Thursday, October 09, 2008

Vivir de lo prohibido es normal para salir adelante

Vivir de lo prohibido es normal para salir adelante

Ancianos y músicos son los que más se observan pidiendo dinero en las
calles de La Habana
07.10.08 - Actualizado: 07.10.08 10:59pm - Tatiana Paz:
redaccion@laprensa.hn
La Habana,
Cuba

"Cállate chica, si la Policía te escucha cogen preso a mi papá". La
inocencia y viveza de Samantha, de cinco años, me hizo comprender que
los cubanos desde pequeños deben aprender a vivir en silencio a causa de
la "Revolución" y a aprender tácticas para subsistir.

Salimos del hotel a las cuatro de la tarde a continuar nuestro recorrido
por esta ciudad. Tomamos un "cocotaxi" conducido por una mujer llamada
Maribel. "Queremos ver algo diferente, mucha gente y sobre todo niños",
le dije.

Inmediatamente nos llevó a las zonas escolares y luego nos extendió una
invitación para tomar café cubano en casa de su compadre, en la zona
populosa de Centro Habana. No dudamos ni un segundo, era nuestra
oportunidad de conocer más de cerca los hogares en Cuba.

Camino a casa del compadre, Maribel nos contó que éramos los primeros
turistas hondureños que movilizaba y preguntaba si ya habíamos adquirido
algunos recuerdos de Cuba para llevar a Honduras.

"Los turistas llevan artesanías, pero es imperdonable venir a Cuba y no
llevar tabacos, ya sea Cohiba o los Romeo y Julieta porque son los
mejores del mundo", insinuaba.

Llevábamos más de quince minutos a bordo cuando se reveló el verdadero
objetivo de la invitación a tomar café.

"Oye, si quieres llevar tabacos mi compadre te los vende baratos.

Él trabaja en la fábrica y con el jefe se ponen de acuerdo para sacar
unas cajitas, tú has de saber que se tiene que hacer algo para obtener
un dinero extra...si no, no comemos en el mes", aseguró.

Maribel seguía en su trabajo de persuasión... "Yo ya he llevado turistas
adonde mi compadre y han quedado contentos porque los tabacos son de los
originales y se ahorran la mitad de lo que valen".

Llegamos a la calle adonde se ubica la casa, ingresamos por un callejón
estrecho que divide dos edificios de viviendas, más parecidos a unas
cuarterías.

Al inicio sentimos el ambiente un poco tenso, algo de temor; unos
hombres apostados en la entrada parecían al acecho, pero no, sólo
pasaban el tiempo a la espera de un generoso visitante. Ellos arrebatan
dinero con la mirada de necesidad. La pequeña casa al fondo de lo que
parecía un túnel estaba oscura.

"¡Comadre! Aquí traigo unos amigos, ¿tienes café?", le dijo la cocoquetera.

Sandra, la comadre, salió sonriente y amable. Nos hizo pasar y mientras
preparaba el aromático se quejó porque desde las 10 de la mañana no
había energía eléctrica. "Se va seguido, pero tú no te preocupes porque
en los hoteles nunca hay apagones", dijo Maribel dirigiéndose a mi.

El compadre venía en camino para ofrecer los puros de tabaco. Ya en
confianza Maribel nos confesó que ella es el contacto con los turistas,
de otra forma sería difícil conseguir clientes con dinero suficiente.

Su ahijada de cinco años, una morenita preciosa, se llevó la mano a la
boca "shhhhhhs, cállate chica, que si la Policía te escucha, cogen preso
a mi papá"...

No había salido del asombro por lo que dijo Samantha cuando llegó el
compadre. Nos saludó rápido y desesperado, y empezó a buscar los habanos
en medio de la oscuridad. Se quejaba de que no hubiera luz, se paraba en
medio de la sala, me decía que esperara y le gritaba a su esposa que
buscara la mercancía. Después de dar varias vueltas los encontró.

Para convencerme de la calidad de los habanos, explicó cómo los elaboran
y remató diciendo que era imposible dejar de comprárselos.

"Una caja en el mercado te cuesta más de 250 CUC -casi igual que el
dólar- yo te los vendo a 120"... (El CUC es la moneda para uso del
turista en Cuba, vale 1.10 ó 1.20 de dólar, según la casa de cambio. Los
cubanos deben usarla cuando quieren comprar ropa o zapatos en centros
comerciales, el peso está muy devaluado).

Tras el café, ya me sentía comprometida y me daba pena no comprarlos, su
necesidad era evidente.

Le dije que no disponíamos de mucho dinero. Sólo portábamos 100 CUC.
"Llévatelos y le das a Maribel en el hotel el dinero. Ella me lo trae",
me decía.

El semblante le cambiaba y trataba de ser convincente.

Para amarrar la venta, los rebajó a 100 CUC. Amablemente le expliqué que
de comprárselos nos quedaríamos sin cenar ese día, pues la casa de
cambio abría hasta el día siguiente. En el regateo me los dejó en 80 CUC
(unos 100 dólares o 1,890 lempiras).

Su rostro cambió, estaba feliz, había hecho dinero suficiente para
sobrevivir un buen tiempo.

Con la venta se ganó lo que la fábrica de tabacos le paga en cuatro
meses de trabajo. Maribel también lo celebró y hasta nos ofreció otra
taza de café. Ella, por supuesto, recibiría una comisión.

Solidaridad

Es sorprendente la solidaridad entre los cubanos. Aunque parece que
viven en un "reality show" porque hacen cualquier cosa por sobrevivir,
no existe el egoísmo y la competencia para ver quién gana más.

Lo que importa es obtener ingresos para salir a flote cada mes. "Yo
tengo un mini gimnasio en mi casa. Pero eso sólo lo saben los del
barrio, quienes llegan y me pagan por usarlo", dijo Mario, un
profesional del área de deportes. Aparte, tiene un centro de Internet
pirateado.

"El Gobierno lo obliga a uno hacer cosas que no debe. Mientras ellos
inventan una ley, uno trama otra cosa, es algo de nunca acabar. Quien no
hace algo extra acá no sobrevive. Yo no vivo tan mal por eso", me confió.

Otros como Mario, que logran tener otras fuentes de dinero y adquieren
una vivienda un poco amplia, acomodan un dormitorio extra para alquilar
a turistas.

Los que han logrado comprar un auto se dedican a ser taxistas de forma
ilegal. Ofreciendo el servicio a los turistas a precios más bajos que
los oficiales.

La imaginación es el único camino que tienen estos isleños para subsistir.

A pesar de las angustias y temores en los que viven para poder
agenciarse un dinerito extra todos los días, no han perdido la alegría y
la amabilidad con el visitante. Muchos dicen que es su mejor arma para
sobrevivir.


Mendicidad por doquier

No son mendigos cualquiera pues al menos tienen un techo seguro y
asistencia médica. La necesidad de alimentos y otros artículos básicos
que no pueden adquirir con lo que les da el Gobierno los obliga a salir
de sus casas para pedir.

"Oye linda, no tienes un jaboncito, un ganchito o un peso que me
regales", son frases comunes que se escuchan en las calles de La Habana
y más en los puntos turísticos como La Habana Vieja.

Es normal encontrar a personas mayores de edad pidiendo un CUC o
vendiendo cualquier cosa para obtenerlo. Sobrevaloran lo que ofrecen,
pero apelan a la solidaridad del turista para que se lo compre. Lo hacen
de forma disimulada, pues si un policía los descubre pueden ir a la
cárcel. Interceptan al extranjero preguntándole o adivinando su país de
origen. "Son mexicanos, bienvenidos. ¿No tienes algo para mí?", nos dijo
una mujer en las afueras del hotel.

Es un delito dar a conocer al extranjero la necesidad que tienen, pues
dan una mala imagen de país.

Hay otros que piden indirectamente. Es imposible ir a El Malecón y no
encontrar diferentes grupos de músicos que cantan con buen son y que en
sus estrofas digan: "Todo en la vida se paga y en El Malecón, todo se paga".

Para pasear en La Habana hay que andar muchos pesos convertibles, pues
más de algún lugareño apelará a los buenos sentimientos.

* 35 años es la edad promedio de los cubanos. De los más de 11
millones, el 15% pasa los 60.
* 2.2 millones de habitantes tiene La Habana, Cuba.
* Ropa, zapatos y hasta un jabón son los artículos más comunes que
piden los cubanos en las diferentes calles.
* El Malecón es la zona de concentración para turistas en la noche
y donde llegan los caribeños en busca de ayuda.
* Fidel Castro ha dicho que con el "socialismo" no hay razón de
existir mendigos en la calle. La realidad es otra.
* Debido al azote de los huracanes Ike y Gustav, la mendicidad ha
aumentado considerablemente en La Habana.
* Ciudadanos de las provincias afectadas han emigrado a la capital
pues no encuentran otra alternativa para obtener dinero.
* Muchos residentes de La Habana se avergüenzan de sus compatriotas
que le piden dinero al turista o le venden algo muy caro.

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