearla por beneficios impositivos para inversiones argentinas
en turismo, pero un convenio firmado entre cubanos y españoles
complicaría esa posibilidad, sumado al hecho de que España no está hoy
en condiciones de abrir el juego por su recesión , aclaró un funcionario
argentino.
Con aquel crédito de los años 70, la Argentina rompió el bloqueo
impuesto a Cuba por los Estados Unidos. Poco después, en medio del acoso
de las organizaciones guerrilleras, tanto Juan Domingo Perón como su
esposa tomaron distancia del régimen castrista y la deuda continuó
impaga. Más curioso aún es que el gobierno militar establecido en 1976
tampoco se preocupara por esa deuda, aunque quizás a cambio logró que
Cuba bloqueara, en 1980, una resolución propuesta por los Estados Unidos
para denunciar el drama de los desaparecidos en la Argentina en la
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Son las paradojas
de la historia: el mismo líder cubano que apoyó al régimen militar
argentino recibió el saludo y la admiración de Cristina Kirchner.
¿Atraerá el país más inversiones de la mano de fotos de la Presidenta
con Chávez y Fidel?
El escenario económico nacional da cuenta de acciones defensivas por
parte de empresas y familias. La postergación de inversiones o de gastos
importantes es la característica central. El único sector que puede
crecer es el de la obra pública. Aumenta el número de locales vacíos en
alquiler en el área metropolitana. Se cierran restaurantes. Quien tiene
el dinero para comprar un inmueble no lo hace porque espera que bajen
los precios. Y la sequía empieza a arruinar al sector más dinámico de la
economía y también las cuentas públicas.
El Gobierno le reclama a la gente que consuma. Pero los sectores medios,
antes que por comprar electrodomésticos o cambiar el auto, parecen más
inquietos por poder pagar las tarifas eléctricas, las expensas y el
colegio de los chicos.
En el medio de todo esto, se aproxima la discusión salarial. Habrá techo
, afirman en el Gobierno. Las autoridades apuestan al 13 por ciento,
aunque admiten que la realidad podría imponer el 15. De otra forma, la
variable de ajuste será el empleo , conjeturan. No le temen a Hugo
Moyano. Sí a los docentes bonaerenses: una demanda desmedida, además de
conflictividad, arrastraría al sector público y pondría en riesgo las
cuentas fiscales.
Por ahora, el kirchnerismo se regodea con el discurso de Obama y su
convicción de que el mercado actúa muchas veces con irresponsabilidad y
necesita un ojo vigilante , una frase que habrá sonado como música para
los oídos de Cristina Kirchner. El cholulismo del poder debería dejarle
ver que la irresponsabilidad con que puedan actuar los agentes del
mercado nunca será más grave que la irresponsabilidad con la cual pueden
actuar los agentes de un Estado en el que no existen los controles y
donde los gobernantes tienden a concentrar el poder.
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