Saturday, September 06, 2008

Fracaso deportivo del castrismo

Publicado el viernes 05 de septiembre del 2008

Fracaso deportivo del castrismo
EUGENIO YAÑEZ

Con 24 en total, Cuba obtuvo más medallas que 21 naciones europeas,
Canadá, Brasil, Argentina, Sudáfrica y Nueva Zelanda en las recientes
Olimpíadas de Pekín. Dos medallas de oro, o menos, lograron 14 países de
Europa, India, Argentina y México. Más de cien no lograron ni una.
Comparando con 20 medallas en Moscú, 31 en Barcelona, 25 en Atlanta, 29
en Sydney y 27 en Atenas, las medallas cubanas en Pekín expresan un
descenso, no necesariamente una debacle.

En juegos con mucho más nivel competitivo, nuevas tecnologías, novedosas
técnicas de entrenamiento y participación de profesionales, solamente
doce países lograron más de veinte medallas esta vez: Estados Unidos,
China, Rusia, Inglaterra, Australia, Alemania, Francia, Corea del Sur,
Italia, Ucrania, Japón y Cuba, en ese orden. Veintiocho países de 204
participantes lograron más de dos medallas de oro: de ellos, nueve
obtuvieron tres.

Habitualmente, boxeo y atletismo constituyen buena parte del total de
medallas olímpicas cubanas. Ahora aportaron 13 de 24, aunque los colores
se destiñeron. Ambas disciplinas, más los deportes de combate (judo,
lucha y tae kwon do) sumaron 20 de las 24 preseas. El voleibol femenino,
32 errores frente a EEUU y 35 frente a China en la etapa final del
torneo, resultó una verdadera decepción.

En béisbol, un oportuno hit en el noveno inning, con bases llenas y un
solo out, igualaba a Cuba en medallas doradas con Brasil, Polonia,
Hungría, República Checa, Eslovaquia y Georgia. Un fly de sacrificio
empataba el partido, y quién sabe lo que vendría después. Una debacle no
depende del hit que no se produjo.

Los mitos se convierten en leyendas por repetición. Dicen que los
peloteros que perdieron el oro vieron interrumpido el litro de leche a
los siete años de edad, durante el período especial. Sin embargo, el
litro de leche se interrumpió a los niños en Cuba desde la ''ofensiva
revolucionaria'' de 1968, veinticuatro años antes del ''período
especial'': Liván Hernández, Alexei Ramírez, Orestes Kindelán, Omar
Linares, Víctor Mesa, Lourdes Gourriel también quedaron sin litro de
leche a los siete años. El home-run del ''talibán'' cubano Alexei Bell
frente a EEUU hubiera sido igual en Yankee Stadium. La explicación del
período oficial es débil.

¿Los deportistas cubanos de este momento son menos fornidos y más
pequeños que los del ochenta? Algunos. ¿Comparamos Yankees de New York
2008 con los ''Mulos de Manhattan''? Recordistas mundiales tuvo y tiene
Cuba: Juantorena, Sotomayor, Robles. De la época del subsidio soviético,
del período especial, de la sucesión; las generaciones de la pizza, la
merluza, la croqueta, el picadillo de soya.

La debacle en Pekín 2008 no fue del deporte cubano, sino de la política
deportiva del régimen totalitario: competencias deportivas como
enfrentamientos ideológicos; temerle al ''robo de músculos'' y ''deporte
rentado''; dar la última palabra para seleccionar competidores a los
''compañeros de la seguridad''; defender el ''medallismo'' a toda costa
para demostrar superioridad ideológica; priorizar deporte de alto
rendimiento sobre actividades de recreación y salud para todos los
cubanos; segregar a deportistas de buenos resultados en escuelas
deportivas especiales; no estimular adecuadamente a los atletas y
dejarlos al abandono después de su vida útil.

Y todo este absurdo mecanismo en un marco de pretender resultados de
primer mundo con una economía subdesarrollada en crisis, dar más
importancia a medallas que a reparar viviendas o alimentar a la
población, la paranoia de considerar las derrotas deportivas como
conspiraciones de la mafia, y las victorias como ``golpes al imperialismo''.

Hace 104 años, en San Luis 1904, Cuba logró cuatro medallas de oro, el
doble de Beijing 2008, gracias al esgrimista Ramón Fonst: ¿la
''república frustrada'' era superior a la Cuba del raulismo?

En Pekín se derrumbó la política deportiva del castrismo: no por gusto
los rencores, frustraciones, amarguras y paranoias del tirano,
justificando agresiones a árbitros.

Deportistas abrumados por la propaganda, carencias familiares, represión
e inmovilismo ganan medallas olímpicas gracias a condiciones personales,
disciplina y voluntad, pero no legitiman el totalitarismo. Un batazo
oportuno, centésimas de segundo, centímetros, no definen la legitimidad
de una dictadura ni la debacle de un movimiento deportivo.

Pero demuestran que la delirante política deportiva del castrismo, como
la de educación y salud pública, también están enfermas de ''secreto de
estado'' y no tienen vuelta atrás.

Ex militar cubano y miembro de Cubanálisis.

http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/278451.html

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