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ALGUNAS VISIONES GENERALES SOBRE LA ACTUALIDAD CUBANA
Dentro de unos pocos días se cumplirán los primeros seis meses de
gestión gubernamental del presidente Raúl Castro, los que sumados a los
que estuvo como presidente interino luego de la renuncia con carácter
provisional de su hermano Fidel, sobrepasan ya los dos años al frente
del gobierno del archipiélago cubano.
Para algunos observadores la sombra proyectada por la figura del líder
histórico y aún Comandante en Jefe, es demasiado abarcadora y ubicua
como para poder delimitar un antes y un después entre ambas
administraciones. Para otros, sus cortas y esporádicas alocuciones
públicas, sazonadas con citas del líder máximo, guarnecidas por las
lealtades y los compromisos de diferente naturaleza, no cumplen las más
apremiantes expectativas en la dirección de los cambios esperados.
Expectativas poco probables si tomamos en cuenta que el fin priorizado
de estas gestiones no parece ser otro que la preservación del poder
político a toda costa y a cualquier precio.
Ahora bien, en nuestra opinión, lo más importante de los ahora
felizmente escasos y mínimos discursos públicos, no radica en lo que se
dice si no, precisamente, en lo que no se dice.
Hay temas en la agenda de la ciudadanía, conocidos por las autoridades,
que son apremiantes y esperan solución. Entre ellos algunos de vital
importancia para la nueva dinámica de renovación democrática que anhelan
las grandes y preteridas mayorías. Nos referiremos a tres:
1. El restablecimiento de una sola moneda nacional para el pago de todas
las obligaciones económicas y financieras dentro del territorio cubano.
2. La supresión del llamado permiso de salida del país, conocido
popularmente como "tarjeta blanca", el cual confiere a las autoridades
de inmigración del Ministerio del Interior la potestad de decidir qué
ciudadano cubano puede salir o no del territorio nacional y quién puede
ingresar a él desde el exterior.
3. La anunciada reforma de las instituciones administrativas del estado
la cual indicará hacia donde apuntan las transformaciones del actual
gobierno cubano.
El primero constituye un necesario acto de justicia para con los
trabajadores y ciudadanos cubanos; devolvería la dignidad e importancia
del salario y equipararía a los nacionales ante los extranjeros. Incluso
ante los cubanos que laboran en el extranjero. Solo restituyendo el
valor real a una moneda única tendría sentido el nuevo sistema de pagos
por resultados más la bonificación por desempeño anunciado por el
gobierno a partir del mes actual.
En cuanto al segundo, se pondría fin a una violación de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, de la que Cuba es firmante y que expresa
en su artículo 13:
1.- Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su
residencia en el territorio de un Estado.
2.- Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del
propio, y a regresar a su país.
De esta manera el término «salida definitiva» también desaparecería, con
toda su carga de discriminación, ilegitimidad y abuso.
Para un país como Cuba, en el que desde hace ya medio siglo las
migraciones, tanto internas como hacia el exterior tienen una gran
connotación, la observancia de este derecho de la persona humana es de
una importancia trascendente.
El tercero, en alguna medida, definiría la magnitud de la impostergable
apertura que ya se vislumbra y que debe tomar en cuenta el carácter
pluralista de la sociedad cubana, la cual está urgida de un nuevo Pacto
Social.
Hay otros temas que sí están ya en la palestra pública y que son también
de gran importancia para la sociedad:
La nueva ley de jubilaciones y pensiones, que pretende elevar la edad
de jubilación a 60 años para las mujeres y a 65 para los hombres.
Proyecto que responde a los intereses de una sociedad envejecida por
diferentes causas y para la que se pronostica estadísticamente que en el
año 2020 habrá ya más ancianos que niños.
La tímida ley por la que se entregan tierras en usufructo a pequeños
productores, por un periodo de 10 años, renovables por 10 más, en fincas
de una y hasta 3 caballerías,13,42 hectáreas hasta 40,26, que representa
el reconocimiento tácito de la capacidad productiva de los agricultores
privados por las autoridades.
La eliminación de un gran número de restricciones y prohibiciones,
desde la posibilidad de acceder a la telefonía celular o móvil hasta la
de importar equipos electrodomésticos o la de adquirir computadoras.
Es cierto que hasta ahora, el peso principal de las reformas está,
fundamentalmente, dentro de las categorías económicas y no políticas. A
pesar de ello no podemos soslayar la firma por las autoridades cubanas
en el mes de febrero de los Pactos Civiles y Políticos y Económicos,
Sociales y Culturales de NN.UU., los que esperan ahora su ratificación.
También fueron suspendidas las sanciones de pena de muerte
sustituyéndolas por otras, aunque esta aún no ha sido abolida
definitivamente.
En el discurso del presidente Raúl Castro del 26 de julio pasado
sentenció: «No aspiramos a la unanimidad, que suele ser ficticia, en
este o en cualquier otro tema».
Sin embargo y según la Comisión Cubana de Derechos Humanos, aún el
número de prisioneros políticos durante el primer semestre de 2008
alcanzó a 219, entre los que se encuentran prisioneros de conciencia.
En otro orden temático, el levantamiento de las sanciones del 2003
impuestas por la Unión Europea el pasado mes de junio abrió un nuevo
espacio al diálogo político y significó, más allá de adeptos y
detractores, un importante triunfo de la oposición pacífica cubana.
Ahora desde diferentes ámbitos se escuchan señales para motivar o animar
a las autoridades cubanas a enrumbar nuevos derroteros, como por
ejemplo, lo expresado por el Secretario General de la O.E.A. José Miguel
Insulza: "me gustaría que Cuba se reincorpore".
Pero, ¿qué sucede con Cuba?
En ocasiones, las autoridades del archipiélago parecen afectadas por una
especie de síndrome de la nostalgia por el fracasado socialismo real y
por la desaparecida Unión Soviética. En un continuado juego de palabras,
de verdades y medias verdades, de recurrencias a citas del pasado, van
ganando tiempo a la espera de los resultados de las elecciones
presidenciales en los EE.UU. Pero también, y es lo más importante, van
dando pasos en la dirección de buscar soluciones al cúmulo de problemas
socioeconómicos que mantiene atrapado al país y que, de alguna manera,
ha creado una nueva sinergia social. Ahora la inercia es otra, y los
resultados por los que los ciudadanos tendremos que continuar bregando
no deben ser otros que la democracia verdaderamente plural y
participativa; la justicia social y el Estado Nacional Democrático de
Derecho en una economía libre y solidaria de mercado.
El signo de los nuevos tiempos para Cuba y los cubanos ya comienza a
brillar con luz propia; por ahora sólo son destellos, continuemos
trabajando para que se conviertan en sol.
Rafael León Rodríguez
Coordinador General
San Cristóbal de La Habana, agosto de 2008.
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