Cubanos del interior migran masivamente a La Habana
La situación que se presenta a continuación ha sido una recurrente en la
historia de la sociedad cubana. Miles de cubanos se han visto obligados
a emigrar clandestinamente hacia La Habana en busca de mejores ofertas
de trabajo aunque para ello hayan tenido que vivir ilegalmente en su
propia tierra debido a las arbitrarias disposiciones establecidas por
Fidel Castro mediante la firma del Decreto 217, el dia 22 de abril de
1997, estableciendo una regulacion para la emigracion interna a La
Habana. BC
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Los Sin Casa Cubanos
30 de junio de 2008 / AFP / ABCDigital
La Habana - Cuba enfrenta un éxodo de la población del campo a la
capital ante la falta de desarrollo económico en esas regiones y la
centralización de la actividad productiva, agravado por el paternalismo
estatal que protege a los que no trabajan, según un informe de la prensa
local.
La capital, de 2,2 millones de habitantes, absorbe el 40,8% de los
inmigrantes del resto del país que buscan mejores condiciones de vida,
de acuerdo con cifras oficiales.
"El desarrollo local regularía en cierta medida los procesos
migratorios", aseguró al diario Juventud Rebelde Alfredo Jam.
Ante la desmotivación por la falta de desarrollo en sus regiones, muchos
jóvenes abandonan sus sitios de residencia. "Es muy frecuente ir a un
municipio agrícola y encontrar que no hay nadie que estudie para ser
agricultor", dijo Jam.
"No quieren ser ni ingenieros agrónomos, ni veterinarios (...) Pocos
quieren los trabajos que hay: la agricultura, la construcción (...)
Porque son sectores que no poseen altos niveles de mecanización ni de
tecnología", agregó.
A eso se suma que los capitalinos no quieren realizar algunos trabajos
que son entonces cubiertos por quienes vienen del campo, como policías y
constructores, según el informe.
"Si no protegiéramos tanto al que no trabaja, estoy seguro de que
tendríamos gente para eso y resolveríamos esas cosas puntuales de otra
manera. Hay que ir tomando medidas que garanticen que la gente viva de
su trabajo. Premiar el trabajo, lo que significa no premiar el 'no
trabajo', aseveró Jam.
El mayor éxodo hacia La Habana ocurrió en los años 90 en la crisis
económica en que cayó la isla tras la desintegración de la Unión
Soviética. En 1997, las autoridades comenzaron a aplicar un decreto ley
para controlar las migraciones.
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En Cuba, migración interna de mujeres se dirige a La Habana
Publicado el 2007-04-26 19:44:35 en Criterios
Por Dixie Edith
La Habana, Cuba, 26 abril 07 (CIMAC/SEMlac).- Aunque no son mayoría
entre quienes se trasladan dentro del país, las cubanas sí están en el
centro de ese fenómeno que los demógrafos llaman migraciones internas.
Esta migración que no sobrepasa los límites nacionales se realiza casi
en un 68.1 por ciento por razones familiares, no económicas, como ocurre
en el resto de Latinoamérica, de acuerdo con la última Encuesta Nacional
de Migraciones Internas (ENMI), de 1995.
Esto quiere decir que cambian de ubicación por causas relacionadas con
el matrimonio y el divorcio, acercamiento a los seres queridos,
problemas entre parientes y otros similares, según los datos del
Instituto de Planificación Física (IPF), el Centro de Estudios
Demográficos (Cedem) y la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), con el
apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Ofelia Domínguez nunca se ha cambiado de hogar. Desde que nació, hace 54
años, sólo ha dejado en dos ocasiones su natal Florida, en la oriental
provincia de Camagüey, para ir de visita a casa de su hija en la
capital. Sin embargo, conoce de migraciones.
"Tuve cinco hijos, dos hembras y tres varones. La mayor es bióloga y
trabaja en un centro científico en La Habana. Los varones mayores andan
por Villa Clara y Matanzas (provincias del centro), trabajando en
comunicaciones y en el turismo. La que les sigue se fue detrás del
esposo para Santiago de Cuba y sólo me queda David, el más chiquito".
Domínguez, sin embargo, no es optimista: "David ya cumplió 17 años.
Estará conmigo hasta que se enamore o se le ocurra ir a probar suerte
con un trabajo lejos", explica.
Para esta ama de casa, la mayor consecuencia de la separación de su
familia es que apenas ve a sus dos nietos mayores y a la más pequeña, de
cuatro meses de nacida, aún no la conoce.
Según el criterio de psicólogos, el distanciamiento afectivo suele
acarrear sentimientos depresivos o de ansiedad para ambas partes. En
ciertos niños y adolescentes, la ausencia del ser querido puede afectar,
incluso, la estabilidad emocional y disminuir el rendimiento escolar.
En 2005, de las 70 mil 290 personas migrantes que se reportaron en la
isla, 35 mil 618 fueron de sexo masculino y 34 mil 672 de sexo femenino.
En términos estadísticos se puede afirmar que las cifras tienden a un
equilibrio por sexo.
Diana Saldívar es una de esas mujeres que decidieron abandonar su región
de origen. Cuando empezaba 2003, marchó desde Las Tunas (650 kilómetros
al este de la capital) a Ciego de Ávila (a 420 de La Habana), tras una
oferta de empleo en un centro turístico de esa provincia.
Allí conoció a su actual esposo y nació Claudia, su primera hija, un año
después. A fines de 2006 salió embarazada nuevamente y sus padres
decidieron llevarse a la niña mayor para Las Tunas, para que ella
pudiera dedicar más tiempo a su embarazo y su trabajo.
"Sólo la veo cuando puedo ir algún fin de semana y cuando hay alguna
fiesta familiar. La extraño mucho. Mi esposo me ha dicho que deje de
trabajar y me vaya con la niña hasta que nazca la otra, pero yo no
quiero, pues tengo miedo de que mi matrimonio se rompa", se lamenta la
traductora de 34 años.
Sociólogos, psicólogos y otros especialistas coinciden con Diana en que
vivir casado es un reto cuando uno de los cónyuges anda lejos del hogar
por prolongados períodos de tiempo.
El agobio por el peso de las responsabilidades domésticas no compartidas
o por los problemas en la crianza de los hijos hace pensar a no pocas
parejas en el divorcio, como una solución. También puede aparecer la
sensación de abandono.
MIGRACIÓN Y FAMILIA
Poco más de una década después, los motivos familiares siguen
encabezando la lista de las razones para migrar. Pero la insatisfacción
con el empleo y la búsqueda de opciones laborales en otros territorios
les siguen de cerca, según especialistas.
Históricamente, la población de la isla se ha movido de oriente hacia
occidente, pasando por una zona central bastante estable, convertida en
una suerte de trampolín o sitio de tránsito.
Entre los territorios del oeste cubano, sólo Pinar del Río, en el
extremo occidental del país, es una provincia emisora de viajantes.
Pero el sentido de las migraciones internas cambió con la aplicación, en
1997, del Decreto Ley 217, para regular las migraciones internas hacia
la capital.
Por primera vez, desde que se llevan registros estadísticos, Ciudad de
La Habana tuvo saldos migratorios negativos. Desde entonces no hay una
lógica migratoria única y los escenarios perspectivos están en constante
estudio.
Enrique González Galván, jefe del departamento de población del Centro
de Estudios de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de
Estadísticas (ONE), ha declarado a la prensa local que los
desplazamientos poblacionales en Cuba han variado sensiblemente, sobre
todo respecto a su volumen.
Entre 1989 y 1996 se trasladaban anualmente entre 170 mil y 190 mil
personas. Luego siguió un marcado descenso, hasta que en 2005 la cifra
sólo sumó poco más de 70 mil personas.
El momento del cambio coincide con el año de la aplicación del decreto
regulatorio hacia la capital, pero las transformaciones van mucho más allá.
"Actualmente, las migraciones hacia la capital vienen mostrando
nuevamente una tendencia al aumento, mientras el país sigue una dinámica
opuesta", explica el experto.
Aunque la diferencia no es notable, la ciudad de La Habana sí recibe,
además, más mujeres que hombres de otras provincias. En 2005 llegaron a
la capital 5 mil 449 mujeres y 5 mil 069 hombres.
Las provincias con saldos negativos más pronunciados son Granma,
Santiago de Cuba y Guantánamo, en el oriente del país; precisamente
aquellas que necesitan de mayor impulso en las inversiones en función de
fomentar opciones de empleo y desarrollo.
Estudios del Instituto de Planificación Física (IPF) aseguran que, en
los últimos años, más de un millón de cubanos ha emigrado desde las
pequeñas comunidades y asentamientos rurales hacia las cabeceras
municipales y provinciales.
ADIÓS AL CAMPO
Dentro de la gran masa de personas que cada día se despide del campo,
abundan jóvenes, técnicos y profesionales con una preparación media o
alta. ¿Por qué emigran? ¿Qué beneficios reporta alejarse de lugares que,
paradójicamente, son los más necesitados de mano de obra joven y
personal calificado?
Los estudios del IPF confirmaban, a fines de la pasada década, que los
principales problemas en los pequeños asentamientos rurales -o franja de
base, según definición de los expertos- estaban asociados con el
transporte, la dotación de agua potable y disposición de residuales, la
electrificación y alumbrado público, las telecomunicaciones y
urbanización de los poblados, la vivienda y las posibilidades de
superación y recreación.
En línea con las recomendaciones de la encuesta de 1995, González Galván
cree que nuevos proyectos encaminados a mejorar las condiciones de las
comunidades rurales pueden estar influyendo en la disminución de los
saldos migratorios.
Aquella investigación nacional auguraba un buen final para cualquier
programa social que volviera la vista a los campos y entre sus
conclusiones sostenía que, con recursos mínimos, los pobladores de la
llamada franja de base emprenderían por sí mismos la solución de sus
problemas, pues valoraban mucho la tranquilidad y el ambiente de su entorno.
Con la aplicación reciente de varios programas se ha llevado la
computación y los medios audiovisuales hasta asentamientos rurales muy
alejados, por medio de la instalación de paneles solares que suministran
la electricidad.
Paralelamente, se han diversificado los servicios de atención primaria
de salud y los polos turísticos a lo largo de la Isla. Pero, a nivel
sociodemográfico, el impacto aún está por estudiarse de manera integral.
Como asevera la investigadora Mayra Mena Correa, también del Centro de
Estudios de Población y Desarrollo, "tenemos que indagar no sólo entre
la gente que se va y que viene, sino en por qué se va y por qué viene".
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Decreto 217: Aumento del control del movimiento interno
La Maquinaria Represiva de Cuba / Human Rights Watch
CubaNet / Documentos
En un discurso del 4 de abril de 1997, Fidel Castro instó a las masas a
combatir la "indisciplina" favorecida por el "enemigo" y demostrada por
la "inmigración ilegal" a La Habana, y anunció que el Estado estaba
planeandodetener dicho movimiento. Justificó dichas medidas explicando
que el libre traslado a la capital podría poner en peligro la seguridad
de Cuba debido a la falta de control estatal de las identidades de los
residentes y huéspedes de La Habana. El derecho internacional de
derechos humanos garantiza el derecho a la libertad de movimiento dentro
de las fronteras de un país y el derecho a entrar y salir del país
natal. Castro apeló a los Comité para la Defensa de la Revolución (CDR),
grupos pro gubernamentales que han participado en intimidaciones de
opositores al Gobierno, para que colaboraran con la policía recopilando
información sobre residentes de La Habana y también mencionó los
problemas de hacinamiento, exceso de construcción y delincuencia como
resultado del aumento de la presión demográfica en La Habana. El 22 de
abril de 1997, Castro firmó el Decreto 217, que establecía regulación
para la emigración interna a La Habana.
En el texto del Decreto 217 se explica que las restricciones del
movimiento interno se deben a problemas de salud, bienestar y orden
público. Aunque, en ciertas circunstancias, estos problemas justifican
restricciones limitadas del movimiento, las declaraciones previas de
Castro en las que señala el interés del Gobierno en minimizar la
"indisciplina" y mantener un control estricto del movimiento de
ciudadanos por motivos de seguridad pone en entredicho la motivación del
régimen al promulgar el Decreto 217. A finales de abril de 1997, la
prensa cubana anunció que más de 1.600 "residentes ilegales" de La
Habana había sido regresados a sus provincias de origen "utilizando
métodos persuasivos." A mediados de mayo, muchos más residentes de La
Habana habían sido informados por el Gobierno de que contaban con 48
horas para regularizar su situación en la ciudad o tendrían que pagar
multas y enfrentarse a la obligación deregresar inmediatamente a sus
lugares de origen. El hecho de que el Gobierno concediera plazos
sumamente breves a los residentes de La Habana para demostrar la
legitimidad de su presencia en la capital planteó la preocupación
adicional de si las autoridades cubanas estaban asegurando
suficientemente las garantías del debido proceso. En junio de 1998, el
Gobierno de Cuba informó que 27.717 personas habían salido de La Habana
desde la entrada en vigor de la ley, aunque estas salidas no se debían
necesariamente a su aplicación, mientras que 22.560 personas se habían
trasladado a La Habana, por lo que el descenso neto de población era de
unos 5.000 residentes menos. Aunque los diplomáticos señalaron que la
ley no había conducido a redadas y destierros masivos, los emigrantes
cubanos a La Habana manifestaron su frustración al no poder elegir su
lugar de residencia y ante el aumento de las demandas policiales de sus
documentos personales y prueba de residencia "legal."
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=6617