El futuro de la inversión española en Cuba
Infolatam
Madrid, 1 de junio 2008
"A principios de la década de 1990, tras el grave impacto que supuso el
desplome de la Unión Soviética y la desaparición del bloque comunista,
el gobierno de Felipe González decidió ayudar a la apertura económica
cubana y el ministro de Economía Carlos Solchaga encabezó una misión
técnica de asesoramiento.
Cuenta José Juan Ruiz, entonces colaborador directo del ministro, que en
un encuentro con Fidel Castro, Solchaga le dijo: "Presidente, señálenos
un motivo para convencer a los empresarios españoles que inviertan en
Cuba", a lo que Castro respondió: "Dígales que aquí no habrá una
revolución socialista". Ésta es, en la actualidad cambiante de la isla,
una de las pocas certezas absolutas sobre el futuro de la sociedad y la
economía cubanas".
Hablar del futuro de la inversión española en Cuba, o de cualquier otra
inversión extranjera, implica hablar del futuro de Cuba y, sobre todo,
del futuro de las reformas económicas, las en curso y las que podrían
implementarse, y, muy especialmente, del futuro del cambio político.
Esto es así en la medida en que será el nuevo entorno que surja de la
coyuntura actual el que modificará o no, según el rumbo que adopte, las
circunstancias en las que la inversión extranjera directa puede tener lugar.
Mirar al futuro implica considerar el punto de partida de la economía
cubana. Una economía sustentada en la producción de níquel, el turismo,
el tabaco, la medicina y la biotecnología y la exportación de servicios
(actualmente hay casi 50.000 médicos, enfermeros, instructores, etc.,
cubanos en el exterior). Tampoco se puede olvidar las posibilidades que
podría dar el petróleo en caso de resultar exitosas algunas de las
prospecciones en marcha en las aguas cubanas del Golfo de México. Pero
también mirar el futuro implica atender a la situación actual de la IED,
a las normas, claras pero estrictas, desarrolladas por las autoridades
cubanas, a los campos que están restringidos a la inversión extranjera y
penalizan, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas (PYME), al
burocratismo existente y a la dependencia casi total del estado cubano.
Asimismo, no se pueden olvidar las relaciones bilaterales con España, ni
la relación con la UE, ya que la postura común europea condiciona la
relación bilateral hispano cubana. Finalmente, el peculiar "vínculo"
entre Cuba y Estados Unidos incide directamente sobre algunas decisiones
empresariales y buena parte de las respuestas políticas cubanas. Para el
gobierno de La Habana, y más allá de la realidad distorsionante del
embargo estadounidense, la disputa con Washington le resulta claramente
funcional y le permite justificar buena parte de sus actitudes más
polémicas.
El futuro político
En lo referente al futuro político cubano, mucho se ha discutido sobre
si es una transición a la democracia o sólo una sucesión fraternal. Sin
embargo, hay otras fórmulas que indican que la realidad es más compleja
y el futuro más inesperado: transformación, reforma, reemplazo, traspaso
o pacto en torno al poder, situaciones todas que abren el abanico de
posibilidades. Cuando el 31 de julio de 2006 Fidel Castro decidió dar un
paso al costado y ascender, momentáneamente entonces, a su hermano Raúl,
fue obvio que comenzaba una nueva etapa en Cuba. Como señala Manuel
Cuesta: "Raúl Castro va... por detrás de la sociedad cubana, pero tiene
el mérito, mirado desde la mentalidad del poder, de interpretar las
tendencias sociales y suspender el permanente diálogo de "la revolución"
con la historia para empezarlo tímidamente con la sociedad".
Al mismo tiempo, un Fidel Castro alejado del gobierno pero no del poder,
modificó todas las expectativas sobre los posibles escenarios de la
transición en Cuba. Tras las últimas elecciones y el comienzo de la
nueva Asamblea, quedó más claro el papel "secundario" de Fidel, aunque
siga pontificando desde el Granma. Así, resulta de gran interés su
reflexión sobre el discurso de Barak Obama sobre Cuba y América Latina
en la Fundación Cubano Americana, en Miami. Según Castro, sus propuestas
para Cuba pueden traducirse "en una fórmula de hambre para la nación,
las remesas como limosnas, y las visitas a Cuba [de los
cubanoamericanos, que Obama prometió permitir] en propaganda para el
consumismo y el modo de vida insostenible que lo sustenta". Es curioso
como el argumento de Castro refuerza algo que siempre se afirmó en
España y fue rebatido sistemáticamente por las autoridades de Estados
Unidos: la apertura y el turismo en Cuba favorecen el cambio y la
democracia, de ahí el temor cerval a que el incremento de las visitas de
los cubanoamericanos se convierta en "propaganda para el consumismo y el
modo de vida insostenible que lo sustenta".
Los inversores extranjeros que van a invertir en terceros países suelen
reclaman en primer lugar seguridad jurídica para que su actividad se
mueva en un marco regulado y con suficientes garantías. Cuando no es
posible, demandan reglas de juego, de ser posible justas y neutrales,
pero en su defecto prefieren reglas de juego arbitrarias frente a la
opción de su total inexistencia. Ésta fue la queja de numerosos
inversores de EEUU en Argentina reunidos en Buenos Aires hace un par de
meses con Tom Shanon, Subsecretario de Estado de Asuntos Hemisféricos.
Los empresarios se quejaban de que en Argentina las reglas de juego no
son ni buenas ni malas, sencillamente no hay reglas de juego.
En Cuba, por el contrario, hay reglas de juego muy claras impulsadas por
el Estado, pese a que evidencian una elevada discrecionalidad estatal. A
esto se suma la estabilidad política, económica y social y la
oportunidad de hacer negocios. En Cuba encontramos muchos sectores
cerrados a la inversión extranjera, lo que reduce el campo de acción
empresarial. Así, a un extranjero le resulta imposible invertir en
"paladares" (pequeños restaurantes gravados con fuertes impuestos), o en
la pequeña hotelería y ni siquiera en la fabricación de ataúdes, por
citar sólo un número limitado de ejemplos. Como se señaló, esta
situación afecta en primer lugar a las PYME.
Los cambios de Raul Castro
Recientemente algunas cosas han comenzado a cambiar y el protagonismo de
Raúl Castro se ha reforzado. Esto no quiere decir que las reformas
marchen claramente hacia la democracia. De momento, lo único claro es
que algunas reformas han comenzado. Hay reformas de distinto tipo.
Algunas son cosméticas, como el acceso a Internet, la compra de
teléfonos móviles, DVD y otros accesorios electrónicos y la posibilidad
de ingresar a los hoteles. Otras pretenden ser más profundas, como las
que afectan al campo. Éstas podrían tener más futuro si son capaces de
expandir el mercado agrario y potenciar una agricultura comercial y
productiva, algo prácticamente inexistente.
En todo caso, se trata de reformas concretas para una sociedad
profundamente ideologizada que, sin embargo, ha comenzado a reclamar
cambios palpables y efectivos. La base de la reforma en el campo pasa
por la liberalización de la tierra, lo que al mismo tiempo podría
suponer el inicio de la transición política. Vale la pena recordar, en
este sentido, que la reforma agraria impulsada por la Revolución de 1959
agigantó el Estado pero no les dio el poder a los campesinos. De momento
son muchos los potenciales inversores que esperan que las cosas sigan
cambiando en Cuba y que la apertura a un sistema democrático y a una
economía de mercado se consolide.
http://www.infolatam.com/entrada/el_futuro_de_la_inversion_espanola_en_cu-8530.html
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