Jorge Olivera Castillo, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Fusionar la pedagogía con una
seguidilla de boletos aéreos no es aconsejable. El problema radica en la
alteración de los porcentajes a favor de una fórmula donde los placeres
mundanos terminan imponiéndose a las responsabilidades.
El material para tales conclusiones me lo proporciona el ahora ex –
ministro de Educación de Cuba Luis Ignacio Gómez. Ahora deberá
administrar su desgracia, supervisar el desarrollo del tedio y auto
instruirse en la nueva matemática de su existencia. Cero viajes, cero
influencias, cero posibilidades de volver a ser persona.
Sí, este hombre ya no es el encumbrado funcionario designado para
promocionar en el exterior y conservar en intramuros uno de los
principales productos de la revolución.
Su suerte se acabó cuando fue destituido. Ahora es una persona non grata
dentro del esquema de la sucesión. Sobra en una remodelación que apuesta
por consolidarse a expensas de sacrificios puntuales. Hay que darle buen
sabor a la legitimidad y el señor Gómez era un condimento amargo.
Quizás un día pensó que nada ni nadie podía removerlo del puesto
otorgado por sus méritos revolucionarios, pero en la idiosincrasia del
socialismo la culpabilidad es una ruleta rusa. Simplemente le tocó su
turno en un ciclo de ajustes de cuentas disfrazados de procedimientos
éticos y morales.
No hizo más que seguir las pautas de esa nomenclatura negada a un
escrutinio público de sus actividades bajo la sombrilla del estado. Como
es costumbre no poseía fortunas millonarias, tal vez su automóvil no
entraría en una clasificación relacionada con los artículos de lujo, no
dudo que el inmueble donde vivía fuera modesto de acuerdo a su rango.
La suntuosidad existe bajo otras normas. Durante medio siglo de
socialismo ha sido ajustada a las circunstancias. La riqueza se
disfruta, regularmente, lejos de la plebe, en los barrios de Miramar y
sus barrios aledaños. También existe el pago en cheques, los "viajes de
trabajo", las asignaciones en especie y una interminable red de
subterfugios para que no salgan a la palestra las ventajas de quienes
posan como humildes servidores de la nación.
¿Cómo fue posible que el señor Gómez se agenciara la potestad de
realizar más de 70 viajes al extranjero, la mayoría durante los últimos
años de su mandato? , ¿Cuánto dinero del erario público dilapidó en sus
periplos alrededor del mundo? ¿Tendremos algún día la oportunidad de
conocer los pormenores de esta larga suma de delitos que ponen en tela
de juicio la credibilidad de la dirigencia comunista? ¿Es Luis Ignacio
Gómez el único corrupto?
Es preciso puntualizar ciertas cosas en torno al asunto en cuestión. La
responsabilidad del declive en el sector educacional no es del
defenestrado ministro. Las causas parten de políticas que ponen en
primer plano temáticas sin ninguna o muy poca incidencia en el aspecto
cualitativo de las gestión educativa.
La apuesta por la masividad desconociendo imperativos infraestructurales
que ilustran un deterioro amplio sin forma posible de subsanarlo a corto
plazo. El excesivo énfasis ideológico que desplaza a un segundo plano o
elimina la enseñanza integral donde se contemplen asignaturas para
educar y no sólo instruir. La falta de estímulo a los profesores y el
correspondiente éxodo de las aulas hacia otros empleos más atractivos.
Todo esto establece que la crisis es una realidad sin otro camino que el
de la reforma profunda.
Una remoción es algo insignificante. El desastre necesita de una cirugía
de mayor envergadura. Hay muchos cuerpos extraños dentro del tejido
educacional.
El señor Gómez fue el que encontraron en un vistazo por la superficie.
La pieza que exhiben como una evidencia de la destreza de la operación
quirúrgica.
Para ocupar su plaza fue llamada la señora Ana Elsa Velázquez, actual
rectora del Instituto Superior Pedagógico de Santiago de Cuba. Debe
saber que si sobrepasa los 70 viajes al extranjero su encumbramiento
peligra.
Tanto tiempo provoca la pérdida de energía y conciencia revolucionaria.
Eso fue lo que quisieron decir quienes bendijeron el destronamiento. Si
es así, decenas de dirigentes deberían sufrir el mismo destino que el
antiguo ministro. Hasta el momento nada les ha sucedido. ¿Será que
viajan en barcos o en submarinos?
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