Friday, May 30, 2008

Qué tan cerca? ¿Qué tan lejos?

Reportaje
Tirofijo y Castro

¿Qué tan cerca? ¿Qué tan lejos?

Michel Suárez, Madrid | 30/05/2008

La reacción de La Habana tras la muerte de Pedro Antonio Marín, alias
Marulanda o Tirofijo, puede leerse desde varios ángulos, al extremo de
derivar en una ambigüedad evidentemente calculada. Granma, el órgano
oficial del Partido Comunista, se limitó a informar el hecho con una
objetividad inusual, aunque sin mencionar el curriculum delictivo del
jefe guerrillero. El noticiero de la televisión, sin embargo, lo
describió como "un campesino robusto, sencillo, paciente, desconfiado y
persistente en sus propósitos", hecho que provocó la protesta de la
líder opositora Martha Beatriz Roque: "Se presenta a este terrorista
como un héroe y a nosotros, como terroristas".

¿Qué tan cerca ha estado la Cuba de Castro de Tirofijo y las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)?

En los últimos años, Fidel Castro ha dado "una mayor importancia a su
papel de mediador entre las partes colombianas en conflicto", asegura el
politólogo Eugenio Yánez en el estudio Las FARC, Hugo Chávez y ¿la
conexión cubana?, publicado por el Instituto de Estudios Cubanos y
Cubano-Americanos de la Universidad de Miami.

Eso sí, agrega Yánez, "sin dejar de mantener acciones 'solidarias' con
la subversión colombiana, tales como tratamiento médico en Cuba a
combatientes heridos, becas de estudio para los hijos de los jefes
guerrilleros, pasaportes de cobertura, traspaso de información de
inteligencia…".

Un episodio previo a la muerte de Tirofijo confirma esta teoría. Tras el
abatimiento del número dos, Raúl Reyes, se supo que sus hijos cursaron
estudios universitarios en La Habana, según una carta dirigida el 17 de
septiembre de 2006 a Tirofijo, publicada por la revista colombiana Semana.

"La mediación y auspicios de Cuba en el caso particular de Colombia ha
sido notable", opina Domingo Amuchástegui, un ex alto oficial de
inteligencia exiliado en EE UU. Según el ahora profesor, dicha política
fue "diseñada" por Fidel Castro desde los años noventa. "Su hermano la
apoyó y apoya, y pienso que continúe semejante papel de mediación y
auspicio" para "contribuir a disipar tensiones conflictivas entre
Colombia y sus vecinos", aunque esto "no excluye importantes diferencias
políticas, como la condena de Cuba a las implicaciones del Plan Colombia
y el grado de injerencia norteamericana que el mismo supone".

Sin embargo, según apunta Yánez, no existe "nada de moral o principios
democráticos" por parte de Raúl Castro en las relaciones institucionales
con Bogotá, sino "pura realpolitik: si hay que sacrificar a Tirofijo y
su narcoguerrilla terrorista para garantizar la supervivencia del
raulismo, así se hará. Nada personal: asunto de negocios".

Orígenes

Hace 44 años, las FARC empezaron su andadura en las selvas colombianas,
aunque, según Castro, "ya Tirofijo Marulanda estaba alzado antes de que
en Cuba hiciéramos la revolución. Y estaba bastante tranquilo. La verdad
es que lo provocaron cuando arrasaron la República de Marquetalia,
famosa en el 61" (entrevista en el diario argentino Clarín, 2003).

No puede establecerse tácitamente que las relaciones entre Marulanda y
Castro hayan sido tan espléndidas como las que sostuvo el dictador
cubano con otros caudillos, guerrilleros o terroristas internacionales,
o incluso con los también colombianos Ejército Liberación Nacional (ELN)
y M-19.

El periodista y escritor Carlos Alberto Montaner lo atribuye al
resentimiento de Fidel Castro con Marulanda porque éste "no aceptó" que
el Che Guevara se incorporara a las FARC con el grado de comandante sino
como recluta.

"A Tirofijo no le impresionaba en lo más mínimo la historia guerrillera
de Castro contra Batista (unas escaramuzas menores contra un ejército
tenazmente decidido a no pelear) ni la personalidad del Che, y nunca
dependió de la ayuda cubana. Con los secuestros, las extorsiones y el
narcotráfico le bastaba para sostener a sus tropas holgadamente", afirma
a CUBAENCUENTRO.com el presidente de la Unión Liberal Cubana.

Así y todo, Montaner sostiene que las relaciones de las FARC con el
régimen siempre fueron buenas. "Cuba proporcionaba parada y fonda, armas
si hacían falta, y colaboraciones de todo tipo, aunque el grupo
colombiano más cerca de La Habana fue el ELN".

Domingo Amuchástegui, en cambio, niega tajantemente la influencia de La
Habana en Marulanda: "Ninguna en lo absoluto, ni antes ni ahora. No hubo
ni había relaciones de alianza o ayuda; tampoco contactos operativos de
índole alguna".

Enumera un "complejo de razones" que van desde el "total desacuerdo de
la dirigencia cubana con sus estrategias y tácticas", las "pésimas
relaciones" entre el Partido Comunista de Colombia y el régimen de la
Isla y la "interacción de las FARC con el tema de los cultivos y tráfico
de drogas, junto a su violenta hostilidad contra organizaciones como el
ELN y el M-19".

En la misma línea se expresa el colombiano Alfredo Rangel, presidente de
la Fundación Seguridad y Democracia, para quien estas relaciones fueron
"distantes y llenas de suspicacias".

Desde los años sesenta, las FARC "se negaron a reconocer la dirección
que ejercía La Habana a través de la Tricontinental. Nunca fueron
relaciones estrechas, porque todavía el Partido Comunista de Colombia
contemplaba todas las formas de lucha, incluyendo la electoral, cosa que
La Habana no toleraba", asevera a este diario Rangel.

Según el estudio Las FARC, Hugo Chávez y ¿la conexión cubana?, el
distanciamiento inicial de los Castro con dicha guerrilla —demasiado
afín a Moscú— se redujo "en la medida en que la subversión fue
recibiendo demoledores golpes en toda América Latina" y las tropas de
Marulanda "demostraban mayor consolidación, permanencia y capacidad de
combate". Terminaron siendo "vitales en la estrategia intervencionista
cubana en América del Sur".

Adiestramiento y droga

Otro capítulo polémico entre Cuba y Colombia, el narcotráfico, adiciona
complejidad a los vínculos de las FARC con Castro.

El analista Juan F. Benemelis expresa en su libro Las guerras secretas
de Fidel Castro, editado en 2003, que la contribución de Castro a la
formación de las FARC fue "absoluta". Benemelis cuenta que el 17 de
marzo de 1965 los hombres de Marulanda saquearon el municipio de Inzá
(Cauca), quemaron los edificios públicos y "ajusticiaron" a varios
vecinos. "Dos días después, el ejército arrestó a nueve personas que
habían recibido adiestramiento en Cuba".

Según Benemelis, el embajador cubano en Colombia, "(Fernando) Ravelo,
logró un acuerdo entre el M‑19, el Cartel de Medellín y otros grupos
guerrilleros, con el fin de que las facciones se apoyasen mutuamente".

"Desde inicios de los ochenta se había hecho evidente —por las cartas
náuticas, los diarios de navegación y los aviones que se estrellaban en
Colombia— que Cuba facilitaba el tráfico transcaribeño de narcóticos.
Los funcionarios colombianos comentaron por esa época que los aviones
transportadores de la droga retornaban con cargamentos militares para
las FARC. Para el otoño de 1981, las evidencias eran incuestionables",
dice Benemelis.

Agrega, citando la edición del 3 de agosto de 1987 del diario El Tiempo,
que "varios desertores de la FARC revelaron que en varios frentes
guerrilleros existían asesores cubanos".

La historiadora venezolana Elizabeth Burgos cree que sí existieron
negocios de narcotráfico entre Marulanda y los Castro. "El ELN fue una
creación cubana; pero las FARC y los paramilitares eran los que
dominaban el mercado de la droga. Hubo una economía de la droga en la
que La Habana participó".

Amuchástegui lo ve de otro modo, e invoca el presente y el futuro de los
dos países. Estima que el "apoyo circunstancial y conflictivo" de La
Habana a organizaciones como el ELN y el M-19 se inscribe en el contexto
de la Guerra Fría y de "maniobras anticubanas de las que participaron
activamente diversos gobiernos colombianos", pero esto es ya "historia
antigua".

"Las nuevas figuras de la política colombiana —Gaviria, Pastrana, Uribe—
dan (lo sucedido) como capítulos cerrados y pasados", sostiene.

El politólogo Yánez no está tan seguro de la amnesia histórica porque,
en su opinión, "el castrismo sigue siendo cómplice de haber apoyado,
financiado, entrenado y aupado a la subversión colombiana por más de
cuarenta años, y, por lo tanto, responsable también por las muertes, la
violencia, las pérdidas y los daños sufridos por el gobierno
constitucional y el pueblo colombiano en casi medio siglo".

http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/tirofijo-y-castro-88043

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