Friday, September 26, 2008

La prueba

Sociedad
La prueba

Pese al silencio de la prensa, lo más mencionado puertas adentro es la
solidaridad del exilio, la única respuesta que ha tocado fibras.

José Hugo Fernández, La Habana | 26/09/2008

Un exiliado empaca alimentos en Miami, durante la recolecta de ayuda
para enviar a la Isla

Un exiliado empaca alimentos en Miami, durante la recolecta de ayuda
para enviar a la Isla. (SOITU/EFE)

Cada día, ante cada nuevo acontecimiento, al régimen se le hace más
difícil continuar manipulando la opinión de los cubanos de a pie. Tan
esperanzador como el hecho mismo es su evidencia, el detalle de que al
fin nuestra gente lo está exteriorizando, a pesar del desvarío aberrante
de la desinformación oficial.

En las actuales jornadas, dentro del paisaje de ruina sobre ruinas que
nos dejara el paso de los huracanes, el tema que menor atención recibe
por parte de la prensa en la Isla, y hasta quizá por parte de la mayoría
de los medios internacionales, es justamente uno de los que más ha
llamado la atención entre nosotros: la espontánea solidaridad y la
masiva disposición de ayuda manifestada, desde el primer minuto, por los
cubanos que viven en el exterior.

Es el asunto que con mayor recurrencia hoy se menciona aquí puertas
adentro. Y es, sin duda, una de las únicas respuestas que en verdad ha
tocado fibras en el interior de la Isla, en sus rincones ocultos y
pobres, que son los esenciales.

Poco ha de importar que sea ninguneado por la soberbia tiránica de
nuestros mandarines. Allá ellos. Y menos aún que alguna que otra aura
tiñosa politiquera de allende los mares haya intentado (inútilmente)
monopolizarlo. La actitud de los parientes, amigos, conocidos, paisanos,
desde el otro lado del Estrecho de la Florida y del Atlántico, es el más
sobresaliente y también el más revelador de los hechos relacionados con
Cuba en los últimos tiempos.

Este y no otro es en verdad el inicio de los cambios que tanto se
anunciaron para nosotros, sin que fueran vistos. Y no es que sea la
primera vez que ocurre. Pero nunca como ahora, en forma tan generalizada
y tan desde abajo, sin que mediaran convocatorias de líderes, sino por
expresión legítima de quienes sienten y padecen. Tampoco nunca antes el
acto había sido reconocido y comprendido en su real dimensión dentro de
Cuba: desde el espíritu de cada individuo.

Lo curioso es que ningún discurso o ninguna tesis de cubanología hayan
insistido en la trascendencia del hecho, y que ninguno lo contemple como
lo que es: una señal y un aviso, tal vez los únicos, de que seguimos
vivos y pataleando en tanto nación, no obstante el muro de odio y los
cincuenta años de quiebra y desentendimientos impuestos alevosamente por
la política.

Las ideas nacen inocentes y se vuelven feroces, escribió un lúcido
intelectual latinoamericano. Tal vez pensaba en las ideas de personas
normales, no en las de los dictadores, que nacen feroces pero pierden
los dientes con el tiempo, así que se vuelven patéticas. Si alguna
prueba (una más, definitoria) necesitábamos sobre el fracaso del régimen
en su plan para rendir a los cubanos dividiéndonos mediante la lejanía y
el rencor, aquí la tenemos.

Y si a los despechados les da gusto seguir creyendo que somos un pueblo
menor, un rebaño de tarúpidos, huecos por dentro como la caña brava,
pues que para su gusto sea. Pero también les queda a mano el hecho, que
es una lección, y es la prueba de que estamos listos para renacer desde
nuestros escombros. Cuanto más pronto ocurra, mejor, pero aún mejor es
que estamos listos.

http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/la-prueba-117422

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