Carlos Batista / AFP
LA HABANA
Dos años después de que Fidel Castro cayera enfermo, en La Habana hay
más ómnibus y menos consignas revolucionarias, se puede tener celular o
DVDs, pero la libra de cerdo, indicador de la economía doméstica, sigue
costando igual, señal de que para los cubanos la vida poco cambió con Raúl.
"A ese precio [la carne] lleva más de 10 años y así seguirá, enyuntada
[enlazada] con el dólar (25 pesos). Cuando los dos bajen, todo empezará
a mejorar'', asegura José Benito, un carnicero de 65 años, en un
agromercado de Marianao, en La Habana.
En la Cuba del 2008, bajo el gobierno de Raúl Castro hay menos apagones,
más transporte público, se reparan calles y redes de agua. Hay fuertes
inversiones en el ferrocarril. Son programas iniciados por Fidel Castro
antes de enfermar, recuerdan los funcionarios.
"Aquí no hay cambios, hay continuidad'', asegura Julián Rodríguez, de 75
años, enérgico dirigente de los Comités de Defensa de la Revolución que,
como muchas pancartas de La Habana, cambió sin embargo sus llamados a la
batalla política por el logro de la eficiencia económica.
Para María Cruz, oficinista de 54 años, "hay menos presión política,
menos agobio''. Desde que Raúl tomó el mando, provisional en julio 2006
y como presidente en febrero pasado, no hubo más marchas de un millón de
personas y la gente se fue acostumbrando a la ausencia física de Fidel y
a sus frecuentes artículos de prensa.
Raúl abrió expectativas al anunciar cambios "estructurales'' y
levantamiento del exceso de prohibiciones. Los cubanos ya pueden
alojarse en un hotel, rentar un auto, comprar computadoras y DVDs, todo
en divisas.
"Puedo hacer lo que hace un extranjero, ir a un hotel, alquilar un
carro..." dijo Pedro Núñez, de 51 años, quien gana 325 pesos (unos $13)
estacionando autos. "Pero lo otro, el costo de la vida, ¡en candela! Los
30 pesos que me aumentaron el mes pasado, se van por otro lado'', dice
mientras se pone una mano en el bolsillo.
El déficit de medicamentos también aminoró y sus precios siguen siendo
bajos. El problema básico está en la alimentación, donde cada familia
emplea el 80 por ciento de sus ingresos, para una dieta aún deficitaria.
Los alquileres, agua, gas y teléfono, son baratos, menos la electricidad.
Cada cubano, incluso los disidentes, reciben una canasta básica muy
subsidiada, pero insuficiente. El salario, lo reconoce el gobierno, no
cubre las necesidades básicas.
"El transporte ha mejorado, lo otro no, sigue igual. El que trabaja
come, se come, pero no se pueden hacer otras cosas'', afirma Nancy
Gutiérrez, una doméstica de 58 años, que trabaja en una casa de
extranjeros, donde percibe divisas.
Las expectativas que se forjaron en torno al discurso de Raúl y a un
proceso de amplia discusión de problemas que el propio gobernante
estimuló, comienzan a disolverse en la espera.
"Inercia, parece que hay muchos cambios, pero no, lo que hay realmente
es inercia'', asegura María Elena Díaz, una profesora universitaria, de
50 años, quien ve a Fidel en muchas decisiones.
Más preocupado por lo concreto que por lo teórico, Georbis González,
albañil de 34 años, dice ver "la cosa peor''. "Lo único mejor las cosas
que sacaron a la venta y para eso los DVD se acabaron enseguida, y eso
que eran caros, pero lo otro, todo igual, normal. ¡No es fácil!'', dice.
Pero José Sánchez, 30 años, técnico medio de transporte, aún tiene
esperanzas: "Veo cambios para mejor, pero pequeños y lentos. Va a
mejorar la alimentación, pero eso lleva tiempo''.
Algunos disidentes y EEUU coinciden en que los cambios son
"cosméticos''. Raúl Castro asegura que son para "perfeccionar'' el
socialismo.
Raúl Castro hablará mañana en Santiago de Cuba para conmemorar el
aniversario 55 del ataque al Cuartel Moncada, considerado el hecho que
marcó de la revolución cubana.
http://www.elnuevoherald.com/noticias/america_latina/cuba/story/249303.html
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