Tuesday, April 01, 2008

DISPARATES REVOLUCIONARIOS

DISPARATES REVOLUCIONARIOS
2008-03-31.
Juan Carlos Linares Balmaseda, Periodista Independiente

Vivimos subyugados a los disparates revolucionarios, cotidianamente nos
asedian. Algunos son tan deprimentes, como lo es el recurrente tema de
la doble moneda, que de solo meditar en ellos caemos en la incertidumbre.
Casi siempre se conciben arriba en las esferas del gobierno y acarrean
connotación ideológica. Una de las obras cumbres del disparate
ideológico fue exhibida hace poco en la televisión nacional:

Era un corto metraje que apologizaba la vida de un "mártir
revolucionario" militante en una cedula del M-26-7, movimiento liderado
por Fidel Castro. El joven había muerto y sito textualmente: "a manos de
esbirros de la tiranía Batistiana cuando ejecutaba una acción de
sabotaje". La acción consistía en poner bombas en las calles para
sembrar el "terror revolucionario". Sin cuestionar diferencias o
similitudes entre revolucionarios y sicarios, este tipo de disparate
imbrica al género del sublime terrorismo.

Pese a que los disparates de arriba retuercen la inteligencia y el
lenguaje, abajo en la muchedumbre es donde más se desnivela el
pensamiento crítico. Hace apenas días un paisano de a pié manifestó muy
seriamente en medio de un parloteo en la vecindad, que el logro de la
revolución cubana consistía "en que los cubanos vivimos sin trabajar".

Con suma naturalidad los demás paisanos oyentes ratificaron aquel
razonamiento, que aunque disparatado no deja de ser un criterio
condicionado y bien atornillado en nuestra conciencia social. Nada mas
uno del grupo repostó que esa es la razón por la cuál los bienes y
servicios de la nación están en quiebras. Los demás callaron, pues les
daba igual una cosa u otra.

Y quien aún dude de disparatarías que indague con deportistas, artistas,
profesionales, intelectuales, funcionarios, amas de casa, desempleados…
¿qué es vínculo laboral? Todos recitarán al unísono: trabajar para el
Estado. Ninguna otra ocupación independiente justificará el sudor en la
frente.

En cuanto a censura y autocensura, pocos se atreven exhibir un alto
coeficiente de cultura del debate y de reflexión lógica. Se han dado
hechos por tongas, que la policía detiene a un determinado vendedor
ambulante de golosinas porque no tiene licencia para vender;
sencillamente porque el Estado no quiere otorgar licencias. Lo acusan de
"actividad ilícita". En el juicio la causa cambia para el delito de
"peligrosidad Pre-delictiva" debido a que incurrió en la misma
"infracción", y el detenido termina condenado a pasar hasta cuatro años
en la cárcel.

Con respecto a este hecho, lo que lo hace un canto al disparate indigno
es que un rato después, o antes del juicio, los mismos jueces y fiscales
saborean golosinas que otros vendedores ambulantes vienen a venderles en
sus buroes o en la puerta de sus domicilios, mientras los policías
siguen incurriendo también en otras tantas "actividades delictivas" muy
similares y simples a las que persiguen.

Durante el juicio ningún abogado, juez o fiscal menciona ni jugando por
la mercancía incautada, aunque sea evidente que pasó por el estómagos de
los policías el día de la confiscación. Con todo y eso, corrupción en
Cuba es una mala palabra para tirar únicamente contra enemigos extranjeros.

¡Que provechoso fuera comparar cantidades de confiscaciones de la
Policía Nacional Revolucionaria con la policía de gobiernos anteriores!

¿Cómo sería la revolución con su código penal en censura? Escudriñándo
en esta disparatada interrogación llegaríamos a la conclusión de que las
leyes seguirían igualmente interpretándose según entendimiento de la
casta gobernante. Sino, ¿cómo entender que el gobierno de Cuba pacte
acuerdos internacionales sobre derechos políticos, económicos y civiles,
y que no exista una comisión de relatoría en el parlamento; o que aún
penda en el código penal la Ley 88; o que encierren en calabozos a
activistas que celebran el día mundial de los Derechos Humanos…?

Moraleja, corrijamos los disparates revolucionarios con argumentos
inteligente, esos que indican la senda hacia la apertura y la
transparencia, en fin hacia nuestra propia Glasnost.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=14658

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