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LA HABANA (AP) - No se trata de una máxima de Lenin o Marx, ni de Fidel
Castro. Pero las medidas tomadas para impulsar el consumo en Cuba
guardan una gran semejanza con el capitalismo de libre mercado, y a la
larga podrían propiciar la supervivencia del sistema comunista y de su
nuevo presidente.
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En una rápida sucesión de decretos, el gobierno de Raúl Castro puso fin
la semana pasada a algunas restricciones que no eran bien vista por la
población, al levantar la prohibición a la compra de electrodomésticos,
incluidos hornos de microondas y computadoras, autorizar al ciudadano
común el ingreso a los sitios turísticos que les estaban vedados y
declarar que pueden tener un teléfono celular propio.
Otras medidas podrían avecinarse. Hay rumores de que el gobierno podría
aligerar las restricciones a los viajes y tolerar la libre empresa, que
aumentaría la creación de pequeños negocios particulares. Y las
expectativas de que provocará un ajuste en el sistema de doble moneda
que pone los productos extranjeros fuera del alcance de la mayoría de
los cubanos han causado presiones sobre el peso.
"Vamos a salir y a comprar cada vez más", dijo Roberto Avila, un
trabajador jubilado. "Ese es el futuro de Cuba, y es un futuro firme".
Cuba dista todavía de ser el paraíso de los compradores. Casi todos
trabajan en el gobierno y ganan un promedio de 408 pesos (19,50 dólares)
al mes, aunque muchos reciben dólares de empleos en el turismo o de
parientes en el extranjero. El cubano promedio necesitaría trabajar
cinco meses para comprar uno de los reproductores de DVD más baratos,
que un estadounidense podría adquirir con cinco horas de trabajo con
salario mínimo.
Al eliminar medidas que el cubano ordinario detesta, Raúl Castro podría
aplacar los pedidos de cambios económicos y políticos más profundo en el
sistema comunista de un solo partido.
Al mismo tiempo, la aplicación de reformas menores podría estimular les
esperanzas de cambios más grandes.
"Estas medidas que permiten a los cubanos comprar aparatos de DVD y
cualquier otra cosa son sólo para entretener a la gente", dijo Maité
Moll, una ingeniera de 45 años de edad que trabaja para el gobierno. "En
realidad no son importantes porque no resuelven nada".
Algunos cubanos temen que incluso los cambios menores ya adoptados
provocarán tensiones sociales y caldearán el resentimiento entre quienes
ganan salarios del gobierno y quienes tienen acceso a dólares. Es
evidente que Raúl Castro espera que un mayor poder de compra ahuyente
las posibles fricciones.
Por supuesto, el presidente de 76 años ha mejorado su popularidad, al
resolver por ahora las dudas de que el gobierno cubano podría sobrevivir
sin su carismático hermano Fidel.
"Si los grupos de bajos salarios tienen acceso a mercancías esenciales
como alimento, ropa y material de construcción, y pueden vender y
comprar casas y usarlas como garantía, no importa que haya una gran
brecha en los ingresos. La gente está mejor", consideró Carmelo Mesa
Lago, un especialista en la economía cubana en la Universidad de
Pittsburgh. "Eso fue lo que sucedió en China y Vietnam".
Existe la noción de que el nuevo presidente es un admirador de las
reformas de libre mercado que permitieron a esos países revolucionar sus
economías y conservar el control político en un sistema de comunismo
unipartidista, aunque funcionarios de alto rango han dicho que no se
trata de seguir el camino chino o vietnamita.
El sector alimenticios podría tener un cambio profundo con otra
iniciativa promovida esta semana. El gobierno está prestando tierras
improductivas del estado a productores agrícolas y cooperativas del
sector privado para cultivos comerciales de café y tabaco, al mismo que
les paga más por alimentos básicos como leche, carne y papas.
Con el tiempo, esto podría reducir la escasez crónica de alimentos y
cambiar la imagen de la agricultura en Cuba.
No es algo nuevo que el gobierno deje que los productores privados
aprovechen la oportunidad de darle un buen uso a tierras del estado.
Pero en esta ocasión el gobierno permite a los productores comprar
equipo y suministros en tiendas gubernamentales, mediante la remoción de
un escollo clave.
Los cambios instrumentados cuando apenas llevaba un mes la presidencia
de Raúl son medidas a las que Fidel se opuso drásticamente por décadas,
durante las cuales llegó a declarar que las iniciativas más
insignificantes para promover la libertad económica y social podrían
generar "nuevos ricos" en Cuba y destruir la igualdad social y económica
que tanto costó construir en la isla.
Raúl ha afirmado que consultaría con sus hermano todas las decisiones
relevantes. Pero si a Fidel algo no le cayó bien, no lo ha dicho
públicamente. Mientras convalece de una enfermedad mantenida en secreto
en un lugar no revelado, Fidel _de 81 años_ ha escrito ensayos
frecuentes sobre asuntos internacionales, sin mencionar la vida
cotidiana en Cuba.
Aunque los cambios recientes están muy lejos de ser una perestroika o
una glasnost que modificaron la vida en la otrora Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, hay también avances hacia una libertad mayor
entre los intelectuales cubanos.
Raúl Castro presidió esta semana el VII Congreso de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en una reunión en que se planteó
un debate más abierto en torno a los mecanismos de control y de censura.
Juan Antonio Blanco, un académico cubano radicado en Ontario, Canadá,
dijo que "este gobierno está totalmente miope si no comprende que está
sentado sobre dinamita".
"Tiene que hacer más que lo que reproducen los medios de comunicación
internacionales", señaló.
___
La reportera Katherine Corcoran de la AP en la Ciudad de México
contribuyó en esta información.
http://espanol.news.yahoo.com/s/ap/080403/latinoamerica/rep_gen_cuba_comunismo_1
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