2008-09-30.
Oscar Mario González, Periodista Independiente
(www.miscelaneasdecuba.net).- Los capitalinos muestran especial
inquietud ante la probable falta de los huevos de gallina luego de
varios días observando, a través de la televisión, los cuantiosos daños
sufridos por la industria avícola al paso de los ciclones Gustav e Ike.
No se trata de espavientos infundados por la humana tendencia al
pesimismo. Según las cifras oficiales sobre los "daños ocasionados por
los huracanes Gustav e Ike", la ventolera ciclónica, específicamente el
Gustav, "afectó seriamente el 80% de la avicultura de la Isla de la
Juventud y totalmente los ocho municipios pinareños azotados.
El Ike, según la misma fuente, ocasionaba: "la pérdida de más de medio
millón de aves, unas 100 mil de las cuales pudieron sacrificarse y
venderse a la población". Si tenemos en cuenta que la mitad de los
huevos consumidos por los habaneros provienen de Pinar del Río, es fácil
suponer una notable disminución en la oferta cuya cuantía, al no
informarla el gobierno, se doblega a la imaginación popular.
El noticiero de la televisión dio algunos datos adicionales como la
afectación a más de 1000 naves avícolas, 70 millones de huevos dejados
de producir y más de 1 millón de ponedoras muertas. A pesar de ello el
funcionario aseguraba que se garantizaría la cuota mensual.
El desasosiego de los cubanos y de los capitalinos en particular tiene
sobrada justificación. La ciudadanía luego de medio siglo de carencias
(de ellos cuarenta y ocho con libreta de racionamiento), ha visto
desaparecer a la casi totalidad de los renglones alimenticios
originalmente ofertados por la susodicha tarjeta hasta llegar al día de
hoy en que los suministros se reducen a frijoles, azúcar, arroz, pollo,
picadillo de soya o pescado y huevos.
Ahora bien, el huevo, con mayor o menor presencia, siempre fue fiel al
cubano de a pie. Nunca desapareció del todo de la mesa del hombre de
abajo, del hombre de lucha y de sudor.
Desde el inicio del trajín revolucionario la primera promesa del futuro
alimenticio fue abarrotar la república de huevos en tiempos tan
tempranos cuando aún se le llamaba "republica" a secas sin los epítetos
de "neocolonial" y "mediatizada". La fe y el fervor del momento unido a
la aparente seguridad del pronóstico hicieron soñar a todos con un mar
gelatinoso de claras y yemas donde sólo haría falta extender la diestra
y disponer del revoltillo y la tortilla.
Pero el tiempo iba pasando y el fruto amoroso del gallo y la gallina no
se hacía sentir en la medida de lo prometido.
Épocas no faltaron en que parecían extinguirse, agitando el pecho de
temores en lo que no eran sino travesuras infantiles y juego a las
escondidas para luego aparecer en la mesa ya fuera frito o pasado por
agua. Alguna vez estuvo por la libre, es decir, fuera de racionamiento.
Fueron aquellos días de la década de los años ochenta, que algunos,
desconocedores de la etapa prerrevolucionaria, la llaman "época de oro".
Durante los años del periodo llamado "especial" se redujeron a ocho por
persona y así hasta llegar a nuestros días en que cada ciudadano recibe
10 unidades mensuales. En los peores días de aquel periodo un cartón de
huevos de 30 unidades, en Ciudad Habana, llegó a costar 150 pesos. Aún
así era la fuente proteica más barata, asequible y fácil de elaborar.
Nadie duda de que al cubano lo salvó el huevo. A ese cuerpo blanco y
redondeado producido por la hembra del gallo le debemos la vida. Por eso
no serán nunca suficientes los elogios y congratulaciones que se le
dispensen y por la misma razón hoy los criollos se desvelan pensando en
el dudoso futuro de tan imprescindible amigo.
En estos momentos de dificultades y de represión en ascenso pero de
escasas noticias oficiales la gente habla, se queja, lamenta, murmura y
protesta. Se dice que si el cartón de 30 unidades está a 70, 80 ó 100
pesos en el mercado negro. Otro que en tal lugar la policía se llevó
preso a uno que vendía un cartón en 5 chavitos. Tambien que a un viejito
le quitaron medio centenar que llevaba en un bolso ante la protesta de
los presentes. Que si esto o estotro.
El gobierno parece confiar en la represión y en la fuerza más que en la
verdadera solución que para mí, sería importar huevos e inundar el
mercado de ellos. Así las cosas todos se preguntan: ¿Qué pasará con los
huevos?
Porque la experiencia de medio siglo le dice a la gente que mientras
haya huevos habrá vida; mas sin ellos, la existencia misma estaría en
peligro.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=17383
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