Monday, December 01, 2008

El 'apoliticismo' de los negros cubanos

El 'apoliticismo' de los negros cubanos
ENRIQUE PATTERSON
Publicado el miércoles 26 de noviembre del 2008


Acasi siete meses de la muerte del pensador negro cubano Walterio
Carbonell, uno de sus discípulos, Carlos Moore --que ya ha hecho escuela
propia-- presentó en la recién concluida Feria del Libro de Miami su
obra ''Pichón, Race and Revolution in Castro's Cuba (Autobiography)''.
La publicación del ensayo de Carbonell ''Crítica: como surgió la cultura
nacional'' (1961) inició el derrotero del poco conocido movimiento negro
surgido bajo condiciones de la revolución castrista.

El libro de Moore nos introduce en el fresco de esos tiempos de cambio
de régimen y el enfoque del nuevo orden ante el problema del racismo y
la discriminación racial. Muchos intelectuales y activistas negros como
Carbonell y Moore --identificados en aquel momento con la revolución--
no podían comprender ciertas actitudes y acciones como el
desmantelamiento de las sociedades negras, únicas instituciones donde
los negros podían discutir y proponer soluciones a sus problemas así
como elaborar agendas políticas a nivel nacional. Moore y Carbonell
estaban viviendo la ejecución calculada de un plan para --por primera
vez en la historia del país-- quitarles a los negros la voz
independiente y la capacidad de organización que, de mantenerse, podrían
convertirse en impedimentos para el establecimiento de un régimen
totalitario o en la base de un eventual proceso de democratización.

El libro de Moore nos hace comprender cómo los fundamentos de la no
solución del problema racial por parte del régimen cubano actual se
anidan en los propios orígenes del proyecto castrista, y en la
concepción del mundo que al respecto Castro y sus acólitos comparten con
las viejas elites cubanas: el considerar a los negros como insurgentes,
participantes o ciudadanos subordinados que no deben tener voz propia ni
participar en igualdad de condiciones en la lucha política.

Enfrentarse a esa concepción --confrontando personalmente a Castro--
llevó a Carlos Moore a una saga que va desde los campos de trabajo, la
cárcel y un espectacular asilo en la embajada de Guinea en 1963 hasta
una permanente persecución e intentos de secuestro por parte de los
órganos cubanos de inteligencia alrededor del mundo.

Carbonell, acaso más crédulo, permaneció en el país con la esperanza de
tratar de cambiar las cosas desde dentro; como resultado fue conducido a
campos de trabajo forzado, a la cárcel y, finalmente, al manicomio,
donde se le destruyó síquicamente.

A lo largo del poder revolucionario el castrismo estructuró un
seguimiento puntual de los intelectuales negros, impidiendo su
desarrollo y repitiendo, en cada generación, la política represiva que
usaron para desarticular el movimiento inspirado por Carbonell y Moore
en los primeros años de la revolución. Al mismo tiempo, en la propaganda
gubernamental el castrismo se presentaba como el gran benefactor que
había eliminado la discriminación racial, tratándoles de hacer creer a
los negros del patio que --para ellos-- el castrismo era el mejor de los
mundos posibles y, a los del exterior, que la eliminación del racismo y
la discriminación racial sólo eran posibles en un régimen totalitario
que suprimiera todas las libertades y derechos democráticos.

Semejante posición asume que la democracia es un régimen que sólo
funciona para los blancos, mientras que el sistema social idóneo para
los negros es uno que recree la esclavitud generalizada bajo el mando de
un líder blanco e ilustrado. El castrismo silenció a los negros aún más
que las viejas elites cubanas, reforzando la actitud de que los negros
--en lugar de tener una voz propia-- deben buscarse ''abogados''
--blancos-- que hablen en su nombre.

Por eso no es de extrañar la defensa velada que de las desigualdades
raciales existentes en Cuba hace el escritor itinerante Pedro Pérez
Sarduy, invitado por el Centro de Investigaciones Cubanas de FIU, según
reporta este periódico en su edición del viernes 21 de noviembre.
Sarduy, al ser cuestionado sobre la escasa participación de los negros
en el quehacer político en Cuba, expresó que ''a los negros no les
interesa la política, sino el desarrollo de profesiones y carreras
intelectuales mejor consideradas''. Su punto de vista refleja la visión
del régimen. Los negros cubanos serían, entonces, los únicos seres
humanos que no son ''animales políticos''. Eso explica, como se
desprende de otra parte de sus declaraciones, que no se solidarice con
Oscar Elías Bisset, que ha tenido el ''atrevimiento'' de confrontar al
castrismo en sus áreas más sensibles: los derechos civiles y el
monopolio del poder político.

La posición de Sarduy --que por extraña coincidencia aparece en Miami en
el momento de la presentación del libro del Dr. Moore-- pareciera
congruente con los rumores que, según fuentes del movimiento negro
interno en Cuba, lo relacionan con la destrucción de Walterio Carbonell.
A estas alturas es imposible saber cuánta verdad subyace en semejantes
rumores y opiniones; pero sí podemos comparar dos modelos de
intelectuales negros.

Uno, Carlos Moore, que nos deja libros definitivos sobre el tema y que
ha estado en el vórtice de la lucha contra el racismo y la
discriminación lo mismo en Cuba como en Estados Unidos, Francia, Africa,
el Caribe y América del sur, junto a figuras del relieve de Maya
Angelou, Malcolm X, Aimé Césaire. Y otro, Sarduy, que aún nos debe obras
definitivas y aclaraciones de cuentas pendientes con Walterio.

http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/329125.html

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